“Recitando Padrenuestros” -Sator-
En realidad, yo tenía pendiente escribir sobre el tema de la corrección política. Pero no podía dejar de fijarme en que hoy es San Valentín, y pronto será 8 de marzo.
Siempre les tuve bastante manía a todos esos días internacionales señalados en el calendario…
¿Y, qué tendrá que ver una cosa con la otra? Pues, en realidad, poco, o nada. Simplemente, que con la mirada crítica a este día en apología del amor romántico, me venía a la cabeza el poliamor, una opción más que puedes elegir para relacionarte, o una obligación moral que hay que alcanzar a cualquier precio, si quieres molar como feminista, según con qué mesías te hayas topado.
Y esta chapa la meto porque me parece que, para bien y para mal, el feminismo está de moda. Al igual que el capitalismo intenta (y, muchas veces consigue), fagocitar la lucha ecologista, LGTBIQ…pues lo mismo me parece que está ocurriendo. Claro que me parece la ostia que millones de conciencias estén despertando, de bocas por fin hablando, y de personas cogiendo las riendas de su vida, todxs a una. Pero hablo de la otra cara de la moneda. Ahora cualquiera es feminista. ¿Y a qué precio? A que en manis multitudinarias de días tochos como el antes mencionado, te encuentres a tu lado, coreando los mismos lemas, a lx babosx de turno, y alucines. Me resulta mosqueante, y me pregunto qué es lo que tenemos en común para estar lxs dos aquí…
La unión hace la fuerza, y los pluralismos excluyen. Puede ser que en los intentos por acaparar a cuanta más gente mejor, se nos quede la esencia por el camino, desdibujando el mensaje hasta que todx ciudadanx esté contentx. Los pluralismos me apestan en general. Las luchas, si no son de base y no van unidas entre sí, no me convencen. Porque el día que estés con tus cuatro colegas colgadxs reivindicando tu asunto minoritario, no van a estar ahí las grandes masas apoyándote. Pero, sin embargo, en los días o eventos grandes, se paraliza la vida, y queda muy políticamente incorrecto no hacer ver que estuviste. Aunque el resto del año no hagas nada más, ningún cambio ni cuestionamiento en tu vida. Viene estupendo para una limpieza de conciencia hacerte una foto con el merchandising, en este caso, del día de LA mujer. En singular, como si sólo existiese una, y el resto se construyesen a su imagen y semejanza. Y con un pequeño asterisco al lado, de minorías que se quedan olvidadas por el camino, según a quién le tocase hacer la pancartita.
Y espero que no se me malinterprete. Nada más lejos se mi intención que criticar las luchas feministas, sino la manera de la que actuamos en general con cualquier lucha.
Me voy por las ramas. A lo que quería llegar es a que, no solemos darnos cuenta, pero en los ambientes politizados tenemos tendencia a actuar de manera más dogmática aún que la que criticamos, sólo que bajo nuestros propios dogmas. Nos construimos nuestra propia jaula, y nos hacemos refuerzo grupal. Vamos reescribiendo nuestra propia biblia sobre lo que está bien y lo que no, y sobre cómo debemos hacer las cosas. Ya sea luchar, organizar un evento, vestirse, comer o follar.
Así, no es raro encontrarnos dictando “eso no está bien”, juzgando a compas en debates, o teniendo reparos a expresar ante nuestrxs colegas los sentimientos que nos genera cierta situación, o haciendo a escondidas cosas demasiado normativas, o megajustificándonos por tener ganas de hacerlas, cuando no tendría que ser necesario, o con miedo a aceptar la jodida emocional que llevamos encima por haber hecho las cosas como dicta el manual de los “ismos”. Aparte del fustigarse por no cambiar lo suficientemente rápido, por no molar tanto como lx de al lado, o por sentir cosas que no está bien que sientas.
En realidad, a veces, no somos tan diferentes a nuestras abuelas, recitando un padrenuestro tras otro de memoria.
Un poquito de humildad, de dejar de mirarnos entre nosotrxs por encima del hombro, de currarnos la autoestima, de sinceridad…y de ampliar nuestro campo de visión, que detrás de cada realidad hay un contexto, y quizás no se puede abordar igual el ser, por ejemplo, anarquista o veganx, en un pueblo de Cuenca o en Barcelona city (por no irme a lugares que me pillan más lejos de mi relidad, y hablar por otras bocas). Podríamos dejar de criticar cómo hace las cosas nuestra gente medianamente afín, al menos si no proponemos una alternativa. La corrección política, también la nuestra, me quema.
¡Que vivan las luchas transfeministas, y muerte al postureo!
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