Politizar el problema de la vivienda, organizar la solidaridad de barrio
Reflexiones sobre vivienda, autodefensa de barrio y lucha de clases
En la sociedad capitalista actual las trabajadoras (sobre)vivimos cada día más explotadas y más precarizadas. En esta precariedad –que no es solo laboral, sino una condición existencial– la cuestión de la vivienda es una de las más urgentes y preocupantes. En el contexto actual de mercantilización total de la vida por parte del capitalismo, la vivienda ha pasado a ser de un derecho a un negocio; es decir, es una mercancía más en el mercado global, una mercancía que de ser necesidad básica se ha convertido casi en un bien de lujo. La vivienda es, en el sistema capitalista, funcional para fines productivos (especulación inmobiliaria, renta del suelo…) y reproductivos (reproducción de la fuerza de trabajo y de la vida). Para la clase trabajadora en cambio, la vivienda es, a la vez, una necesidad básica –el lugar donde desarrollar la parte más intima de la vida, donde habitar– y una forma de chantaje –una mercancía que nos ata a las cadenas del trabajo asalariado: ¡si no tenemos trabajo, no tenemos vivienda!–.
Este panorama se hace todavía más grave con la emergencia del COVID-19, la cual, mucho más allá de ser una emergencia sanitaria, es el síntoma de una crisis estructural del sistema capitalista (económica, política, social, civilizatoria…). Con la emergencia sanitaria, la miseria de la clase trabajadora –cada vez más proletarizada– se ha agravado: ERTE, ERE, reducción de jornadas, despidos… Tener un trabajo y un sueldo (es decir, ser explotadas) se ha convertido casi en un privilegio. En esta situación, es cada vez más difícil acceder a una vivienda digna. Desde el Gobierno español se han impulsado medidas para hacer frente a esta emergencia, medidas que (aún subrayando su carácter progresista) nos parecen del todo insuficientes, por su carácter coyuntural y cortoplacista. Migajas para hoy, hambre para mañana, como han dicho muy bien desde Gasteizko Etxebizitza Sindikatua. Estas migajas, además de ser de muy difícil acceso, debido a las trabas burocráticas que hacen casi imposible conseguir las ayudas, no son para nosotras, sino que son un parche para que los propietarios de las viviendas sigan pudiendo obtener beneficios durante esta crisis.
Para bajar este análisis a Euskal Herria, podemos ver como, mientras las clases desposeídas tienen cada vez más dificultades para mantener su nivel de vida (y de reproducción), hay otro factor que está emergiendo en estas primeras semanas de emergencia: la crisis se está convirtiendo en una oportunidad de beneficio para grandes especuladores. En las últimas semanas, más de 1000 pisos han sido adquirido por los fundos buitre Blackstone y Azora en Gasteiz y Donosti. Como en toda película apocalíptica, ésta también tiene sus buitres carroñeros. Además, a pesar de la supuesta “moratoria de los desahucios”, siguen desalojando gente de sus viviendas (como el bloque de viviendas en Iruña y el intento de desalojo del espacio liberado Fires).
En el barrio donde trabajamos y vivimos, el Casco Viejo de Bilbao, esta nueva emergencia se va a sumar a la emergencia estructural que estábamos viviendo desde hace tiempo. Esta emergencia estructural se llama gentrificación y turistificación, procesos que han convertido nuestro barrio en un centro comercial a cielo abierto, donde nuestro territorio y nuestra forma de vida son una mercancía más a vender en el mercado. Tenemos muy claro que quienes van a aprovechar de las “oportunidades” abiertas por la crisis sanitarias son los mismos que estaban vendiendo nuestro barrio en el mercado de la gentrificación: grandes empresarios, inmobiliarias y empresas turísticas, que seguirán impulsando una especulación inmobiliaria feroz, la privatización del espacio público y la mercantilización de nuestras vidas. Y quienes seguiremos pagando las consecuencias seremos nosotras, las vecinas de clase trabajadora, quienes tendremos que abandonar nuestro barrio por la imposibilidad de pagar una vivienda.
Para ello, pensamos que es fundamental empezar a reflexionar en nuestro barrio y en otros barrios populares (como están haciendo las compañeras de Alogerekoak, Sindicato de Etxebizitza de San Inazio-Deustu), sobre la necesidad de activar una lucha radical por la vivienda. Creemos, en este sentido, que no empezamos desde cero y que sería interesante mirar hacia los modelos de los sindicatos de barrio y de vivienda que se están organizando en otras ciudades como Barcelona o Madrid; entendiendo la problemática de la vivienda como una grieta a partir de la que crear comunidad y tratando de romper con una lógica asistencialista e institucionalista. Siguiendo estos ejemplos, tenemos que empezar a organizarnos para responder de forma colectiva a las necesidades materiales de las personas afectadas – utilizando para ello todos los medios y herramientas necesaria para que las vecinas no se tengan que ir del barrio–, impulsando la auto-organización, la solidaridad y la construcción de una comunidad en lucha.
Es imprescindible que tanto quienes estamos literalmente ahogadas por la burbuja del alquiler y quienes desarrollamos una lucha ideológica en el barrio seamos conscientes de que la única salida que nos queda es la lucha y la organización colectiva. Vemos necesario politizar el problema de la vivienda. Para ello planteamos desarrollar nuestros dos ejes de trabajo, auzodefentsa y auzo boterea, a partir del tema de la vivienda, no para sectorializar esta lucha, sino para responder al problema de la vivienda como punto de partida de una lucha más integral; una lucha para la construcción de una barrio otro, construido desde abajo, por y para las vecinas, un barrio solidario y r/existente, movido por el cuidado mutuo y la lucha colectiva.
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Auzoetatik Piztu Bilbo: Politizar el problema de la vivienda, organizar la solidaridad de barrio00:06:56
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