Un pacto con la fiscalía impide la entrada en prisión de una vecina de Gorbeialdea por la Huelga Feminista de 2018
Una vecina de 37 años que participó en la movilización de 2018 no fue detenida, retenida ni tan siquiera identificada, pero poco después de la Huelga Feminista unos agentes de la Ertzaintza hicieron acto de presencia en su trabajo con un atestado que no se correspondía con lo sucedido días antes. El periplo de 15 meses ha terminado con un pacto entre abogado y fiscalía y nuestra protagonista no ingresará en prisión.
Pongámonos en situación. Echemos la vista 15 meses atrás: 8 de Marzo de 2018, primera Huelga Feminista en la historia de Araba. Miles de mujeres* han tomado las calles desde primeras horas de la mañana y parece que no hay duda alguna: la manifestación de la tarde será una de las mayores movilizaciones vistas en la capital alavesa en años. De hecho, después de que durante todo el día las diferentes comarcas de Araba acogiesen varios actos, la de la tarde iba a ser una manifestación a nivel de provincia.
Nuestra protagonista, una vecina de Gorbeialdea de 37 años, fue una de las miles que esa tarde bajó hasta Gasteiz. Entre carteles con mensajes feministas, pañuelos morados y botes de humo, la manifestación comenzaba con las calles colapsadas y en la calle La Paz, en pleno centro de Gasteiz, no cabía ni un alfiler.
El Corte Inglés, situado en esa misma calle, suele ser uno de los puntos más tensos en las jornadas de huelga y esta vez no sería una excepción. Un gran dispositivo policial esperaba a la manifestación para «proteger» el edificio. Mientras tanto, en la carretera, tranquilidad y consignas varias: «Gora Borroka Feminista», «Non daude gure eskubideak» o «Patriarkatu, kapitala, aliantza kriminala».
Fue en el momento en el que se empezaba este último grito («Patriarkatu, kapitala, aliantza kriminala») cuando un agente de la Ertzaintza -hombre- decidió entrar en mitad de la manifestación e intentó, cogiendo del brazo, identificar a una de las chicas que estaba junto a la vecina de Gorbeialdea argumentado que le había llamado «criminal».
«Su actitud estaba totalmente fuera de lugar; no entendíamos como pudo venir con esa violencia cuando el ambiente estaba totalmente tranquilo», explica nuestra protagonista. «Dado que no quería que identificasen a nadie, decidí entrometerme para que el ertzaina no se llevase a ninguna de las ahí presentes».
Sin embargo, la respuesta del agente fue más de lo mismo: intentó llevarse a ambas creando un momento de tensión en mitad de una movilización que superó las 30.000 personas. Fue la gran implicación del resto de la manifestación la que permitió que las dos mujeres finalmente no fuesen retenidas y consiguiesen soltarse.
No hubo identificaciones, no hubo retenciones. Parecía que todo se quedaría ahí. Pero no.
«¿Sabes por qué estamos aquí?»
Quedó atrás el 8 de Marzo, pasaron los días y nuestra protagonista, tras una jornada de éxito, continuó con su día a día. No había acabado el mes de marzo cuando, pocas semanas después de la Huelga Feminista, la vecina de Gorbeialdea se encontró con una visita ingrata. ¿En casa? No, en su puesto de trabajo.
Era una patrulla de la Ertzaintza y todos los agentes ahí presentes iban vestidos de uniforme. Preguntaron por ella y fue ella misma quien salió a donde ellos acompañada de dos amigas.
«¿Sabes por qué estamos aquí?», fue lo único que le preguntaron nada más encontrarse cara a cara con ella. «No me esperaba que fuese por el 8 de Marzo, ni mucho menos, pero así era». Cuando ella les preguntó a los agentes por qué motivo acudieron a donde ella si no hubo identificaciones frente a El Corte Inglés, la respuesta de los ertzainas fue tajante: «Me dijeron que uno de los policías era de un pueblo de al lado y que me había reconocido«, explica a Hala Bedi.
Esta vecina de Gorbeialdea está convencida de que la Ertzaintza no tenía hecho el atestado: «Lo hicieron en mi puesto de trabajo y me pidieron que se lo firmase, algo a lo que me negué».
En dicho atestado, los gritos de «Gora Borroka Feminista», «Non daude gure eskubideak» o «Patriarkatu, kapitala, aliantza kriminala» que se escucharon el 8 de Marzo no figuraban por ningún lado. Sin embargo, se podían leer otras palabras como «Hijos de puta», «Txakurras de mierda»o «cabrones».
15 meses después…
Pero no quedó ahí. «Tenía claro que me querían imputar un delito de atentado contra la autoridad«. Muestra de ello es que en el mismo atestado se podía leer que la propia encausada habría golpeado con manos y piernas a los ertzainas. «Que alguien me lo explique: peso 55 kilos y llego justo al 1,68 de altura…».
Finalmente no le imputaron delito de atentado, pero sí de resistencia a la autoridad. El proceso judicial también se alargó y hasta abril de 2019 no fue juzgada. Eso sí, se trataba de un juicio sin pruebas, ni informes médicos, ni imágenes grabadas por la Ertzaintza… Era la versión de los agentes contra ella. Nada más. A pesar de ello, le pedían, como mínimo, 5 meses de prisión por resistencia.
Visto lo visto, nuestra protagonista decidió hablar con su abogado. Contemplaron la posibilidad de que el mismo día del juicio les pudiesen imputar el delito de atentado contra la autoridad y aumentar la petición, por lo que propusieron un acuerdo a la fiscalía para no tener que pasar por los juzgados.
Y tras 15 meses del «montaje policial» que denuncian desde los colectivos feministas de la comarca, se cerró el ciclo cuando ambas partes, fiscalía y abogado, debido al miedo de la entrada en prisión de la activista, llegaron a un acuerdo por el que la pena de prisión quedaba en suspenso.
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