Taiwan: sequía y microchips
Taiwan, esa isla que reclama para sí la titularidad de toda la China Continental es uno de los territorios del mundo más húmedos, con 2600 mm de precipitaciones anuales. Pero desde 2020 está experimentando una gran sequía que ha afectado a todas sus actividades económicas, destacando dos de ellas, el cultivo de arroz y la fabricación de semiconductores, los microchips. Más de un millón de hogares y negocios están sufriendo restricciones de agua. Los más castigados son los agricultores, a los que se les ha prohibido regar el arroz, que ha quedado en barbecho. Yel gobierno de Taiwan ha optado por asegurar la producción de los chips. En 2019, las fábricas de la corporación más importante de la isla usaron diariamente 156.000 toneladas de agua, lo que equivale a 60 piscinas olímpicas. Ahora, deben transportar agua en camiones cisterna. Si la sequía se prolonga, el sector lo resentirá. Algunos industriales piden crear reservorios y anticiparse a un riesgo vinculado al calentamiento global.
¿Que nos importa una isla que está a casi 11.000 km de Euskal Herria? Que es la mayor productora mundial de esos chips ya que fabrica el 90% de los que se usan en el mundo. Con ellos funcionan nuestros coches, móviles, tv, cafeteras, etc, etc, etc. Además, con las empresas teletrabajando y la educación a distancia, la pandemia ha disparado la demanda de componentes para computadoras y otros dispositivos electrónicos y ya antes de la sequía, las fábricas taiwanesas enfrentaban dificultades para cumplir con la demanda. La producción taiwanesa desempeña un rol clave en un sector que mueve 450.000 millones de dólares y que es crucial para la economía global.
Actualmente Wolkswagen Pamplona tiene miles de coches parados por la falta de un chip. En alguna factoría han decidido volver a componentes analógicos para que no se estanque la producción.
Dentro de la lógica de mercado capitalista, esta urgencia puede ocasionar que empresas pidan más chips de los que necesitan, provocando más demanda a pesar de la disminución de agua y aumentado producciones que pueden retrasar todavía más las entregas y por tanto la producción de coches. Es decir, en vez de servirnos el fenómeno para una reflexión económica-social, el sistema de pensamiento mercantilista solo empeorara la situación.
La escasez de chips ha alertado sobre los riesgos asociados a la concentración de la producción mundial en Taiwán y Corea del Sur.
Taiwan es el único territorio chino con un sistema político diferente al que proponía el partido comunista. La República Popular China rechaza relaciones diplomáticas con países que la reconocen. Es también la economía más grande del mundo que no es miembro de la ONU. En 1952 la agricultura constituía el 35% de su PIB. En 2001, solo el 2%. Que sucedió en el camino? En 1950, cuando estalla la guerra de Corea, EEUU instauró un programa de ayuda que implemento una política económica por la que consiguió producir bienes que antes importaba. Conformé se fue desarrollando la producción de tecnología, fue copando las cotas de mercado.
En este tema confluyen muchos temas cruciales. Es una expresión máxima de la globalización, por la que un pequeño territorio alberga una cota de mercado mundial tan alta. Si ese territorio fuera utilizado como botín o excusa de guerra, los efectos se extenderían por toda la actividad económica mundial. En el momento histórico actual, con la rivalidad China-EEUU-Rusia, la economía y la identidad política taiwanesa es auténtica polvora global.
También es una expresión máxima de la idiotez humana. Gracias a esa globalización que le reporta tantos beneficios, coyunturalmente Taiwan puede permitirse el lujo de dejar los cultivos abandonados y de llevar un recurso como el agua en camiones, con un coste sobreañadido por el combustible los camiones y los conductores. Pero esta solución solo puede ser momentánea y a costa de una inversión inviable que de momento es factible, pero que es otra muestra de sistema de pensamiento mercantilista a corta distancia.
Y como expresión más bella y trágica de todas. A pesar de ser un territorio muy desarrollado, moderno y tecnológico, todo su poderío y con el, todo un sector de mercado mundial se apoya en algo tan aparentemente vulgar como es la lluvia, el agua.
En ese fenómeno, como con el covid, de nuevo podemos aprovechar la lección que nos da la Tierra. Por mucho que sus hijos e hijas nos sintamos orgullosas de nosotras mismas y de los cacharros que tenemos, seguimos en el mismo punto en el que estábamos cuando empezamos a ser amebas: El origen de toda nuestra vida es la tierra y sus leyes. Y si no empezamos a respetarlas por encima de las lógicas de mercado, tarde o temprano, todo estará en peligro de muerte.
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