Gdeim Izik, 10 años después
Durante este fin de semana pareciese que todo lo que podía suscitar interés en las páginas de internacional era lo relacionado con las elecciones estadounidenses. Hemos estado varios días pendientes de un hilo, casi como si se trataran de las elecciones propias, porque, aun cuando está en proceso de decadencia, sigue tratándose del epicentro del Norte, de la gran macropotencia mundial. Y además, también hay algo de preocupación no ajena, al fin y al cabo, lo que allí suceda tendrá seguramente también sus consecuencias fuera de sus propias fronteras.
Pero, aunque no ocuparán portadas ni grandes titulares, las páginas de internacional también se escriben con las vivencias y acontecimientos de los pueblos pequeños. Y por muy pequeños que sean esos pueblos, lo son todo para sus gentes. Son el territorio donde sueñan vidas mejores, donde nacen, donde mueren, donde construyen lo cotidiano. Son “ese lugar en el mundo” desde donde se construye todo lo demás.
Y son territorios que en algunos casos, como es el caso del pueblo saharaui, muchas de sus gentes, las nacidas en las últimas cuatro décadas, no han podido ni conocer ni disfrutar, por la ocupación marroquí y el silencio de otros gobiernos, como el del Estado español, que hacen oídos sordos a su responsabilidad histórica y miran para otro lado.
Para el Sahara, para ese pueblo pequeño, este fin de semana también era importante. La República Árabe Saharaui Democrática ha celebrado el décimo aniversario del Gdeim Izik, lo que fue conocido como el campamento de la dignidad, una de las protestas más grandes del pueblo saharaui. En aquel entonces, más de 20.000 personas de todas las edades, se reunieron y acamparon en las afueras de El Aaiún, la capital del Sahara Occidental, para reclamar de manera no violenta sus derechos sociales y políticos. Este campamento fue la chispa que prendió lo que hemos conocido como la primavera árabe.
Durante varios días en ese campamento el pueblo saharaui defendió su legítimo derecho a auto-organizarse, a vivir libre y dignamente en el territorio que les pertenece. Pero no hay nada que de más miedo a las fuerzas colonizadoras y opresoras que un pueblo libre y organizado, con lo que Marruecos trató de activar el bloqueo informativo, impidió la entrada de suministros y terminó por arrasar el campamento. Las fuerzas de seguridad marroquíes mataron a un niño y varias personas siguen presas desde entonces.
Con el Gdeim Izik se consiguió abrir la vía de la no violencia activa en el Sahara Occidental, un legado que hoy por hoy sigue activo. Actualmente, esta lucha toma forma en las protestas de las gentes saharauis para cerrar una carretera, la carretera de Guerguerat en el Sahara Occidental, que Marruecos mantiene abierta de manera ilegal para sacar los recursos que está expoliando.
Los pueblos pequeños rara vez ocupan espacio en los medios. Más raro todavía es en el caso del Sahara, con el bloqueo informativo que repetidamente ejerce Marruecos para que no se conozca la grave y sistemática vulneración de derechos humanos que sufre el pueblo saharaui en territorios ocupados.
Con el Gdeim izik se consiguió poner el foco en el conflicto saharaui y en su décimo aniversario, es de justicia recuperar esa memoria y reclamar el espacio que este conflicto debería ocupar en la agenda pública y política.
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