Clamoroso silencio
A medida que transcurría el tiempo de este obligado parón, han ido apareciendo reflexiones variopintas con interpretaciones muy diversas sobre lo que estaba y está ocurriendo: Causas, consecuencias, miradas hacia el presente-futuro próximo…
Me refiero concretamente a diferentes documentos que se han ido publicando en nuestro País en este contexto de colapso e incertidumbre en el que aún estamos inmersas. En ellos se recogen diferentes ideas, conceptos teórico-prácticos que se consideran fundamentales a tener en cuenta para avanzar en la construcción económico-socio-política de otra Euskal Herria.
Y en esta escotilla quiero compartir algunas cuestiones que me enfadan y preocupan de forma especial, por las omisiones observadas en algunos manifiestos a los que he tenido acceso y que son los siguientes: “Plan de emergencia JAIKI norabide berri bati ekiteko” “Por una economía ecológica en la EH post-COVID19” “Euskal Herria para las personas” y “Benetako Green”. Quiero pensar que la finalidad que mueve a los diferentes grupos que han elaborado estos documentos, es la de caminar hacia otro modelo social. Entonces ¿cómo no se hace ni una sola mención, ni a las cárceles de nuestro País, ni a la importante industria de producción militar en Euskal Herria y a cuánto le rodea: (apoyo institucional: Gobierno Vasco, Universidades, Banca…)
En estos comunicados se insiste en la necesidad de “colocar la vida y los cuidados en el centro” así como de la necesidad de reflexionar y repensar los modelos de producción y consumo actuales y si éstos responden a las necesidades sociales. Y me pregunto: Si se ignora la realidad de las cárceles en Hego Euskal Herria, si se invisibiliza la pujante producción militar, industria de la muerte, en nuestro país… ¿dónde quedan estas bonitas ideas?
La Institución-Cárcel, es la máxima expresión de la violencia de Estado. La industria militar es responsable de guerras, expolios mil, muerte, desplazamientos forzosos de millones de seres humanos… Entonces ¿cómo encaja la tan omnipresente declaración de “colocar la vida y los cuidados en el centro” considerada como reivindicación clave en la construcción política-económica-social en la nueva realidad soñada?
Ni siquiera una tímida denuncia ni exigencia por el incumplimiento continuo de los compromisos asumidos por el Gobierno Vasco y recogidos en la Ley 14/2007 del 28 de diciembre de Carta de Justicia y Solidaridad con los Países Empobrecidos, que en su artículo 3 establece que: «En sus políticas de promoción y apoyo a las empresas, el Gobierno Vasco no colaborará de ninguna forma con aquellas personas físicas o jurídicas dedicadas a la producción, comercialización y financiación de armas».
Tabú, indiferencia, miedo a las consecuencias que pudieran derivarse por abordar temas que socialmente puedan provocar rechazo, o que resulten políticamente no correctos, y/o problemáticos? KONTATZEN EZ DENA EZ DA. LO QUE NO SE CUENTA NO EXISTE.
¿Falta de información? En nuestro País, existe una larga trayectoria de colectivos comprometidos, durante décadas, en plantar cara a la prisión, al militarismo y a la producción militar. Colectivos sociales que han realizado un ingente trabajo de reflexión, investigación, divulgación y denuncia. Y que además plantean alternativas socio-económicas y políticas posibles y viables. ¿Se les conoce, se les ha tenido en cuenta?
Pero a pesar de todo se va caminando para que estas realidades tan ocultas y desconocidas vayan aflorando para que formen parte de la conciencia colectiva. A comienzos de este año se celebró un encuentro de grupos antimilitaristas de Euskal Herria para poner en común experiencias y reflexiones en torno a la denuncia del gasto militar, las fábricas de armas, la “Banca Armada” o instalaciones militares, con el objetivo de colaborar, y de poder hacer un trabajo más efectivo en oposición a las guerras y el militarismo.
Para finalizar me quedo con las aportaciones recogidas en los últimos comunicados de grupos de mujeres antimilitaristas y feministas:
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Urge desmilitarizar la sociedad.
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Urge suprimir los gastos militares y reinvertirlos en servicios públicos y en el bienestar de las personas.
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Urge reconvertir la industria armamentística en producción para el uso civil, atendiendo a criterios éticos, imprescindibles, sostenibles y solidarios.
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Urge poner límite al consumismo desenfrenado, insostenible en relación a los recursos planetarios e incompatible con una buena vida para todas las personas.
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Ya es hora de acabar con las armas y la industria militar, y poner la vida en el centro de la política y del sistema.
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¡LAS GUERRAS EMPIEZAN AQUÍ!
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