Santiago Abascal: crónica del ascenso de un fascista “sin complejos”
El pasado sábado, 6 de octubre, el discurso fascista de Santiago Abascal Conde reunió a 10.000 seguidores en el palacio Vistalegre de Madrid. El hasta ahora más multitudinario acto del partido ultraderechista VOX, que preside Abascal, parece haber sacudido el panorama político del estado. ¿Hasta qué punto? ¿Cómo ha llegado este vecino de Amurrio, que ahora ocupa el “prime time”, a convertirse en presunto líder de la ultraderecha española?
Traducción de un artículo original de Aiaraldea.eus [por Aimar Gutiérrez]
El pasado sábado, Santiago Abascal se alzó como una perfecta simbiosis entre Donald Trump, Marine Le Pen, ‘El Cid Campeador’ y Sarah Palin, como acicate de la ultraderecha española, rodeado por miles de fanáticos que agitaban sin descanso las banderas rojigualdas. Valiéndose de un espectáculo de luces y música, envalentonó a sus seguidores a responder con fuerza y determinación a las amenazas de la nación: independentistas, migrantes y feministas.
No solo tuvo palabras para los males del estado, sino que puso sobre la mesa medidas concretas y efectivas contra la plaga que pretende dividir España: la vieja receta de ilegalizar partidos independentistas, la derogación la ley contra la violencia de género, la instalación de muros más altos y pinchos más afilados en las fronteras y el reconocimiento del derecho al uso de armas -él mismo ha reconocido más de un vez que acostumbra a ir armado-. El propio Charlton Heston estaría orgulloso de él.
Es preocupante observar tal grado de aceptación ante un discurso de corte tan desvergonzadamente fascista. Los medios que durante los últimos días han recogido el ascenso de VOX han encendido todas las alarmas.
Sin embargo, lo más grave es que las ideas xenófobas, misóginas y ultra nacionalistas de VOX no son nada nuevo en el estado español. Los remedios que propone Abascal no son, de ninguna manera, propuestas nuevas. La ilegalización de partidos independentistas y su persecución policial no son una simple tendencia política del año 2018, tal y como Euskal Herria ha comprobado durante décadas. Aunque muchos han tratado de mostrar el control de la migración y la ofensiva contra las personas migrantes como una de las banderas de VOX, la realidad es muy distinta: antes incluso de la creación de VOX, el estado español ya contaba con cuchillos bien afilados en las vallas de Ceuta y Melilla.
Es más, los ciudadanos españoles no tienen ninguna necesidad de contar con el derecho a la posesión de armas para que los migrantes sean asesinados. En 2014, el estado demostró en Tarajal su capacidad para hacerlo. Sencillamente, VOX es una versión “sin complejos” del fascismo estructural español.
Y aunque la herencia política de estas ideas fascistas se puedan encontrar en los grandes partidos, de uno u otro color, sigue siendo sorprendente el ascenso experimentado por VOX durante los últimos años.
Analizando los memes, los chistes de Twitter y los videos estilo Schwarzenegger que han tenido Aiaraldea como epicentro, era dificil adivinar que aquel hombre que ascendía el puerto de Urduña corriendo fuera a alcanzar semejante cuota mediática más allá de los grupos de WhatsApp.
El partido VOX se creó en 2014, como si se tratara de un mal chiste, formado por cuatro gatos. A comienzos de este año pusieron en marcha una campaña de crowdfunding para comprar una furgoneta, y cuando Pedro Sánchez ganó la moción de censura, llenaron la Plaza Colón de madrid. Ahora, cuando han pasado nueve meses desde que compraron la furgoneta, tienen la capacidad de llenar hasta los topes la vieja plaza de toros de Madrid.
Santiago Abascal en las instituciones locales
Sin embargo, la carrera política de Santiago Abascal comenzó mucho antes, en las filas del Partido Popular al que tanto ataca. Su abuelo fue alcalde franquista de Amurrio. Queda claro de dónde recoge su herencia política. En su currículum figura con orgullo el título de haber participado en la política vasca. Abascal comenzó su militancia en el Partido Popular en una época marcada por la violencia política de ETA y la ilegalización de los partidos independentistas vascos. Y, al parecer, hoy en día, éste es un argumento válido para justificar cualquier cosa.
Sus cargos, por el contrario, no parecen servirle para justificar muchas cosas, ya que ahí es donde comienzan las mayores contradicciones de su discurso político. Santiago Abascal se considera a sí mismo un perfecto liberal, acérrimo defensor del mercado libre y enemigo declarado de quienes viven de las ayudas públicas. Puede que alguna vez haya trabajado, pero no hay nada que lo acredite. Se afilió al PP con 18 años, y desde entonces, ha vivido exclusivamente de la financiación pública, alimentándose de diferentes instituciones públicas y fundaciones.
A pesar de ser de Amurrio, en 1997 asumió el cargo de concejal en la localidad de Laudio, junto a otros dos miembros del Partido Popular. Jon Karla Menoio, entonces concejal del PNV, recuerda al actual presidente de VOX “mirando hacia Madrid” ya desde aquella época. “Más que la política local, parece que tenía otros objetivos”, subraya el ex-alcalde de Laudio. “En el trato personal era correcto y amable, aunque no compartimos muchos momentos juntos”, recuerda.
Jon Ander Altube también compartió numerosos plenos con Abascal, y también recuerda al político amurrioarra “con pretensiones más allá de las instituciones locales”. Según explica Altubre, Santiago Abascal “vino a Laudio a hacer currículum, no ofreció nada al pueblo… lo suyo era mera presencia”.
El juicio
Jon Ander Altube fue una de las 19 personas juzgadas por la Audiencia Nacional debido a las protestas sucedidas en el Ayuntamiento de Laudio durante el año 2003, tras la ilegalización de la Izquierda Abertzale, y en aquella ocasión, Santiago Abascal también fue uno de los protagonistas.
El juicio se realizó en 2012, y por aquel entonces Abascal ya había comenzado a alejarse del Partido Popular, después de haber vivido cómodamente durante años en distintos puestos de las estructuras del partido: presidente de las juventudes del partido, miembro de la dirección del partido en la CAV, juntero en Araba, parlamentario en Gasteiz…
De hecho, el Partido Popular solo ha apoyado el discurso de Abascal cuando ha estado en la opisición. Cabe recordar las multitudinarias manifestaciones “a favor de la familia” (es decir, en contra de la ley que aprobaría el matrimonio no-heterosexual) o en contra del aborto.
Pero en aquel año 2012, el PP se encontraba en el gobierno y se acercaba al centro en términos ideológicos (no así en términos económicos, ya que en aquella época preparaba medidas como la reforma laboral, entre otras). En la práctica, esto también tuvo su repercusión en el desarrollo del juicio. “Los Abascal se distanciaron del Partido Popular y presentaron una acusación particular”, recuerda Altube. “Resulta paradójico que el abogado que realizó aquella acusación fuese el letrado Javier Ortega Smith, actual número dos del partido VOX”.
De todos modos, aún en la época de mayores discrepancias con el PP, Abascal nunca renunció a vivir del partido ni del dinero público. La propia Esperanza Aguirre le nombró presidente de la Fundación para el Mecenazgo y el Patrocinio Social, donde llegó a recibir un salario de 82.000 euros anuales.
La naturaleza “fantasma” de esta fundación quedó en evidencia, y cuando ésta fue finalmente suprimida, Abascal continuó viviendo de varios pisos financiados por la Fundación DENAES (para la Defensa de la Nación Española) y por el Gobierno de España.
En noviembre de 2013, Santiago Abascal presentó su dimisión como militante del Partido Popular, con la opinión de que el partido se había vuelto demasiado blando. Al parecer, las razones no eran exclusivamente ideológicas, sino que también influyó el hecho de que el PP de Madrid había dejado de financiar la Fundación DENAES de Abascal.
Es innegable el ascenso que ha logrado el partido VOX en cuatro años, aún habiéndose visto obligado a empezar de cero. De nuevo, Abascal dirige su mirada a Madrid, dispuesto a competir en los más altos niveles de la política estatal con un discurso abiertamente “facha”. Sin embargo, la clave no se encuentra tanto en los dos diputados que VOX podría obtener según las encuestas, sino en la influencia que el discurso fascista de este partido podría ejercer sobre los discursos del Partido Popular y Ciudadanos. No hay que olvidar que, debido al conflicto en Catalunya, estos dos partidos han realizado un evidente giro a la derecha.
¿Hasta qué punto logrará Abascal que el PP y Ciudadanos saquen a la superficie, sin complejos, lo que ya llevan en su propia esencia? Esta, y no el vecino de amurrio reconvertido en estrella para memes de Twitter, es la verdadera amenaza.
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