Mendiak ez daude salgai
El sábado pasado se escucacharon gritos de “Mendiak ez daude salgai” en las calles de Agurain. Este claro mensaje refleja el transcendental momento que estamos viviendo.
La pérdida de espacios naturales es ya irrecuperable. Pérdida que está provocada por el modelo de explotación de los recursos naturales en cada vez menos espacio de tiempo, como si estos fueran inagotables y de esta manera obtener el máximo beneficio económico.
El vertiginoso y desbocado consumo al que nos conducen desde este régimen político, económico y social, intenta ocultar las profundas heridas a las que nos enfrentamos a diario. Heridas que nos van doblegando poco a poco, heridas que no nos da tiempo a curar, heridas que no podemos compartir porque no las vemos, las ignoramos o las ocultamos.
Como remedio nos venden unas gotas de laboratorio muy fáciles de tomar, cuyos componentes se utilizan para el aletargamiento individual de toda la comunidad. Estas gotas se fabrican a base de extractos combinados que, por su compleja producción, necesitan una cantidad ingente de energía.
La imperiosa energía dominante la producen empresas cuyo único arraigo que tienen con el territorio es el de ansiar poseer sus parajes más significativos y característicos. Estos lugares son parte del imaginario social que explica la cosmovisión que tenemos del mundo.
Espacios que nos han acogido y con los que hemos coexistido en la vida. Espacios de los que se sirven para izarse sobre ellos y así poder fundar la nueva doctrina que vuelva a reformular los principios más opacos del sistema que nos ha traído hasta este incierto instante.
Y aquí es cuando entra en juego el atractivo social que tienen las grandes empresas que se dedican a la producción de energía. Valor social que desprenden en sus principios rectores por ser estas las mayores valedoras de los derechos energéticos del común de las personas. Derecho a la energía cuyo precio está sujeto al bienestar de sus integrantes más significativos.
Precio que incluye la derrota de los espacios creadores y reproductores de vida en su factura final.
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