De romantizar el “Porque sin nosotras no se mueve el mundo”
Es una de las frases que el movimiento de trabajadoras de hogar y de cuidados mas repite en sus reivindicaciones y parece de lo mas simple, y hasta romántica en relación al poder que tenemos las mujeres, sin embargo, encierra una realidad en la que no profundizamos y tampoco cuestionamos, y quizá, a propósito de que este miércoles 30 de marzo es el Día Internacional de las Trabajadoras de Hogar y de Cuidados, debamos hacerlo.
En el País Vasco, los últimos datos, del 2021 por cierto, nos dicen que más del 80% de las tareas del hogar y más del 70% de las de cuidados son realizadas por mujeres. La División Sexual del Trabajo y la distribución desigual de las responsabilidades en el ámbito reproductivo de la vida, el “familismo” en los cuidados nos siguen afectando a las mujeres más allá de que en otros ámbitos veamos algunos avances; aquí seguimos viviendo discriminación.
En el caso de la externalización de los cuidados, es decir de contratar los servicios de cuidados y de trabajo de hogar en más del 80%, quienes realizan estas actividades son mujeres migradas, que en la mayoría de los casos me atrevería a decir, trabajan en condiciones laborales violatorias a sus derechos fundamentales.
El no pagar el salario mínimo exigido por ley, el no respetar los tiempos de descanso obligatorios, los días de fiesta, el no tener derecho a prestación por desempleo, el cotizar por tramos a la seguridad social, cuestión que afecta a la jubilación, el despido fácil y sin consecuencias son el pan de cada día de este colectivo. La negación del Gobierno de España de no incluir de una vez por todas esta actividad en el régimen general, en el que están todas, ni ratificar instrumentos como el Convenio 189 de la OIT y sus Recomendaciones o la reciente Sentencia Europea y los fallos judiciales que certifica que las mujeres enfrentan total discriminación, agrava las cosas.
Las condiciones de precariedad y desprotección que las mujeres enfrentan interseccionando con otras opresiones como por ser migradas, la Ley de Extranjería que permite vulnerabilizar más a un buen número de mujeres que no pueden obtener sus permisos de trabajo a pesar de estar trabajando y no cotizar a la seguridad social, vivir el racismo social cotidiano en sus trabajos y la sociedad en la que viven, o estar desprotegidas más si cabe de muchos abusos o situaciones de varias violencias machistas como el acoso y hasta violaciones sexuales por parte de empleadores, o de la explotación laboral que hacen las empresas y agencias de contratación y/o intermediación a las que acuden varias familias vitorianas favoreciendo peligrosamente el papel del mercado en el cuidado de la vida.
“Porque sin nosotras no se mueve el mundo” entraña una realidad aplastante e injusta en la que las trabajadoras, resultado de la migración femenina por las crisis de reproducción social en países del Sur global, donde el colonialismo sigue determinando vidas; son mujeres que conforman “cadenas globales de cuidados” y sostienen, con sus cuerpos y su salud emocional y física buena parte de la crisis de cuidados que las sociedades del norte viven, en las que la mayoría de los hombres europeos no quieren revisarse sus privilegios de género y casi nadie decimos nada.
Las mujeres que trabajan en cuidados y trabajo de hogar quizá sean la parte más vulnerable de la ecuación de los cuidados en la que también intervienen las personas cuidadas, las familias, comunidad y sociedad, las instituciones publicas y para nuestro pesar el mercado. Con esto no quiero obviar situaciones como que el derecho al cuidado tampoco existe para muchas familias del norte, en este sistema económico en el que solo quienes pueden pagar cuidados y acceder a los escasos recursos públicos sobreviven en este “sálvese quien pueda” de un sistema y estructura capitalista en la que nos vemos inmersas que no cuida la vida y que tiene resultados crueles como lo visto en las residencias de personas mayores en esta pandemia.
Aunque este día 30 de marzo la reivindicación central es la de las trabajadoras, bien haríamos en escuchar el llamado de atención que desde el movimiento feminista se esta haciendo para que participemos en la definición de un “Sistema publico-comunitario de cuidados” en el que se respeten los derechos humanos de las trabajadoras, la dignidad de las personas cuidadas, en el que hagamos de una vez por todas la repartición justa de las tareas de cuidados y de trabajo de hogar, en la que la sociedad y la comunidad en general asuman su responsabilidad, en la que saquemos al mercado de este ámbito y sobre todo, las instituciones asuman y garanticen los cuidados como un derecho público y universal, consiguiendo así una verdadera democratización de los cuidados.
Las mujeres en general y algunas en particular, ya estamos cansadas de mover y sostener el mundo, así que ya es hora de revolucionar los cuidados por parte de todas y todos. El día 2 de Abril, sábado las compañeras de la Asociación de Trabajadoras de Hogar y de Cuidados alavesa saldrán a la calle a las 5:00, en la Virgen Blanca, desde aquí un llamado para apoyar sus reivindicaciones.
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