Los límites de la ficción
La ficción se inventó porque con la realidad no nos bastaba. Un mundo nuevo con otras reglas y con posibilidades infinitas en el que dejamos de ser esa cara demacrada del carnet de identidad para convertirnos en cualquier cosa que abarque nuestra imaginación. Otras veces nos sobra con la realidad e intentamos sumergirnos en la
ficción con tal de escapar del aburrimiento o de la crueldad.
Algunas usamos la literatura como portal hacia ese mundo, miles de ventanas abiertas a incontables realidades, historias, personajes y situaciones. Tristemente, en los libros encontraremos vidas fascinantes por la perfección y felicidad en ellas descritas o por la
abrumadora desgracia que las ahoga que jamás llegaremos ni siquiera a saborear. Es como ver un documental en el que se presenta a las últimas personas poseedoras de una lengua antigua. Cada libro alberga un tesoro único, un cosmos intransferible e irrepetible.
Sin embargo, ¿existe un límite? Como se dice del arte, ¿está todo inventado?, ¿la ficción es finita?, ¿es verdad que ya nada nos sorprende? Quiero pensar que nuestra imaginación y poder creativo no tienen límites y que la situación hoy en día es muy distinta. Nos hemos acostumbrado a la novedad, parece que cada día se invente algo y por ello la ficción ha sido tan moldeada, maltratada y reinventada que parece agotada.
El problema de todo esto no radica en los límites de la capacidad creativa sino en el conformismo. Es decir, una vez aceptamos los nuevos paradigmas nos acoplamos a ellos y creemos que de haber alguna innovación se realizará sobre lo ya existente. Por poner
un ejemplo, la nueva ola de ciencia ficción se asienta sobre los cimientos de la cuestión de la toma de conciencia de los robots. Una idea de lo más revolucionaria que hemos normalizado, sobre la que se han inventado mil variantes de la misma ficción.
Ya no nos sorprende que las ciudades se devoren unas a otras, que haya una rebelión de robots o que se produzcan holocaustos zombis. Hemos abierto el abanico de posibilidades al infinito pero somos nosotras mismas las que coartamos la amplitud del mismo. Tenemos la mente mucho más preparada para la novedad pero a la vez menos
inocente a la hora de sorprendernos por lo pueda ofrecernos esa nueva realidad.
No quiero decir la típica frase de “todo tiempo pasado fue mejor” pero deberíamos recuperar esa ilusión por lo que la literatura todavía puede ofrecernos, apostar por las nuevas escritoras y por su talento. No todo está inventado y mucho menos en el basto
campo del arte, siempre hay innovaciones por pequeñas que estas sean y la ficción tendrá un hueco en cada estantería de cada hogar con la que podamos seguir sorprendiéndonos.
El quid se haya en agudizar la vista y no dejar de echarle un ojo al escaparate de esa librería de barrio que todas tenemos a mano. La ficción sigue siendo inabarcable, sigue expandiéndose y sigue maravillándonos con nuevas perspectivas, nuevos universos y
nuevas técnicas narrativas. Y por supuesto, nuevas lectoras detrás de cada página que ya sea por placer o por escapismo, escogen la ficción literaria como ventana al País de las Maravillas.
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