El Covid 19 – Verdades como puños pero aún inacabadas
El bicho, el virus más democrático del último siglo. Se puede comparar con la nieve ya que llega silenciosamente en forma de copos que lo mismo caen encima de palacios, catedrales y chabolas. No entiende ni distingue, para nada, de clase ni condición.
La pandemia ha sido como un golpe bajo para la arrogancia humana.
El ser humano, conquistador, creativo se ha visto ninguneado, con toda su ciencia y tecnología, ha llevado a la humanidad a verse de frente con su insignificancia, su nulidad. No hay humano inmune al virus, y por ahora, no hay dinero que pueda garantizar la vida de nadie frente al virus. Al ser humano, que pensaba que tenía el control de todo, no le queda otra que aceptar que vida y muerte escapan de sudominio y que son “un asunto muy serio”.
Al mundo, este diminuto virus le ha puesto un alto, un STOP.
Los índices de las bolsas cayeron, el consumo, supuesto motor del desarrollo, se detuvo. Las antes multimillonarias líneas aéreas, lasgrandes cadenas hoteleras, las petroleras, junto con tantas otras empresas, tuvieron un colapso económico. El mercado dejó de controlar el mundo para dar paso a la espera e incertidumbre.
Las dificultades económicas, con las que no contábamos.
Obligaron a que muchos hijos volvieran a pasar más tiempo en casa y los padres a ser creativos para compartir tiempo con ellos. Las familias recordaron los viejos juegos de mesa.Los jóvenes buscaron recetas en redes sociales para sorprender a los demás.Las grandes bodas fueron canceladas y triunfó el amor. Muchas personas hemos tenido tiempo para leer libros, meditar paseando por terrazas, balcones y jardines, pintar, escribir, contar cuentos a los hijos y a los nietos, trabajar, estudiar y conectarnos online…
Aparecieron, rescatadas del olvido, otras cosas de importancia.
La acogida de la madre, la cocina en casa, la nutrición sana, la más natural y en contacto con la tierra de cercanía, sus medicinas y terapias , la apertura a las fuerzas del cosmos buscando relacionarnos con la energía del universo, que lo penetra todo.
La crisis sanitaria ha sacado a flote la gran importancia de las mujeres.
De repente, tuvieron importancia las mujeres que guardaban los secretos de las plantas, las sanadoras, las chamanas, las cuidadoras.
Las mujeres que acompañan y cuidan a quienes sufren, escuchan los lamentos, acogen el dolor, preparar y llevan alimento para el cuerpo, y transmutan el sufrimiento; saben honrar la vulnerabilidad de la VIDA. Viven el dolor de la opresión de su género día a día pero con Esperanza y desde allí reconocen que el hombre no tiene la última palabra.
Retomamos, muy en serio, la solidaridad y el cuidado por los otros, creando sociedades mucho más humanas “humanizadas”.
Resulta que éste ínfimo virus ha venido asubvertir el orden mundial, ha desafiado a las fuerzas ostentosas y la dominación, haciendo surgir la necesidad del cuidado del otro, la acogida y el amor sororales. Se reveló la responsabilidad social, la dependencia mutua; tal como muy bien lo ha expuesto el papa Francisco en su encíclica Fratelli tuti.
Nos enseñó lo absurdo de la competencia, del afán de tener y poseer y la necesidad de construir sociedades donde nos importen nuestros vecinos como seres humanos. Donde dejemos de construir muros para defender nuestras posesiones de las personas desposeídas y nos preocupemos de los que abandonan todo por la guerra y el hambre.
Hemos comprobado que son Insostenibles los sistemas ideológicos.
El consumismo, al final, nos consume a nosotros mismos; el patriarcado, con su idea de conquista y dominio, no puede hacer nada frente a este diminuto virus, tampoco el más robusto sistema económico de mercado puede comprar un minuto de vida a un enfermo, o dar fuerza a una enfermera, médico exhausto, trabajadora social…
La Madre Tierra, ahora hemos comprobado, al verla más limpia nos ofrece un año de gracia
Es una oportunidad para recrearnos como humanidad, un año sabático según la tradición bíblica: cada siete años, se perdonaban las deudas, los esclavos eran dejados en libertad, los campos quedaban sin cultivar y sus frutos espontáneos quedaban para los pobres (Ex 21, 2-6; 23, 10-13; Dt 15, 1-18; Lv 25, 1-7.20-22) [3]
Se trata, ni más ni menos, que de saber VIVIR LA VIDA con profundidad.
Reconocemos este tiempo como una llamada a la humanidad para la vuelta al interior, para vincularnos con nuestras entrañas y descubrir nuestra relación con toda la creación como parte de la VIDA misma. Vemos un nuevo amanecer tras otro, descubriendo lo que en realidad importa que es la VIDA VIVIDA CON DIGNIDAD.
Podemos reconocer esta época como un tiempo que nos está tocando vivir para redescubrir lo importante, que necesariamente estamos todas/os en unmismo barco y nos necesitamos unos/as a otras/os, es una invitación a construir una nueva humanidad. Todas y todos somos hermanas, hermanos como lo dijo el gran jefe Seattle en su “Carta a la Madre Tierra”: “hijos de la tierra, los ríos son su sangre y ella no se puede poseer”.
Gora Biotza. eutsi goiari – Sostengamos el corazón en lo alto.
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