Chocolate
“Mmmmmmmmmmmmmmmmmm… chocolate… – Homer Simpson”
Con motivo de un esperado encuentro familiar … ¿qué mejor ocasión para regalar un delicioso chocolate artesano, a sabiendas que agradaría a quienes formaban parte del grupo? En una tienda de productos de chocolate artesano de Gasteiz, compré tabletas de chocolate de varios países de África y América del Sur. Y como motivo de decoración se me ocurrió recabar una pequeña información de los países de los que procedía el artesano y exótico chocolate para dotar de un toque especial a las tabletas en cuestión. Y, sin pretenderlo, me encontré con una realidad desgarradora totalmente desconocida para mí: la esclavitud infantil que se esconde tras una inocente tableta de chocolate y la terrible e inhumana explotación infantil que rodea a la escandalosa y lucrativa industria del cacao. Y quiero compartirlo con quienes estáis escuchando. Vamos a ello.
La esclavitud infantil que se esconde tras las tabletas de chocolate que consumimos.
Originario de América y que llegó a Europa de mano de los colonialistas españoles, el cacao ahora es sobre todo africano: más del 70% del producido en el mundo crece en este continente.
“Si habéis comido mucho cacao en los últimos veinte años, entonces os habéis alimentado del trabajo infantil, de la esclavitud, trabajo infantil con productos químicos muy peligrosos, machetes y cargas muy pesadas”, aseguran algunas ONGs. Parece descabellado, pero desafortunadamente es la realidad de muchos niños en Costa de Marfil, país que produce alrededor del 40% de la producción mundial de cacao. Un sector que emplea más de dos millones de niños, según un informe realizado por 15 ONG europeas en 2018. Los menores originarios de Burkina Faso trabajan gratis en las plantaciones de cacao. Sufriendo la sequía y el hambre, están dispuestos a trabajar a cambio solo de comida”. Y este trabajo infantil en la cadena de producción del chocolate no solo no ha disminuido, sino que ha aumentado del 30% al 41%.
Las 7 multinacionales más importantes del mundo (Hershey, Mars, Nestlé, ADM Cocoa, Godiva, Fowler’s Chocolate, Kraft), son conscientes de la situación pero miran para otro lado. (*)
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El pasado 26 de septiembre partió de Irún la “Marcha a Bruselas” con el objetivo de denunciar las políticas migratorias asesinas, las muertes de migrantes en las fronteras, la responsabilidad de la Unión Europea… y para exigir todos los derechos para todas las personas.
Tras pasar por Paris, Poitiers, Calais, y Lieja, llegamos a Bruselas, también conocida como “capital europea” El olor a chocolate flota alrededor de cada esquina y de cada calle y estará omnipresente en todas las actividades que tenemos previstas realizar en esta ciudad. Su delicioso y tentador aroma me trasladó a los cultivos de cacao.
El intenso programa de denuncia y encuentro con los colectivos en situación de lucha de las “Personas Sin Papeles en Europa” nos permitió conocer las realidades que viven éstas personas. Por su importancia, puesto que fue el origen de organización, cohesión y lucha de este colectivo de personas, citaré la huelga de hambre, de dos meses de duración, que tuvo lugar en la Iglesia San Juan Bautista erigida en el corazón de Bruselas.
Tras varios años de lucha en concentraciones, marchas o encuentros con dirigentes y hartos del inmovilismo político, los inmigrantes cambiaron de estrategia y optaron por la ocupación de espacios simbólicos.
El 23 de mayo del pasado año 2021, 475 migrantes sin papeles comenzaron una huelga de hambre en la iglesia de San Juan Bautista y en dos campus universitarios para pedir al Gobierno belga la regularización de su situación al grito de “no somos ciudadanos fantasmas”. Ante la falta de respuesta del Gobierno belga, algunos de ellos dieron un paso más iniciando una huelga de sed.
Reclamaban un cambio legislativo que les permitiera acogerse a un proceso fiable para solicitar la residencia en el país. También exigían su regularización porque la situación de extrema vulnerabilidad les expone a prácticas de explotación, especialmente en el ámbito laboral y la vivienda. Situaciones que se agravaban en el caso de las mujeres.
En Bélgica, viven 150.000 inmigrantes indocumentados que llevan una media de 7 años viviendo en el país. 150.000 personas que tuvieron que abandonar sus países y que solamente buscan su lugar en el mundo. Fronteras, muros y alambradas mutiladoras, impiden a cal y canto sus desplazamientos y movilidad humanas.
En contraposición, las materias primas utilizadas en la producción de chocolate no son originarias de Bélgica; la mayor parte del cacao se produce en África , América Central y América del Sur PERO… miramos para otro lado y se permite y potencia el expolio y la libre circulación del cacao extraído por el trabajo esclavo de millones de niños y niñas de África…
¿Cómo hemos normalizado tanta indiferencia, tanto disparate, tanta inhumanidad?
¿Podemos comer chocolate? Si ¿Dónde adquirirlo? En las tiendas de comercio justo.
Como consumidora he decidido: Informarme e informar a obradores y pastelerías artesanales de Gasteiz sobre el origen del cacao que utilizan y b) consumir y regalar chocolate de comercio justo.
(*) Puede que el periodista danés Miki Mistrati sea el que más cerca haya estado jamás de responder a la pregunta “¿el chocolate que consumimos está producido por niños esclavos?”. Ese fue el interrogante con el que arrancó su documental “El lado oscuro del chocolate”.
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