Familia rural elegida
“Nos vamos al pueblo a tener unx hijx”. Qué frase tan repetida…parece que regalasen subvenciones (y esque, a veces, así es). Habrá que asumir que es el formato más elegido por la gente, para dar el salto a la ruralidad, o para regresar a ella, si es que viene de allá, y ha pasado rato de su vida en la ciudad.
Con el discursito de que en el campo no es posible la militancia, tiene pinta de que, gente con otros objetivos diferentes, no se anima tanto. ¿Cómo se puede tener la cara tan dura de afirmar eso? ¿Quién define qué es militancia y qué es autogestión, y dónde está la frontera entre ellas? El eterno debate…¿Y quién dice que la autogestión más válida sea especular con alcohol casi siempre legal, pagando los correspondientes impuestos al estado? ¿Y que la militancia no pueda ser recuperar semilla autóctona con la vecina de enfrente, antes de que se muera, y ésta desaparezca?
Como persona que opta por no irse a vivir a la ciudad, además de por gusto, por opción política, estoy cansadx de estos temas. Diría que, respecto a la estructuración de toda la vida, no ha cambiado casi nada.
La gente se viene a una especie de “jubilación”, a descansar, porque ya ha hecho todo lo que tenía que hacer, a nivel de lucha social, en estos años en la ciudad. En los grupetes de gente “diferente” al paisanaje de toda la vida, podemos observar que, casi siempre, la cosa se sigue estructurando en parejas (no necesariamente hetero), o por familias nucleares.
Y ésto nos aburre a quienes buscamos jugar la partida de maneras diferentes, creando otro tipo de núcleos de convivencia. “Si no has venido aquí a pillar casa con tu pareja y a repoblar de niñxs, ¿entonces a qué?”, te preguntarán con la mirada, tanto lxs convencionales como tus supuestxs aliadxs.
Puestxs a producir más criaturas, me parece mucho más sano y esperanzador que se críen en este tipo de entornos. Pero, ¿por qué esta obsesión por parir y parir? Eso sí que es un delito ecológico; y mientras, se justifica la caza del corzo o del jabalí, porque hay superpoblación.
¿Es que no se dan cuenta de que es insostenible? Porque no me creo que toda la gente quetrae niñxs al mundo, sienta el instinto incontrolable de que tengan que salir de su cuerpo, o tenga el tiempo y la dedicación de calidad que se merecen, y muchxs de ellxs no lo hagan por norma social.
Pero me alegra descubrir que, aunque a pasos lentos, (y a veces no tanto), se vayan creando (o, seguramente, recuperando del olvido) redes disidentes fuera de las ciudades. Y que nos vivamos que esa “familia elegida”, que siempre nos han metido en la cabeza que no funciona, está presente, y nos sostiene.
Que podemos crear otras redes afectivas y de cuidados, saliendo de la típica estructuración, y apoyarnos en nuestras luchas. Que podemos ser, también aquí, hermanxs, vecinxs, compas, amantes, hijxs, o lo que nos dé la gana. A ratos, o sólo una cosa, o todas a la vez.
Que lxs del asfalto y lxs de las zarzas nos necesitamos mutuamente, y que te apañes un buen colchón que te amortigüe, y te animes a dar ese salto que tanto miedo te da, ¡y te vengas pakí a liarla!
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