Una pandemia… ¿razón o consecuencia?
Desde esta ventana comunicativa las amigas de Hala Bedi me invitan a compartir la última escotilla del curso. Antes que nada, un año más daros las gracias por dejarme ser parte, desde mi pequeña aportación, de un proyecto tan importante para Araba como es Hala Bedi irratia, milesker.
Es innegable que este último año hemos vivido un periodo excepcional, raro, desconocido, agobiante, lleno de incertidumbres y desde mi punto de vista con pocas alegrías. No vengo hoy a llorar ni a lamentarme de nada, pues soy consciente del privilegio que supone ser mujer blanca, heteronormativa, europea (por el espacio donde vivo) y con un nivel económico y social no tan malo en estos tiempos que corren, en este mundo que vivimos. Pero dicho esto, también es cierto que la pandemia primero y la guerra de Ucrania después han condicionado nuestras vidas, las de todos y todas.
Una pandemia que nos ha hecho sentir miedo por nuestra salud y la de nuestras mayores especialmente, que nos ha hecho quedarnos en casa, que ha creado condiciones de vida mas duras de las que teníamos, que nos ha dejado sin trabajo, que nos ha impuesto prohibiciones, multas y represión policial, que ha auspiciado un discurso peligroso cercano a la ultra derecha respecto a libertades individuales y no colectivas y que ha traído dolor, tristeza y ansiedad, entre otros trastornos mentales a muchas casas. Y después nos trajeron la guerra, y con ello el miedo a la utilización de armas nucleares, la subida abusiva y descontrolada de precios y una vez mas esa sensación de incertidumbre ante el futuro.
El empobrecimiento y deterioro de la calidad de vida de la sociedad, especialmente de mujeres, migrantes y jóvenes, el aumento del desempleo y la precariedad laboral, la subida generalizada de precios incluso de productos básicos, etc. es culpa de la pandemia nos dicen una y otra vez, es culpa de la guerra nos dicen una y otra vez. No podemos hacer nada, no podemos hacer más.
La crisis económica y social que ya vivimos en Euskal Herria se agranda a pasos gigantes y nos dicen que es consecuencia de no se qué y que no se puede hacer más. Pero si levantamos un poco la mirada, si la incertidumbre y el enfado nos deja ver más allá, nos daremos cuenta que los ciclos del capitalismo se renuevan históricamente. Quien nos empobrece y nos precariza es el sistema, un sistema estructural que ordena el mundo en base a sus intereses. Porque estos últimos meses mientras algunos y algunas sufrían para llegar a fin de mes empresas vascas como Petronor o Iberdrola seguían aumentando sus beneficios millonarios. El capitalismo tiene suficientes recursos como para hacer que una pandemia mundial o una guerra en medio de Europa le sirva a sus intereses, en contra de los intereses de las personas y los pueblos.
Porque las cosas no ocurren porque sí, sino que hay alguien que decide invertir en armamento y no en sanidad publica, hay alguien que decide seguir acumulando la riqueza en manos de unos pocos en vez de redistribuirla, hay quien decide empeorar las condiciones de la clase trabajadora en vez de lo contrario. Y ese alguien son oligarquías y poderes fácticos que responden, sin duda, a los mandados del sistema.
Este año hemos vivido un tiempo excepcional donde los grandes debates, las grandes propuestas y las grandes medidas no han hecho despistarnos de las necesidades de nuestro pequeño pueblo. Nos hemos pasado meses mirando a Madrid, a París, a Bruselas o a no sé donde, porque las decisiones, sobre casi cualquier cosa, se toman allí. O eso querían algunos. Pero no lo han conseguido del todo.
Las reflexiones e iniciativas sobre el tema de cuidados que ha trabajado el Movimiento Feminista de Euskal Herria, las movilizaciones de los y las pensionistas vascas, las movilizaciones tan importantes en defensa de la sanidad publica o de tantos conflictos laborales, las movilizaciones de la juventud, el euskara o los presos políticos vascos…
Es cierto que hemos vivido un año complicado, pero de ello también hemos aprendido, hemos trabajado y hemos luchado, desde aquí, para mejorar las cosas, para cambiarlas, para gritar desde diferentes bordes la sociedad que queremos ser, el pueblo que queremos ser. Entre diferentes y entre todas. Porque sólo así será posible.
Por este curso me despido de vosotras no sin antes decirles a aquellos y aquellas que me escuchan desde sus txabolos…
DENAK ETXERA ETA MUXU BANA!!!
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