Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases
Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases: algunas reflexiones sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Mientras miramos al conflicto entre Rusia y Ucrania de forma caricaturesca y romantizada (desde la épica de la “lucha contra el nazismo”, al ingenuo “no a la guerra”), la guerra está teniendo ya efectos concretos, en sus aspectos militares, económicos, políticos y sociales.
Lejos de los esquemas de la guerra fría, en este conflicto no hay ningún frente popular, antifascista y anti-imperialista. Lo que hay son dos bloques burgueses contrapuestos: el de la OTAN (que quiere reforzar su posición en Europa oriental y apoya a los nazis ucranianos) y el dela oligarquía rusa, que quiere proteger sus intereses militares y económicos en la región. Y, que nos quede claro: mientras una de las burguesías nacionales saldrá ganadora, la clase trabajadora rusa, ucraniana, europea y de EEUU, acabe como acabe la guerra, saldrá perdiendo.
Antes de pasar a analizar los efectos, ¿cuáles son las causas del conflicto? Mucho se ha dicho en estos días, pero no sobra remarcarlo: LA OTAN ES LA RESPONSABLE DE LA GUERRA. Por un lado, por su papel en la desestabilización de la región en los últimos 8 años: apoyo al golpe de Estado de 2014 en Ucrania, armamento de las milicias nazi, ruptura reiterada de los Acuerdos de Minsk, complicidad y legitimación del terrorismo de Ucrania en Donbass y del exterminio de la población de la región. Pero, por otro lado, y más relevante, la desestabilización regional de la OTAN empieza mucho antes: con la caída dela URSS y la política de rapiña y saqueo empezada por el capital global en la región, mediante la conversión a la economía capitalista y la política neo-liberal. Junto con la expropiación de recursos y medios de producción en la ex-URSS, empezaron los movimientos geopolíticos: cercar económicamente y militarmente a Rusia fomentando la construcción de un bloque OTANista en toda la región. El fin de la historia tenía que pasar por el fin de los dos bloques y del multilateralismo, con un único objetivo: la hegemonía capitalista y OTANista a nivel global.
Está claro que la OTAN, que hoy va de paladín de la paz en Ucrania, es culpable de la desestabilización de la región en los últimos 30 años. Pero, si estas son las causas, ¿cuáles son (y serán) los efectos de este conflicto? Como dicho, ya podemos ver efectos a diferentes niveles.
Plano militar:
El imperialismo OTAN, único responsable de la guerra, saldrá reforzado, habiendo puesto a prueba la docilidad de la UE (cuyas posiciones atlantistas nunca habían sido tan unánimes) y expandiendo su área de influencia a Finlandia y Suecia (históricamente neutrales).
Se confirma que, mientras el eje del saqueo imperialista global sigue siendo Norte-Sur, el eje de la lucha geopolítica y de conflictos inter-imperialistas entre burguesías globales es y será en las próximas décadas el eje Oeste-Este (Atlantismo vs. Rusia-China).
Plano económico:
Mucho se está hablando de guerra híbrida: no tanto de carácter militar, sino económica, digital, informativa, etc. Esta “nueva” forma de guerra presenta un aún más marcado carácter de clase. Las sanciones económicas, por ejemplo, anunciadas a bombo y platillo por el eje atlantista, son un castigo para la clase trabajadora, porque llevarán a una degradación sin precedentes de sus condiciones de vida. Éstas, lejos de tener efectos sobre el conflicto militar, sirven como arma política, para exacerbar un falso antagonismo(“pueblos civilizados occidentales” vs. “Rusia”) e invisibilizar el antagonismo principal que está a la base de la sociedad capitalista (clase trabajadora vs. burguesía). Los efectos de estas medidas serán, tanto en Rusia como en Occidente, un dispararse de la inflación y el encarecimiento de productos básicos como el pan, el gas, la gasolina y, en general, el precio de la energía.
Es demencial pensar que los efectos de las sanciones “van a hacer daño a Rusia”. Los oligarcas rusos seguirán suministrando materias primas a Occidente y seguirán consumiendo los productos de lujo producidos en Europa (como Armani, Gucci o diamantes belgas, sobre los que no se aplican los paquetes de sanciones). La burguesía europea y de EEUU seguirá haciendo negocios con la rusa. El capital financiero tampoco pagará (¿O nos hemos olvidado que al primero riesgo de caída de la ganancia los Estados capitalistas van a rescatar las deudas de los bancos, es decir, a socializarla?). La única que pagará, con sangre y sufrimiento, será la clase trabajadora, porque estas sanciones querrán decir pauperización, caída de los salarios reales, mayor inflación y deuda pública. Cuando hablan de sanciones como arma diplomática, lo que está en juego en la mesa de las negociaciones es la vida o muerte de la clase trabajadora.
Plano político:
Respecto a la “libertad de información”, la decisión de la Comisión Europea de prohibir RT y Sputnik marca un precedente gravísimo y que dejará cola: medios de comunicación que, en el medio de una guerra mediática y difusión de bulos y fake news sin precedentes, son prohibidos, debido a su “desinformación dañina” (sin aportar pruebas). Esto debería de hacernos resonar los últimos documentos de Estrategia de Seguridad Europea (o, en el caso español, la Estrategia de Seguridad y la LSN), que hablan expresamente de la producción de campañas de desinformación como un problema de seguridad nacional y prevén la posibilidad de intervenir los medios de comunicación por cuestiones de Seguridad. La ofensiva de la CE contra RT y Sputnik nos da un aviso sobre qué futuro nos espera para la “libertad de información”: censura política en nombre de la seguridad.
Pero los efectos políticos no se ven solo en los países OTAN: la clase trabajadora rusa también está pagando el precio de esta guerra, no solo en términos económicos, sino de libertad política. Por una parte, Putin está reforzando su discurso nacionalista y anti-comunista gracias a la ofensiva en Ucrania. Por otra parte, está aprovechando la “unidad patriótica” anti-OTAN para aumentar la represión en Rusia, como demuestran las detenciones de militantes comunistas, aprovechando el principio de la intervención.
Finalmente, la cuestión del “mercado de los refugiados”: La UE ha aprobado, por primera vez en su historia, la “acogida ilimitada” de ucranianos. Una medida sin precedentes, que nos habla del rol de los refugiados en la nueva fase imperialista. Una vez más, los refugiados son convertidos en armas de guerra -sea como instrumentos disuasorios o de chantaje (como Turquía con los sirios o Marruecos en la crisis saharaui), sea como heroicos símbolos a exponer en la batalla mediática contra el enemigo (como en este caso). En los dos casos, los refugiados son reducidos a mercancía y botín de guerra geopolítica, dehumanizados y cosificados. En un mundo en el que la guerra imperialista es permanente, el mercado de refugiados se convierte en “parte activa” de ella, sea como pobres víctimas a exponer, sea cm arma diplomática de chantaje.
En conclusión vemos que esta guerra será larga y muy dura. Todavía no sabemos quién será el ganador, ni si habrá un ganador. Pero sí ya tenemos y sabemos quiénes son los vencidos y los perdedores: la clase trabajadora, la clase desposeída, su libertad política y su derecho a la información.
Hala Bedi babestu nahi duzu?
Hala Bedin proiektu komunikatibo libre, komunitario eta eraldatzailea eraikitzen ari gara. Egunero, ehundaka gara proiektuan parte hartzen dugun pertsonak, eragiten digun errealitatea behatuz eta hura eraldatzen saiatuz, herri mugimenduekin batera.
Gure edukiak libreak dira, inork ez digulako agintzen zer argitaratu dezakegun eta zer ez. Eta eduki hauek dohainik eta modu libre batean zabaltzen ditugu, hedapena, elkarbanatzea eta eraldaketa helburu.
Halabelarririk gabe, Hala Bedi ekonomikoki sostengatzen duten bazkiderik gabe, hau ez litzateke posible izango. Egin zaitez halabelarri eta babestu Hala Bedi!