Mas Can-Can y menos hooligan
El pasado sábado 19 de febrero se celebro el dia contra la lgtbifobia en el deporte. Se escogió este dia porque el 19 de febrero es la fecha del nacimiento Justin Fashanu que fue el primer futbolista que se atrevió a dar el paso de reconocer públicamente en 1990 que era homosexual. Desde ese momento tuvo que soportar una dura presión pública y acabo suicidándose el 2 de mayo de 1999 .
Debido a mi carácter pesimista, pienso que combatir la discriminación en el futbol es un acto de fe.
Y es que el futbol, con su carácter de “deporte rey”, es un espectáculo que tiene un carácter esencialmente machista.
No podemos olvidar los intereses económicos que hay detrás de él, en nuestra ciudad , sin ir mas lejos, se prioriza arreglar o agrandar un estadio, mientras muchas personas carecen de recurso habitacionales o no les llega el sueldo para pagar la luz. Pero también están otros intereses mas simbólicos que hacen del futbol, sea este profesional o aficionado, una gran demostración de una masculinidad agresiva y violenta. Violaciones en grupo, como en el caso del Arandina, agresiones sexuales, insultos basados en la falta o ausencia de virilidad parecen estar en el ADN de esta celebración social.
Y es que el futbol, como fenómeno de masas, no es ajeno a los valores de un sistema que necesita de las jerarquías de genero para perpetuarse. No hay mas que ver a una horda de energúmenos, gritando o haciendo sonidos guturales, vestidos con colores que les ayuden a identificarse como grupo, dirigiéndose a un estadio, para pensar que si no eres uno de ellos estas en peligro. Debe ser lo mas parecido a un ejercito animándose para entrar en combate.
Que en la actualidad haya equipos de mujeres, que se exija mas presencia de ellas en las noticias deportivas o que se pida que se dediquen mas recursos a su promoción, no se si son medidas que de alguna manera puedan paliar la agresividad y competitividad salvaje de este deporte. Que sea justo no quiere decir que sea deseable. La igualdad puede ser un medio, pero nunca un fin en si misma.
Lo mismo ocurre con otras formas de discriminación, como el racismo o el ataque a la diversidad sexo-generica. No por que haya mas personas racializadas en un equipo, o mas bolleras garantizan que los mensajes de odio se difuminen, a lo mucho pueden cambiar, pero no mas, y es que la competitividad parece no tener limites y el insulto y el escarnio son utilizados para lograr ganar un partido ajenamente a la destreza de las personas que lo juegan.
Se puede decir que el futbol es un reflejo de la sociedad, pero pienso que es al contrario, que los valores que de él emanan son los que impregnan los comportamientos que nos acompañan en la vida. Unos valores que muchas creemos que no son en los que deberían basarse las relaciones sociales, el trabajo en equipo no siempre es solidaridad, y ganar o perder un partido, o una liga, tiene mucho mas de estatus competitivo que de habilidades con el balón.
Por eso me parece que celebrar un dia contra la LGTBIfobia en el deporte debía ir un poco mas lejos y tendría que cuestionar la estructura violenta y machirula que sustenta este tipo de espectáculos.
Como en el caso de la policía, creo que es muy difícil, que el futbol pueda cambiar, que es mejor que desaparezca y que inventemos otra cosa nueva , con otros valores, con otras formas de comprender, y transformar el mundo, pero se que esto no es mas que deseo , un ejercicio ingenuo por mi parte que no tendrá ninguna aceptación. Yo seguiré evitando el parque del Prado cuando juega el Alavés, seguiré absteniendome de tomar un mariano en la Kutxi cuando haya un “derby” , seguiré cambiando de canal cuenda empieza las noticias deportivas en el Teleberri e intentando buscar algún ápice de erotismo cuando un aficionado siga empeñado en explicarme que es un “fuera de juego”.
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