Rebeldes, inconformistas, disidentes
“Se hace oscuro, pero yo canto / porque mañana va a llegar”. Frente al nihilismo impotente, el verso del poeta brasilero Thiago de Mello, escoge la esperanza como condición de posibilidad para cambiar el mundo.
¿Qué hacer para enfrentar los desafíos del mundo en el que vivimos? Thiago de Mello nos dice que cuando se hace oscuro, él canta. Arte, música y poesía como conjuro para disolver las sombras y recuperar el horizonte. Para volver a dibujar en el mapa la isla de Utopía, una isla dibujada con carboncillo suave, para que cada nueva generación pueda borrar sus límites y reimaginar su contorno. Porque el horizonte de derechos es dinámico. No puede quedar embalsamado por las tradiciones y legados del pasado. El mejor tributo a las luchas precedentes es seguir luchando. Un programa utópico que no se conforma con la injusticia y la desigualdad, que se rebela contra un mundo crecientemente autoritario, que quiere ir más allá de consolidar los derechos actuales, que no se deja atrapar por el canto de sirena del pragmatismo y del mal menor.
Lo conocido es tranquilizador. Y la tranquilidad es una forma de anestesia. Salirse de la fila, descarrilar, desobedecer, caminar contracorriente, exige coraje. Tenemos que entrenar la disconformidad. Ser tenazmente rebeldes y perseverar en los esfuerzos, especialmente aquellos que parecen condenados al fracaso por la magnitud del desafío, eso es lo que define al ciudadano que no se conforma.
Como señala Adorno, “la fantasía exacta de un disidente puede ver más que mil ojos a los que les han calado las gafas rosadas de la unidad y que, en consecuencia, confunden todo lo que perciben con la verdad universal”. La disidencia exige coraje y lucidez. Capacidad para enfrentarse a uno mismo, a la inercia de la trayectoria y la experiencia, siempre conservadoras. Capacidad para sacudirnos el pegajoso abrazo la tribu. La disidencia es una brújula para navegar en un mundo sumido en las tinieblas de la ortodoxia y el pensamiento convencional.
Foucalt preguntó a Chomsky: ¨¿Cómo vas a creer que puedes cambiar a toda la humanidad? Es imposible.¨Chomsky le respondió: “Si asumes que no hay esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que hay un instinto hacia la libertad , entonces aun hay posibilidad de cambiar las cosas.
Sigamos con Galeano: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Sirve para eso, sirve para caminar.”
El programa de la utopia es el programa de la esperanza. Como el mezcal, te pone mágico, es capaz de re-imaginar el mundo. Imaginar un mundo mejor es el primer paso para conseguirlo. Con realismo, con determinación, con audacia. Sin límites. Somos fuego si alguien nos enciende.
Joxean Fernández
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