Patriotas de Europa
La web de la Casa Blanca sigue vomitando ordenes ejecutivas de forma frenética, una declaración de guerra a la dignidad del ser humano.
Trump está protagonizando un golpe de estado en tiempo real. No podemos apartar la mirada, sumidos en un estado de postración y parálisis. ¿Cómo romper el hechizo que nos maniata? ¿Cómo rebelarse frente a este futuro distópico que se está dibujando delante de nuestros ojos?
Como recuerda Luciano Canfora, el fascismo nunca ha estado muerto. Siempre estuvo ahí, agazapado, a la espera de volver a brotar en el momento preciso, cuando las condiciones fueran favorables. Y, visto su crecimiento exponencial en los últimos años, esta es una época fecunda en parir fascismos. Podríamos establecer paralelismos con los años 30 pero la comparación puede ser peligrosa y anestesiante. Podemos pensar “si los derrotamos entonces, los derrotaremos ahora”. Pero ¿acaso fue derrotado el fascismo? En realidad, se adaptó a los nuevos tiempos para sobrevivir, escondido entre los pliegues de las democracias liberales, a la espera de épocas más propicias.
Los nombres de los partidos de la ultraderecha son elocuentes. Dicen lo que dicen, lo que no dicen y mucho más. Algunos reivindican la identidad amenazada. Para pertenecer a un lugar hay que apellidarse correctamente. Es el retorno del ius sanguinii: fuera de la sangre no hay derechos. Son los Auténticos Finlandeses, los Hermanos de Italia, los Demócratas Suecos, la Alianza por Alemania, el Partido Popular Danés, el Partido de la Libertad de Austria, la Unión Cívica Húngara (Fidesz), el Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik), el Partido Nacional Demócrata Alemán, la Liga Norte, el Interés flamenco, la Nueva Alianza Flamenca.
Algunos están ilegalizados (Amanecer Dorado) pero resurgen con nuevos nombres: Espartanos. En ocasiones son disfraces, apropiaciones indecentes de ideas nobles a las que dan la vuelta como un calcetín sucio para disimular el hedor que desprenden. Partido del Progreso, Partido por la Libertad, Ley y Justicia, Partido Cívico Democrático, Vox.
Conforme se acercan al poder, los nombres se atemperan, ejercicio camaleónico para no ahuyentar a los más timoratos. El Frente Nacional de Le Pen reconvertido en Agrupación Nacional. Quieren congelar el tiempo, reconstruir un pasado glorioso que no existe, como el partido “Reconquista”, del candidato presidencial francés Zemmour. O alterar las fronteras, como el Partido Gran Rumanía (Partidul România Mare). Otros son abiertamente fascistas, como el Sindicato Nacional de Ataque de Bulgaria. O tratan de conectar con el sentimiento de hartazgo de la ciudanía como el portugués “Chega” (Basta).
Una parte de estos partidos se han reunido este fin de semana en Madrid bajo el lema MEGA (Make Europe Great Again). Una señal, una más, de servilismo y deferencia al estandarte MAGA (Make America Great Again) del primate dominante, el rey zanahoria. MEGA y MAGA son expresiones del declive de Occidente. Nunca nos importa hablar más de grandeza que cuando la hemos perdido.
Andan por ahí sacando pecho, enarbolando banderas, llenos de ardor patriótico. Su patria, lo primero. Tantas patrias primero que ahí están, agolpadas en la línea de salida, dándose codazos. América primero, Francia primero, Hungría primero, España primero … primero, primero, primero, La cumbre de las patrias parece el Everest, un amontonadero de primeros. Cada una segura de su victoria, cada una dispuesta a hacer todo lo necesario – incluso lo inimaginable – para conseguirlo. La Europa de las patrias, una amenaza a la paz mundial.
Joxean Fernández
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