No me gustan los partidos.
No me gustan los partidos. Y no me gusta que nos digan los proyectos que han pensado para nosotras.
Entiendo que antes, en tiempos de mis abuelas o madre, cuando la mayoría de la gente no tenía mucha instrucción académica ni mucha información independiente y, material y emocionalmente estuvieran sujetas a curas o terratenientes, quizás fuera inevitable que los burgueses que habían inventado los partidos a su imagen y semejanza (es decir, la política como negocio y no tanto como servicio público) fueran quienes proyectaran el territorio según sus voluntades, modas y ciencias y tecnologías.
Pero ahora muchísima gente hemos llegado a la universidad, nos hemos formado de manera autodidacta, nos sentimos autónomos de religiones organizadas y nuestras relaciones laborales no son del todo (entre comillas) verticales. Además, gracias a internet, tenemos información que podemos escoger para cualquier interrogación que nos plantee la vida y sus retos, estamos relacionadas con gente de todo el mundo, y por tanto con su conocimiento. Relaciones y conocimientos que, además, podemos profundizar gracias a la democratización del transporte. Y estamos preparadísimas para formar parte de la inteligencia social que es la que debe decidir que debemos, podemos hacer hoy en día con las oportunidades y retos del momento históricos. Muchas de nosotras, en un grupo en el que tomara parte la administración, la ciencia, la sociedad organizada, la empresa y la ciudadanía, podríamos tener un papel significativo, horizontal, nutritivo y emocionalmente enriquecedor. ES decir, muchísimas estamos preparadas para hacer política desde el punto de vista ciudadano, para dar conciencia a nuestras verdaderas necesidades, a posibilidades de cubrirlas, a inventar. Tejer comunidad. Y nos gustaría que los partidos nos dijeran: Vamos a trabajar por generar una estructura de participación ciudadana en la que entre todas elijamos que vamos a hacer.
Leí en un artículo hace poco que el PSN, en estos momentos titular del gobierno de Navarra, es en realidad un grupo de unas 500 personas que deciden. Imaginemos que el número de líderes del resto es este también. Entre PP, UPN, EHBildu y Nafarroa Zurekin, pues puede resultar que unas 2500 personas están decidiendo, de una manera u otra, lo que necesitamos 600.000. Como experta en mi ciudad y después de mil años con UPN, 4 con un Cuatripartito, mi valoración es, tristemente, que esos grupos de gente no son lo suficientemente inteligentes ni salvaguardan el sentido común con la excelencia que se debiera. Y porque son tontos sociales o idiotas sociales¡¿ yo creo que porque son pocos. Simplemente.
Tampoco quiero decir, por supuesto, que todos los políticos son iguales. Flaco favor nos hacemos pensándolo. Claro que existen diferencias de personas. Hay diferentes puntos de vista, ética social, procedencia, formas de vida, valores personales. Y también hay gente mas valida o menos en todos los partidos. Aunque ya se sabe la lucha de poder que hay dentro de cada uno. Y está bien que veamos la diferencia porque con esta sociedad tan compleja que vivimos, en la que te pueden operar el cerebro o te pueden repartir dinero en una pandemia o, llegado el caso, se racionalice el uso del agua, necesitamos administración publica. Hasta ahora han sido los partidos y el funcionariado. Pero así como el funcionariado funciona, con sus taras, como todas, los partidos ya no valen. Y la mejor muestra es que los partidos progresistas, también entre comillas, necesitan las coaliciones para gobernar.Debemos superar las diferencias ideológicas en la gestión de la administración pública. Debemos superar que grupos concretos gobiernen para todas.
Sin embargo, para aquellas que ahora mismo se enfurruñan en casa con el tema y se fijan en todos los defectos de los partidos y piensan en no votar, o en que necesitan otro partido o en reventar el estado y empezar de nuevo (como se nota que no están viejas y creen que no tienen nada que perder en esa hipotética revolución que nos depure ), les diría que el mayor problema político en nuestra sociedad no son los partidos, sino los millones de personas que no salen a la calle a hacer comunidad, a hacer agentes civiles que propongan, negocien y logren financiación y ejecución para proyectos que si interesan al común. Y que si salen, lo hacen en el universo seguro de grupos de pertenencia que como los partidos, tampoco representan a todo lo que somos todas juntas.
Asi que, felices elecciones pero, nos vemos el día siguiente en la calle, a currar de manera constructiva fuera de nuestros grupos de pertenencia, con la vecindad. En un proceso feliz. Equitativo. Emancipador. Ético.
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