[Analisia] “Araba y la dispersión en cifras”, Igor Goikolea
El siguiente análisis tiene como objetivo poner encima de la mesa las consecuencias de la política de dispersión hacia las presas políticas vascas y sus familiares. Para poder desglosar estos datos, se han utilizado datos facilitados por Etxerat Elkartea y la red ciudadana Sare. Son más que conocidos los datos de la dispersión a nivel de Euskal Herria, pero con este artículo los focalizaremos a nivel de Araba.
La dispersión contra el colectivo de presas políticas vascas ha cumplido 27 años. Un castigo añadido, entre otros muchos, a las propias presas políticas vascas y en particular a sus familiares y allegadas.
Etxerat Elkartea, asociación de familiares y allegadas de presas, exiliadas y deportadas de las presas políticas vascas, comenzará por todo Araba el próximo 3 de noviembre una “Gira de solidaridad” para denunciar y dar a conocer la situación de sus familiares y allegadas.
Hemos conocido recientemente la vulneración de derechos en cifras que sufre el colectivo de presas políticas vascas (EPPK), en el cual se encuentran cerca de 400 personas. Cerca del total de ellas se encuentran dispersadas; son pocos los casos en los que la persona presa se encuentra en una prisión de Euskal Herria. Para ser concretas, de todo el colectivo tan sólo 3 personas están en cárceles vascas. Uno de los datos que adelantamos y que no dejan lugar a duda en este análisis es que el 100% de las presas políticas alavesas, a día de hoy, están dispersadas.
¿Pero en Araba? ¿Cuales son los datos de la dispersión en Araba? No se suelen dar a conocer estos datos a nivel territorial, pero utilizando el informe que Etxerat presentará por todo Euskal Herria es posible desglosar las vulneraciones de derechos humanos en cifras.
En Araba, hoy en día, son 29 las presas políticas vascas. 25 son hombres y 4 de ellas son mujeres. La media de estas personas es de 45 años.
Si echamos la vista atrás, en el año 2007, el EPPK tenia 43 presas políticas alavesas: 3 eran mujeres y 40 eran hombres. La media de edad, entones, era de 42 años.
La dispersión en kilómetros
Ninguna de estas personas se encuentra en Euskal Herria; no hay una sola presa de Araba que se encuentre encarcelada en una prisión vasca. El 100% de las presas políticas alavesas están dispersadas. Haciendo tres bloques, la dispersión en kilómetros en Araba se podría resumir de esta manera:
- 2 de ellas a más de 1000 kilómetros
- 19 de ellas entre 500 y 1000 kilómetros
- 8 de ellas entre 300 y 500 kilómetros
Si calculamos la media en kilómetros, las 29 presas políticas vascas de Araba están a una media de 715 kilómetros de sus hogares. Dicho de otra manera: cada familiar o allegada de una presa política alavesa debe realizar alrededor de 1500 kilómetros para una visita que muchas veces se reduce a 40 minutos tras un cristal.
En el año 2007, de las 47 presas políticas alavesas 3 se encontraban en cárceles vascas: el 93% de ellas estaban dispersadas en cárceles del Estado Español y Francés. Varía también la media de kilómetros; si hoy en día se encuentran a una media de 715 kilómetros, hace diez años se encontraban más cerca, a 648 kilómetros de sus hogares. Las presas políticas alavesas, al igual que el global del colectivo EPPK, se encuentran más lejos de Euskal Herria que hace 10 años o hace 5 años, cuándo ETA anunció el cese definitivo de su lucha armada.
Un ejemplo más. Pongámonos en la situación de que la amiga de una presa política de Araba visita a su compañera un fin de semana si y otro no, un total de 25 fines de semana al año. Utilizando la media que hemos sacado, la amiga, al final del año, habrá hecho 37.500 kilómetros, justo los kilómetros que se necesitan para dar la vuelta entera al planeta. Una vuelta al mundo para un total de 16 horas de visita tras un cristal y por telefonillo.
Las más pequeñas también lo sufren
Una de las partes más duras de la dispersión es la de las más pequeñas. Un total 40 niñas y niños alavesas sufren la dispersión todos los fines de semana. De estas 40 menores de edad, 11 son hijas o hijos de alguna presa política, lo que supone una carga emocional añadida que tiene repercusión en su día a día: desde la ikastola hasta la hora de relacionarse con el resto de compañeras en la infancia o en la adolescencia. Muchas de estas personas han nacido conociendo la cárcel desde el primer fin de semana de sus vidas.
La parte más cruel de la ruleta rusa
De las 16 personas que han muerto en los 27 años que lleva en vigor la política de dispersión, cuatro de ellas son alavesas. Cuatro ciudadanas alavesas han perdido la vida en la carretera de camino a cárceles de los estados Español o Frances.
Pilar Arsuaga y Alfonso Isasi, de Laudio; Ruben Garate, de Otxandio, y Natividad Junko, de Gasteiz. Cuatro personas, que hasta el día de hoy, no son reconocidas cómo víctimas.
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