“Qui prodest?” -SOS Rascismo Araba y Asociación Nacional Presencia Gitana-
En Astegieta, barriada-localidad fagocitada en su día por Vitoria-Gasteiz, la epidemia de esquizofrenia antigitanista que asola a los vecinos –quizá no a todos– está causando daños ya irreparables en una vecindad –quizá no toda– infectada de odio irracional, que enseñorea y envenena el barrio desde que una familia gitana tratara de arraigar en la ciudad en agosto de 2016. Un tiempo en el que el energumenismo racista ha hecho y sigue haciendo bandera de la exclusión y el odio a la concreta identidad de una familia: un ciudadano vasco, vecino de la citada localidad, intentó inmolarsea lo bonzo, rociándose de gasolina, en la tarde del pasado viernes, ante dos ediles representantes del Ayuntamiento de la ciudad, cuando estos, haciendo uso de su inalienable derecho a la movilidad en libertad, acompañaban a su domicilio a los legítimos arrendatarios de su vivienda en la vecindad: los Manzanares/Cortés, que, por cierto, también son ciudadanos y vecinos vascos de pleno derecho.
Vivienda que ya fue objeto de la barbarie vecinal, horra de conciencia y de humanidad –como las crónicas han relatado–, con sañudos ataques y destrozos salvajes para impedir preventivamente su legítima ocupación por parte de ¿desconocidos?, evitando, entonces y a posteriori,con somatenes permanentes que sus arrendatarios pudieran acceder a habitarla; conculcando de modo arbitrario y deleznable el derecho de la familia raciada a residir en su asolada vivienda, que legalmente les ha correspondido.
Las duras campañas de intoxicación y energumenismo desatado, que amenzazan con corroer el tejido social vitoriano, exaltadas en concentraciones intolerables, inficcionadas con abanderadas y teatralizadas marchas semanales de la “división” de tractores rodantes, en formación cuasi-militar, han invadido el centro de la ciudad durante meses, sin que nadie les reprima, inflamando el supuesto poder de la vecindad –o parte de ella– para sostener y reafirmar su compromiso de IMPEDIR por cualquier medio que otra familia vasca con menores ACCEDA a la viviendaque se le ha adjudicado con total legalidad.
El supuesto derecho de veto vecinal (además de las mentiras emotivas de gentes envenenadas por el odio y nubladas por las pulsiones más abyectas que arguyen como justificación de sus acciones), evidencia comportamientos individuales y colectivos que imposibilitan la convivencia en concordia, respeto a la dignidad de toda –toda– persona, y a la tolerancia que posibilita la convivencia en paz y armonía. Tal “derecho” argüido no es una opción regulada por algún apartado de ley alguna que pueda regir en el cantón ¿independiente? de Astegieta, ni en Vitoria-Gasteiz, ni en parte alguna del País Vasco, ni de cualquier rincón de España. A día de hoy, al menos.
El ¿abortado? intento de suicido público, sea un paripé urdidopor decisión unipersonal, sea una charlotada conchabada o inducida por terceros, que pareciera un mal chiste si no fuera una soberana estupidez, ¿a quién aprovecha?…¿Cuál es su utilidad para la convivencia y la vida cotidiana, más allá de provocar puntuales notas de prensa aligeradas de aspavientos?
Seamos serios: huérfano de ética y de valores, este no es el camino. Tampoco lo fueron los salvajes asaltos, allanamientos y destrozos de una vivienda dispuesta para ser habitada, ni las pancartas, las soflamas o las canciones alusivas en concentraciones vecinales, en las que se grita el odio y se expele el rechazo a sus previstos moradores: determinada familia de una concreta identidad; ni las amenazas, los atentados al patrimonio de los victimados, ni las vigilancias permanentes, ni los seguimientoso el control de cualquier llegado, o allegado, o la supervisión de cualquier visita de cortesía… No son formas ni defendibles ni practicables, como no sea caer en el ridículo y comportarse al margen de la ley, erigiéndose en guardianes de una impostada legalidad inviable e imposible.
La familia Manzanares/Cortés sigue siendo objeto de vigilancia maliciosa y de túrbidas sospechas por parte de quienes, engallados en su estolidez, se empeñan en seguir vulnerando sus derechos, que son los de todos, en una sociedad que se autoproclama abierta, solidaria y acogedora. Los vecinos de Asteguieta –o parte de ellos– no son un ejemplo para nadie, ni referente ético de los valores ciudadanos que conforman la convivencia pacífica y democrática para la que a todos nos convocara la Constitución, pronto hará cuarenta años, sino una vergüenza para ellos mismos, para los suyos y para todos. Sus vetos, sus intimidaciones, violencias y parodias para esconder, o exaltar, sus miedos reales o inventados, no son excusa alguna de su deleznable comportamiento, al socaire del cual pretenden instaurar su fuero vecinal, erigiéndose en flamígeros ángeles que impiden entrar en su paraíso de modo preventivo, coercitivo y violento a quienes son tan vecinos y ciudadanos vascos como ellos. Siembra de malos vientos, estúpidosunamivecinal, que corre el riesgo de malignizarse y anegarcon turbadoras tempestades al paisanaje vitoriano, cuya nobleza se ha ido acrisolando y perviviendo desde la fundación de la ciudad, en el ya lejano año 1181.
Y es por esta única razón por la que alegamos lo que antecede y nos posicionamos al lado de la familia Manzanares/Cortés, o de cualesquiera otras familias o ciudadanos –del origen, color o identidad que sean– a quienes se pretenda arrojar al ostracismo por supuestos sedicentes motivos tan ridículos e insostenibles como el de que alguien es “presuntamente conflictivo”.
Coda.- Los ediles y sus acompañantes, involuntarios protagonistas de esta pesada broma, de esta mema payasada, de esta pamplinosa kermés, han vivenciado, con la pedagogía de los hechos, cómo debe padecer este suplicio de Tántalo la familia Manzanares/Cortés.
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