La mirada es culpable también
El horror vuelve a presentarse ante nuestras narices. No hay escapatoria ni posible disuasión a la contemplación de la mirada de desesperación de una cría de tigre de bengala que muerde los barrotes de la jaula en la que la han apresado en India. Tampoco se puede apartar la mirada de la melena de Rapunzel que una joven argentina deja crecer como muestra del devenir del tiempo tras más de 200 días de confinamiento. Y, por supuesto, no hay ceguera capaz de ocultar el mensaje de protesta detrás de los vestidos colgados sobre las cruces de los centenares de niños indígenas fallecidos en Canadá en escuelas de integración en las que se les forzaba a renunciar a su ser y asumir la nueva identidad nacional canadiense.
Un año más, el palacio en la colina de la ciudad, Montehermoso, acoge la muestra World Press Photo en la que se premian los foto reportajes más destacados del año 2021. El solemne escenario del depósito de aguas es hogar del horror de un año marcado por la guerra, la soledad, la devastación y la represión. En años anteriores, se atisbaba una luz, un rayo de esperanza en la muestra, que calmaba el malestar de la espectadora y servía de contrapunto al lúgubre ambiente general.
Sin embargo, la exposición que podemos visitar hasta el 13 de noviembre es un oscuro camino por el que transitar. No hay un refugio al que acudir, ni un suspiro de alivio. Es, sin duda, el reflejo de un año marcado por las tinieblas. Entre los acontecimientos que se han escogido se pueden fácilmente reconocer la Guerra entre Rusia y Ucrania, la pandemia de Covid 19, la devastación de los incendios y las plantaciones de aceite de palma, el perenne conflicto palestino-israelí o la represión y las masacres en Birmania.
¿Y qué hay de la espectadora? De la que mira, la que es testigo del dolor ajeno. La finalidad de una exhibición como esta es la de hacer partícipe al público. Se puede decir, incluso, que es la de concienciar sobre las realidades que no conocemos, informarnos e invitarnos al cuestionamiento y al pensamiento crítico. Pero, ¿se consigue de veras? No estoy tan segura.
La actividad de la foto reportera es imprescindible y va ligada a la libertad de prensa que debe ser una máxima indiscutible. Por lo tanto, el hecho de organizar eventos como World Press Photo es un ejercicio necesario, pero el foco del éxito de concienciación reside en la implicación del público y tengo mis reservas sobre nosotras mismas en el papel de agentes pasivas de la agonía ajena. Prueba de ello es que una vez vista la muestra, se nos olvidan los nombres de las protagonistas, de los lugares y de los hechos. Apenas recordamos un par de pinceladas. Quizás, lo que más perdure es la sensación de desamparo que las fotografías e historias nos dejan, pero, nosotras, seres sobreestimulados de planes y actividades, olvidamos con facilidad lo negativo.
Más aún, el hecho de visitar una exposición como esta y considerarla un plan de ocio incluso resulta frívolo. Además, no olvidemos que estamos expuestas a la violencia a diario a través de los medios de comunicación, y lo que integramos en nuestra rutina se normaliza y pierde la importancia que requiere.
Por lo tanto, enchufemos de nuevo el cerebro y aprendamos a utilizar nuestra mirada como foco agudo de crítica, pues la simple contemplación del padecimiento también nos convierte en culpables. Vivimos en el convencimiento de que jamás nos tocará ser “ellas”. “Ellas” están cada día más cerca, y ya no habrá venda que nos reconforte.
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