De verdad… no a la guerra?
Como cada tercer viernes de mes desde el año 2016, el colectivo “Emakumeok Gerraren Aurka-Mujeres contra la Guerra” de Gasteiz, convoca a una concentración para denunciar-visibilizar-divulgar la desconocida realidad de la Industria militar vasca y manifestar el rechazo contra las guerras y sus consecuencias.
En las octavillas que se repartieron en la concentración del pasado viernes día 21 de Enero, se puso en valor a las más de 4.400 personas migrantes que murieron intentando llegar a las costas del Estado Español (Informe 2021 de la ONG Caminando Fronteras) señalando algunas causas por las que “las personas estaban obligadas a emigrar…por guerras de las que se lucra nuestra industrias militar/ por la extrema pobreza ocasionada por el expolio que sostiene nuestro insultante nivel de vida/ por los desastres climáticos provocados por el capitalismo salvaje/ por nuestra pasividad” Y en grandes letras se añadía: ¡NO PODEMOS SER CÓMPLICES! NO A LAS GUERRAS NI EN YEMEN, NI EN SAHARA, NI EN UCRANIA. OTAN NO.
La pequeña hoja resumía la relación existente entre la producción de armas, las guerras y las terribles consecuencias que se derivan para satisfacer las falsas necesidades de una mayoría de la población de los países enriquecidos.
A nadie se le escapa que el tema tiene su enjundia pero en mi reflexión quiero abordar una cuestión que, cada vez que surge, saltan chispas. Me refiero a nuestro modo de vida consumista, al impacto social y ambiental que genera y a que, sí o sí, debemos asumir la parte de responsabilidad que nos corresponde por colaborar en esta desigualdad rampante.
Ahora que suenan tambores de guerra porque los Señores de la Guerra de turno quieren invadir, saquear y violar el país de Ucrania sembrando la desolación y el sufrimiento en la población civil, posiblemente nos convoquen para que nos manifestemos contra la guerra. Y como en tantas otras ocasiones gritaremos GERRARIK EZ, NO A LA GUERRA, OTAN EZ…Y cumplido el rito de la indignación, volveremos a nuestras vidas rutinarias con la sensación de haber cumplido con nuestro deber.
Alguien dijo “Pensar globalmente y actuar localmente”
La guerra empieza aquí, es algo más que una consigna. En nuestro pequeño país, Euskal Herria, un centenar de empresas de la muerte están implicadas en la industria militar y cuentan con el apoyo de todo un entramado de poderosas instituciones (Gobierno Vasco, UPV/EHU, Entidades Bancarias, Patronal…etc.), información a la que se puede acceder mediante el exhaustivo trabajo recogido en el libro publicado por el Colectivo Gasteizkoak “Estas guerras son muy nuestras. Industria Militar Vasca”.
Por el libro del colectivo Gasteizkoak sabemos quiénes son estos empresarios, donde se ubican sus mortíferas y lucrativas empresas, qué producen, a dónde se exportan las armas y la tecnología… Pero éste es un tema tabú que ni tan siquiera los partidos y/o sindicatos denominados de izquierda se atreven a abordar. Pero… la guerra empieza aquí.
Y en segundo lugar, nos guste o no, tendremos que comenzar a asumir que las guerras nos benefician porque nos posibilita mantener unos privilegiados niveles de consumo y bienestar no universalizables pero que, además, priva a gran parte de la humanidad de bienes básicos y derechos fundamentales. Hemos naturalizado de tal manera las desigualdades económico-sociales, que ni siquiera nos interrogamos acerca de nuestro insultante modo de vida.
Por ello si de verdad estamos contra las guerras y sus consecuencias es hora de abrir el melón y mirarnos al espejo.
Para concluir escuchemos a María Mies, socióloga alemana, escritora de reconocidos libros feministas y ecofeministas y que a sus 90 magníficos años nos regala estas reflexiones.
“En mi opinión, uno de los motivos más importantes es que existe una contradicción masiva entre lo que las personas exigen públicamente a “los de arriba” y lo que hacen como “personas privadas”.
“…De manera que quien esté a favor del desarme, ha de estar también a favor de la abolición del orden económico mundial y explotador y dispuesta a reducir su confort habitual”.
“…todas las demás formas de lucha por una sociedad alternativa -ya sean violentas o no violentas, parlamentarias o extraparlamentarias- no tendrán éxito si no se quebranta la hegemonía sobre la vida cotidiana que ejerce el consumismo. En este sentido, el “camino” de la liberación del consumo es también ya la meta”.
Entiendo que no es un camino sencillo. La sociedad de consumo es atractiva, nos promete felicidad y libertad; nos proporciona un status por el que se nos admira y acepta, etc. La pelota está en la cabeza de cada cual y podemos optar. (*)
(*) “LA ABUNDANCIA FRUGAL COMO ARTE DE VIVIR” Felicidad, gastronomía y decrecimiennto (Serge Latouche)
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