Italia y otras nacionalidades. Lecciones de las elecciones
Pues sí: la extrema derecha arrasó en Italia y lleva camino de hacerlo en otras partes. Dicen además que la mayoría de sus votos proviene de gentes que antes votaban a la izquierda. Pero lo extraño no es eso, sino que los políticos se extrañen por eso. Uno se pregunta sin querer en qué mundo viven o si no se han enterado de una serie de cosas. Por ejemplo:
1.- Somos tan tontos que seguimos creyendo que hay situaciones en la historia que ya nunca volverán. Aún no nos hemos enterado de que la historia avanza a bandazos y de que nada está nunca ni definitivamente conseguido ni definitivamente superado.
2.- Las clases medias bajas están hartas. Habría que hacer una encuesta preguntando a los votantes de la señora Meloni si dieron un voto de esperanza o simplemente un voto de castigo. El concubinato de las izquierdas con el capitalismo y los gobiernos ha acabado por travestir a la izquierda, como muestran los ejemplos que siguen:
3.- Izquierda burguesa.- Falta de auténtica justicia social, la izquierda trata de mantener su identidad con otras reivindicaciones que pueden tener su legitimidad pero son, a pesar de todo, secundarias.
4.- Izquierda injusta. Ya Hegel se quedó aterrado al comprobar que todo nuestro progreso había sido hecho con víctimas. Pero Hegel terminó aceptando las víctimas como precio del progreso. Y algunos políticos siguen hablando hoy ingenuamente de “un gobierno de progreso”, sin sospechar que pueden estar hablando de un gobierno con víctimas y con muchos sufrimientos.
Esto por lo que toca a las izquierdas. Pero los síntomas siguen.
5.- Políticas de parches. Los parches son necesarios, por supuesto. Pero para curar un mal es más importante conocer sus causas que ponerle parches. Y ahí tenemos como ejemplo esa atrocidad de la violencia machista. Los políticos se limitan a medidas de alejamiento y llamadas gratuitas al 016; pero todxs sabemos que para resolver un problema difícil hay que estudiarlo a fondo y saber por qué se produce.
6.- Nuestro futuro inmediato se está poniendo amenazador. Lo justificamos echando la culpa a Putin. Y siempre habrá algún criminal que sirva para justificarnos. Pero olvidamos que por criminal que fuera Hitler, los alemanes han demostrado no ser criminales. Y por asesino que sea Putin, los rusos no lo son. Simplemente, el hitlerismo fue una reacción al mal trato dado a Alemania en la paz de Versalles, como lo de Putin es un efecto del mal trato dado a Rusia por el “imperialismo defensivo” de la OTAN. Claro que, para que reconozcamos esto, habrán de pasar por lo menos cincuenta años.
7.- Derechos inhumanos. Otro pecado capital de nuestra situación es la perversión de los llamados derechos humanos, que nacieron y fueron formulados como una norma para tratar a los demás, y se han convertido en una justificación de los propios caprichos, donde el fin justifica todos los medios.
8.- En el fondo de todo, los acontecimientos van demostrando progresivamente que, en realidad, capitalismo y democracia son incompatibles: porque el verdadero poder no lo tienen los políticos sino los poderes económicos. La democracia se convierte en plutocracia; y esta se apoya en una pseudocracia, donde las mentiras de las redes sociales convencen más, porque se dedican a decirnos aquello que queremos oír y no aquello que necesitamos saber.
9.- Saliendo de Italia tenemos aquí en casa el escándalo increíble de nuestros poderes judiciales (donde ni la amenaza de dimisión del señor Lesmes parece tener eficacia), y ese sainete trágico de Juntscon su fanatismo de neoconversos, donde los protagonistas contradicen su mismo nombre, tercos como niños pequeños cabreados, inconscientes del disgusto que provocan y dispuestos a no ceder ni una coma creyendo que todo se arregla con criticar al otro.
10.- Estas son las nubes que oscurecen nuestro horizonte; y habría que añadir que no son todas: ahí está la batalla ecológica, ya perdida, y la educación (¿formar personas o formar técnicos?) Con esas nubes se comprende que pueda caer un chaparrón de extrema derecha. Por eso no he querido decir que tuvieran razón los que votan y votaron a la señora Meloni en Italia o a Vox en España. Quiero decir simplemente que estamos hartos: Y ya sabemos que, a nivel de reacciones colectivas, la hartura suele ser un mal consejero.
¿Pesimismo? No necesariamente. Sigo creyendo con Camus que “en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”. Y estoy seguro de que, cuando llegue “la peste”, esas cosas admirables reaparecerán. Lo único triste es que haya que soportar tantas víctimas, tantas muertes y tragar tantos problemas de “salud y sanitarios, de empleo y trabajo, de educación y de justicia…” y pararnos a esperar hasta entonces.
Está claro que tenemos que seguir luchando en las raíces y trincheras de la ESPERANZA.
Vive y trabaja para ser útil,
no importante;
vive para ser feliz,
no poderoso;
lucha para llenarte de Paz,
y todo eso, siempre, comparte
y reparte con Justicia y Equidad
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