Patriarcado y capital, alianza criminal
Decía Galeano que las guerras mienten, que ninguna guerra tiene la honestidad de confesar; “yo mato para robar”; que las guerras siempre matan en nombre de la paz, de Dios, de la democracia, de la civilización, del progreso y que, además, cuentan con la inestimable complicidad de los grandes medios de comunicación para inventar enemigos imaginarios y así justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero; que hasta cuándo estará el mundo en manos de quienes hacen el negocio de la guerra; que hasta cuándo seguiremos creyendo que hemos nacido para el exterminio mutuo, etc. Y al hilo de estas sabias y, desgraciadamente, actuales reflexiones quiero compartir con vosotras el artículo del colectivo “Emakumeok Gerraren Aurka-Mujeres contra la guerra” (Escotilla 30-3-2022. Bego Oleaga Erdoiza)
PATRICARCADO Y CAPITAL, ALIANZA CRIMINAL
Algunas guerras, solo algunas, se cuelan en nuestras casas formando parte del espectáculo televisivo. El horror de las imágenes de guerra y destrucción que nos llegan de Ucrania y el éxodo de miles y miles de personas huyendo del desastre han sacudido las conciencias de mucha gente a nuestro alrededor. La “guerra en directo” nos conmueve y nos horroriza; pero, como venimos denunciando desde hace tiempo desde Emakumeok Gerraren Aurka, quizá nos estamos acostumbrando al horror y como esponjas vamos absorbiendo el discurso oficial y manipulador de la guerra, las armas y la militarización como mal menor.
Igual que nos duele Ucrania, nos han dolido y nos duelen: Irak, Libia, Palestina, Sáhara, Afganistán, Siria, Yemen, Kurdistán…y también las 65 guerras, hoy, activas en el mundo. Guerras por el reparto del mundo, por el dominio de los recursos naturales y por la llave de las energías fósiles. Guerras para el negocio de los insaciables fabricantes de armas en su afán de lucro con el macabro mercado de la muerte.
Nosotras, mujeres antimilitaristas y feministas, no queremos la guerra. Las guerras son la expresión extrema de la violencia heteropatriarcal. El capitalismo salvaje, cuyo objetivo es el sangriento negocio de las armas y el expolio de los recursos, es el único beneficiario de las guerras. En cambio, para la mayoría de las personas sólo implican muerte, sufrimiento, éxodos hacia la nada, miseria y aumento de las desigualdades.
Hace tiempo que hemos aprendido que la guerra es la expresión extrema de la violencia patriarcal. Que el capitalismo y el patriarcado necesitan de las guerras para mantenerse y seguir oprimiendo. Hay que acabar con todas las guerras.
Por eso, junto a mujeres de otros lugares, suscribimos el Manifiesto de Resistencia Feminista contra la Guerra y “rechazamos las posiciones emitidas estos días que, con la excusa de apoyar a Ucrania, ahondan en la espiral belicista y en las decisiones que pasan por sumar más armas al conflicto y aumentar presupuestos de guerra. Rechazamos los relatos securitarios que refuerzan las lógicas autoritarias y de militarización. No en nuestro nombre”.
En nuestro ámbito social, como mujeres antimilitaristas y feministas, nos preocupa la interiorización y normalización instalada en grandes sectores de la sociedad vasca acerca de la existencia de la importante industria militar en EuskalHerria. Industria de la muerte apoyada por el Gobierno Vasco, Universidades, entidades bancarias, etc. lo que impide que asumamos socialmente las responsabilidades derivadas de la producción militar en nuestra sociedad vasca. Cerramos los ojos ante la relación existente entre guerras, expolios de riquezas económicas a otros países y el bienestar existente en las sociedades enriquecidas, entre ellas, la vasca.
Desde Emakumeok gerraren aurka creemos que es la hora de “abrir el melón”: contribuimos a la guerra con la producción militar y nos beneficiamos del orden económico derivado de esas guerras disfrutando de un nivel de bienestar, no universalizable, desigualdad que mata más que las mismas guerras.
Además, estamos convencidas que las lógicas de la seguridad basadas en tener más armas y más ejércitos constituyen una dinámica infernal y perversa. La seguridad de las personas en Ucrania, en EuskalHerria, en Oriente Medio, en África y en tantas y tantas zonas del mundo solo se puede sustentar en sociedades con sistemas que aseguren la supervivencia digna de todas las personas, no en sociedades armadas hasta los dientes.
Aunque quieren hacernos creer que los ejércitos y la acumulación de armas garantizan la seguridad de los pueblos, las feministas no creemos en una paz y seguridad basada en las armas. Las políticas feministas de seguridad se basan en el cuidado y en políticas capaces de asegurar equidad y una vida digna para todas las personas.
Necesitamos trabajar por la cultura del diálogo y la No Violencia. Avanzar en la resolución no violenta de los conflictos. Exigir pasos efectivos en el desarme y la desmilitarización de los Estados. Convertir la industria militar. Desenmascarar a los mercaderes de la muerte y a sus cómplices políticos, económicos e intelectuales necesarios. Poner la Vida en el centro. Desarmar el mundo y cuidar la vida. También, aquí, en EuskalHerria.
Emakumeok Gerraren Aurka – Mujeres contra la Guerra
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