Compartir el desasosiego
Cuando los problemas sociales, generalmente de origen estructural, nos desbordan por su dimensión y por las injustificables consecuencias sociales que de ello se derivan… ¿qué hacer? Organizarse para intentar transformar la sociedad, incidiendo en el medio más cercano, participar creando redes, complicidades, etc.? ¿Merece la pena pegarse continuamente contra una poderosa pared y desgastarse física y anímicamente en el intento?
Me explico. A finales del pasado mes, una mujer con cierta sensibilidad social, me comentó que ya no iba a participar más en la concentración mensual organizada por el grupo “Emakumeok Gerraren Aurka-Mujeres contra la guerra” porque consideraba que “no servía para nada” Estas palabras me provocaron una especie de sentimientos de tristeza, de impotencia y desasosiego que me robaron “la chispa” con la que afrontaba el día a día.
El día 20 del pasado mes de marzo, Kaleratzeak Stop de Araba convocó a una concentración ‘Por una ley que garantice la vivienda. Inor ez kale gorrian‘ y para reivindicar una “ Ley que garantice el derecho a la vivienda, que impida los desahucios de personas vulnerables, que afronte las situaciones de sinhogarismo, y que evite que haya personas durmiendo en la calle” . En esta concentración intervino Amaia, para informar sobre la orden de desahucio que amenazaba a su familia compuesta por seis personas, situación ya denunciada por Kaleratzeak Stop Araba en rueda de prensa el día 11 del pasado mes de marzo.
El jueves, 25 de Marzo este colectivo anunciaba que “AMAIA, PEPE, Y SUS CUATRO HIJOS EN RIESGO DE DESAHUCIO TENDRÁN UN PISO CON ALQUILER SOCIAL DONDE PODER VIVIR” y que “SÓLO LA DENUNCIA PÚBLICA Y LA MOVILIZACIÓN SOCIAL GARANTIZAN QUE SE CUMPLA EL DERECHO INTERNACIONAL A UN PISO DIGNO Y ADECUADO”.
Y yo añado que, además, este final ha sido posible 1) porque Amaia ha tenido la valentía de denunciar e informar públicamente de la agresión familiar que estaban sufriendo y 2) porque a su lado estaba Kaleratzeak Stop Desahucios de Araba, un colectivo que durante muchos años realiza un constante trabajo de denuncia, información y apoyo a quienes lo necesitan.
Y con este resultado satisfactorio, Gasteiz es una ciudad menos desigual. Y sentí que mi frágil y metafórica “chispa” interior volvía a resurgir.
Con fecha 4 de abril, Jose Mari Esparza Zabalegi en su artículo “Gora Errigora” publicado en Gara, reflexionaba sobre el proyecto ErriGora de Nafarroa una iniciativa popular que tiene como base Euskal Herria y como herramienta el trabajo comunal que se asienta, fundamentalmente, en el sur de Navarra para influir en la zona donde el euskara no es oficial y, paralelamente, abrir caminos a los agricultores y a los alimentos propios del lugar hacia otras localidades de Euskal Herria. ErriGora, oxígeno para el euskara, agua para los productores de Erribera
En el artículo se dice que en ocho años de andadura ErriGora ha repartido 100.000 cestas, dignificado la agricultura local y recaudado millón y medio de euros para los euskaltzales más marginados del país. Lo grande del proyecto, comenta Jose Mari Esparza, es que devuelve la ilusión, planta cara a la globalización con imaginación y eficacia, concluyendo que ErriGora no es solamente una idea genial. Es un camino.
Nuevamente pequeños colectivos, constancia, auzolan y plantar cara a la globalización capitalista.
Y mi “chispa” interior se va reforzando.
Volviendo al principio de esta escotilla y a la pregunta ¿qué puede hacer un pequeño colectivo como “Emakumeok Gerraren aurka-Mujeres contra la Guerra”? Os comento. Durante los cuatro años de existencia del grupo hemos salido mensualmente a la calle para denunciar que en Euskal Herria se fabrican armas que provocan guerras con las terribles consecuencias ya conocidas (migraciones forzadas, expolio de los pueblos, explotación de seres humanos, muertes, etc.). Hemos desenmascarado los apoyos de instituciones vascas como la Universidad, el Gobierno y Parlamento Vascos a la industria de la muerte así como el reconocimiento público que se dispensa a nuestros señores de la guerra ( Aperribay ejecutivo de la fábrica de armas SAPA y presidente de la Real Sociedad, la familia Sendagorta, entre otros) y también se ha destapado la colaboración de conocidas entidades bancarias (Caixabank, Laboral Kutxa…) con la industria militar…etc.
Durante este tiempo también nos hemos encontrado con otros grupos antimilitaristas y feministas para compartir espacios y poner en común reflexiones y experiencias que posibiliten caminos hacia una Euskal Herria sin producción militar.
¿No es un auténtico escándalo que en un pequeño país como el nuestro, un centenar de empresas estén implicadas en la producción de la industria militar? ¿Y no es menos escandaloso que, desde la más absoluta indiferencia, convivamos con ello? Porque, nos guste o no, LA GUERRA EMPIEZA AQUÍ.
Llegará un día en que el tema de la producción armamentística aquí, en casa, deje de ser tabú, y que comencemos a relacionar las guerras de allá, las migraciones y personas que mueren en el Mediterráneo, nuestros niveles de consumo, la militarización de las fronteras y las violaciones a mujeres y niñas, etc.etc…con que, nos guste o no, LA GUERRA EMPIEZA AQUÍ.
Por todas estas razones y muchas más, aunque seamos minoría, aunque alguien diga que no sirve de nada, hay que continuar saliendo a la calle. Y contra el desánimo y para recuperar fuerzas ¿qué tal recurrir a la poesía?
No te rindas, aún estás a tiempo/De alcanzar y comenzar de nuevo/ (…) Liberar el lastre/Retomar el vuelo/No te rindas que la vida es eso/Continuar el viaje/Perseguir tus sueños (…) Porque cada día es un comienzo nuevo/Porque esta es la hora/y el mejor momento… (Benedetti “No te rindas, aún estás a tiempo”)
Hasta siempre Arcadi. Gracias por todo.
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