40 años de la emboscada en la Florida
Hoy se cumplen 40 años de la operación policial contra el Komando Araba junto al parque de la Florida, que acabó con la vida de Joxe Manuel Ariztimuño y dejó herido a Mikel Lopetegi. La versión policial hablaba de un tiroteo, pero los testigos creen que se trató de una ejecución extrajudicial. Además de esto, en las siguientes horas diversas personas fueron detenidas, y todas denunciaron torturas
Jon Martinez Larrea
El domingo 29 de marzo de 1981 parecía un domingo normal en el centro de Gasteiz, pero sobre las 11:30 sonidos de bala rompieron la tranquilidad. 33 policias secretas estaban desplegados en el entorno del parque de la Florida, su objetivo era atrapar a los miembros del Komando Araba de ETA(m), especialmente a Joxe Manuel Ariztimuño Pana y Mikel Lopetegi.
Los días anteriores se habían producido diversas detenciones en Araba, y según el policía Antonio Carrasco uno de los detenidos les habría dado la información del encuentro. Este policía ofreció una entrevista a la cadena Cope tras jubilarse, y recordaba bien el operativo, en sus palabras “fue emocionante, muy bonito”.
La operación estaba prevista para el anterior domingo, pero ese día los miembros de ETA no aparecieron. Sin embargo, el 29 se juntaron Pana y Lopetegi con Txetxu Urtaran y Txusma Ollora en las inmediaciones de la gasolinera Goya. En ese momento según la versión policial se produjo un enfrentamiento. Txetxu, en cambio, afirma que no hubo ningún tiroteo, sino que una multitud de policías les rodearon y les dieron el alto, entonces, sin tiempo para reaccionar, una mano agarró a Pana y al darse la vuelta le dieron un tiro a bocajarro en el pecho y otro mientras caía.
Txetxu y Txusma, a pesar de hacer caso al alto, fueron golpeados desde el principio. A Txetxu le tumbaron en el suelo y tras colocarle las esposas comenzaron a golpearle, llegaron incluso a meterle el cañón de una recortada en la boca, entonces escuchó: “mátalo, que aquí hay un fiambre, uno más que haya no importa”.
Lopetegi tras correr unos metros fue herido de bala y detenido. Tras la emboscada se produjo una amplia redada en la que se detuvieron a otras 11 personas en Gasteiz, Agurain, Eskoriatza y Olazti. Se registraron varias casas, encontrándose 2 zulos, al tiempo, que a los miembros del comando les adjudicaron todos los atentados realizados por ETA (m) en los últimos años en la provincia.
Los detenidos estuvieron 10 días incomunicados, y a pesar de que denunciaron torturas, sus declaraciones han sido utilizadas como prueba en distintos juicios. Por ejemplo, en 2012 la jueza de la Audiencia Nacional, Claudia Eugenia Bayarri, emitió un voto particular en una sentencia contra Alberto López de Lacalle, debido a que una de las pruebas era el testimonio de Lopetegi. La magistrada ponía en duda la validez de sus declaraciones, para ello argumentaba “La falta de libertad y espontaneidad de las declaraciones de Miguel Lopetegi”.
Bayarri resaltaba que aunque Lopetegi estaba herido de bala en la cadera, no hay constancia del informe médico, y no fue llevado al hospital en las primeras horas de la detención, según la versión policial le habrían llevado a las primeras horas de la tarde. Para entonces, siguiendo las diligencias policiales, se produjeron 2 detenciones a las 12:30 basadas en sus declaraciones y a las 13:00 fue registrado el caserío de la familia Iparragirre-Guenetxea en Eskoriatza.
Mikel Antza en su libro, recientemente editado, Arroz urez recoge los hechos, en este aparece el testimonio de Marixol Iparragirre, ella recuerda que en el registro estaba presente, “Trajeron a Lopetegi, herido y pálido pero gris, con rostro irreconocible”. Allí detuvieron a casi toda la familia, a la madre y a 4 hijas, incluido un menor de edad, solo dejaron libre a la abuela y una hija de 2 años, mientras que el padre consiguió huir.
Además, Lopetegi le dijo a Txetxu que le habían metido un destornillador en la herida. Su hermano Nikolas, le confesó a Mikel Antza que “en todas las visitas les preguntaba por la familia del caserío. No se podía quitar de la cabeza todo lo que sufrieron”. En 1988 apareció muerto en una celda de Herrera de la Mancha.
Por otro lado, para denunciar la muerte de Ariztimuño se realizó una huelga general en su localidad natal, Hernani. Sin embargo, no se realizó el funeral previsto, ya que la familia se negó, debido a que la Guardia Civil llevó el cuerpo hasta el cementerio, impidiendo sacarlo de allí. Al tiempo que el pueblo fue ocupado policialmente produciéndose multitud de incidentes, incluido un asalto al ayuntamiento para llevarse la ikurriña, que lucía a media asta y con un crespón negro.
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