Vih…Covid…Poner la vida en el centro
Mañana será el día mundial de lucha contra el Sida, habrá actor oficiales que recuerden a las personas fallecidas, se harán llamamientos a realizar la prueba de detección del VIH, se reclamará acabar con el estigma que padecen (todavía) las personas seropositivas al VIH y se recordará el compromiso mundial para evitar las transmisiones, para lograr el acceso universal a la medicación y cumplir con los compromisos que desde la organización mundial del SIDA Onusida se han propuesto.
Pero poco sera su protagonismo en estos tiempos de otra pandemia, la del COVID. Si bien es cierto que las dos son producidas por un virus y puede haber puntos de contacto, la realidad en lo que el tratamiento epidemiologico se refiere, es muy diferente. El VIH-Sida se transmitía por unas practicas muy concretas, entre ellas las sexuales, y entre estas la penetración anal, sobre todo, y vaginal. Algo que era simple de evitar, simplemente con el uso del preservativo, y sin embargo estas practicas supusieron un gran aumento de la los mecanismos de odio y de exclusión. La moral entro en juego y los maricones, prostitutas y la gente promiscua fueron señaladas como los cuerpos y almas pecadoras y merecedoras de lo que la infección producía: la muerte. Y es que la idea sobre el VIH y el sida que habia en aquella época, y que desgraciadamente aún persiste, es que, si tienes VIH-SIDA, es porque te lo has buscado y algo malo habrás hecho. Es decir, la culpa caía en las víctimas, cuando nadie elegía, ni elige, vivir con un virus de por vida.
La verdad es que los dos virus actúan de forma muy distinta, el Covid mata en seguida y el VIH tardaba mas tiempo y se sabia con que formas concretas transmitía, y con este nuevo virus el riesgo de contagio es por simple contacto, por estar cerca o por dirigirse unas palabras.
Pero lo la forma de abordarlo también ha sido muy diferente. Las administraciones tardaron mas de seis años de hablar del VIH. Con el VIH se identificaron grupos de riesgo y la gente no se sentía aludida. Si no pertenecías a ellos, aquello no iba contigo.
Ahora sí se ha lanzado el mensaje de que esto le puede pasar a todo el mundo. Con el coronavirus se han definido desde el principio medidas como el uso de mascarillas y el lavado de manos las manos y, además, se han identificado personas que pueden ser más vulnerables. Es decir, se ha realizado un esfuerzo muy grande en establecer unos parámetros que no se hizo con el VIH.
Todo el despliegue informativo que hay sobre el coronavirus desde todos los departamentos sobre cómo se transmite, qué puedes hacer, que además está en todos los idiomas… no tiene nada que ver al que hubo cuando empezó el VIH/sida. Reaccionaron tarde. Le toco al activismo hacer el material informativo. Eso no se hizo desde los gobiernos, no estuvo orquestado y esto es un hecho brutal que les diferencia.
La pandemia del nuevo coronavirus nos lo ha puesto delante: hay unas vidas que importan más que otras. Ahora hay unas vidas por las que lloramos y por las que estamos haciendo un duelo y un luto. Con el sida, había vidas que no importaban.
Y de nuevo vemos que hay vidas que importan menos. Son las de personas migrantes sin regularizar que están ahora mismo exponiéndose al contagio yendo a trabajar en trasporte público o trabajando en los campos. También lo son las que estamos llamando trabajos esenciales, una gran mayoría de ello realizados por mujeres, como las cajeras, repartidores y el personal sanitario, que no cuentan con la protección adecuada. El coronavirus tiene un sesgo de clase, de género, de etnias, de situación legal.
Tenemos que sacar lecciones aprendidas del VIH. No puede ser que las poblaciones más vulnerables sean las más castigadas, tenemos la oportunidad de hacer cambios, y estos vendrán si somos capaces de cambiar el punto de mira sobre la economía, la salud, el medio ambiente, la vivienda …Es decir lo que desde el feminismo se reclama: Poner la vida en el centro.
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