Columba Fernández Doyague: una de tantas, una de ellas
En los primeros años de terror franquista los escuadrones de la muerte asesinaron al menos a 94 mujeres en Euskal Herria, 10 de ellas en Araba. Algunas de estas víctimas fueron asesinadas extrajudicialmente y enterradas en fosas clandestinas por lo que continúan aún desaparecidas. Es el caso de la vecina de Gasteiz, Columba Fernández Doyague. Una historia que sirve de ejemplo para resumir la injusticia y crueldad a la que fueron sometidas cientos de mujeres.
Columba Fernández había nacido en San Vicente de la Sonsierra (La Rioja), pero era vecina de Gasteiz desde muy joven vivía en la calle Pintorería del Casco Viejo. Fue detenida en la capital alavesa el 31 de julio de 1936, entonces tenía 38 años.
Aquel día Columba se encontraba en la entrada de la cárcel gasteiztarra situada en la calle La Paz, como otras muchas personas, a la espera de entrar a la prisión a visitar a sus allegados. Eran los primeros días tras el golpe de Estado contra la democracia republicana, la capital alavesa estaba ya bajo control franquista y las celdas comenzaban a llenarse de presos y presas políticas. La mayoría de las personas que se agolpaban en las puertas del penal eran mujeres que llevaban paquetes de comida, mantas y ropa para sus maridos encarcelados.
En los momentos de tensión previos a que les dejaran entrar en la cárcel, según la versión ofrecida por los centinelas a su superior, una de las mujeres se dirigió a los soldados que vigilaban el acceso con la frase “con vino y tabaco os están engañando”. Por esa razón procedieron a detener a una de las mujeres del grupo de visitantes. En los interrogatorios posteriores la mujer arrestada alegó que ella no había abierto la boca, y en su declaración acabó señalando a Columba Fernández como la autora de la frase. Columba fue detenida al día siguiente.
Columba era conocida en Gasteiz por ser militante anarquista y participar activamente en movilizaciones obreras. Durante la segunda República, en febrero de 1932, ya había sido detenida junto a varias decenas de anarquistas más en una huelga impulsada por la CNT que paralizó la ciudad. Con esos marcados antencedentes acompañados de esa denuncia de “insultos a la autoridad” ingresó directamente en prisión.
El juicio
Tras permanecer tres semanas encerrada, a mediados de agosto, el juez José María Sarachaga Larrea le tomó declaración. Columba rechazó la acusación. Su versión difería absolutamente de lo que se le imputaba haber dicho aquel día en la entrada de la cárcel. Según ella, los soldados de guardia estaban bebiendo y le ofrecieron vino, que rechazó. Insistieron en darle vino pero Columba, firme a sus convinciones libertarias, afirmó ser vegetariana y abstemia por lo que se marchó del lugar sin aceptar la invitación a beber con ellos.
El juez nunca tomó declaración a los soldados implicados, porque ya no se encontraban en Gasteiz tras haber sido destinados al frente de Madrid. Las diligencias concluyeron con los informes redactados por los estamentos habituales sobre la procesada.
La Dirección General de Seguridad redactó un expediente demoledor. “A Columba se le considera como muy peligrosa, relacionada muy de cerca con elementos marxistas, habiendo intervenido directamente en cuantas alteraciones de orden público, excitando siempre a la violencia y distinguiéndose siempre por sus insultos a la Fuerza Pública”.
La Guardia Civil ratificaba lo dicho, remarcando que tenía “pésimos antecedentes” y que su marido Isidro Ruiz Pereda había cobijado a tres atracadores en cierta ocasión. A lo que añadía que Columba mantuvo correspondencia con un “peligroso sindicalista” de Logroño.
El general José María García Benítez, máximo responsable de la Comandancia Militar de Gasteiz, firmó el traslado de Columba a la cárcel de Laguardia. El 12 de Septiembre, Columba fue trasladada a Gasteiz de nuevo, para ser juzgada. Acusada de un delito de coacción, ella mantuvo su inocencia pero el consejo de guerra la condenó a 4 años de prisión.
El asesinato
Cinco días más tarde, el 17 de Septiembre de 1936, fue sacada de la cárcel supuestamente para ser llevada de nuevo a su destino penitenciario, la cárcel de Laguardia. Sin embargo, como tantos otros casos, Columba fue asesinada en el trayecto por el escuadrón de la muerte que la trasladaba, tras lo cual fue enterrada en alguna cuneta de manera clandestina.
Algunas investigaciones han señalado que el lugar del crimen pudo ser las Conchas de Haro, pero su cuerpo nunca ha aparecido. Además, en una práctica habitual de la burocracia franquista en la que las autoridades penitenciarias nunca reconocían su responsabilidad en las desapariciones y ejecuciones extrajudiciales de presos y presas políticas, las diligencias judiciales contra Columba continuaron hasta 1944.
Las diligencias judiciales post-mortem
En 1940, la Comisión Central de Examen de Penas del Ejército, proponía que la condena a Columba fuera rebajada de cuatro a dos años. Pero la notificación a la reclusa no se pudo hacer ya que, por razones obvias, ya llevaba cuatro años muerta. En 1944 se volvieron a emitir varios exhortos para comunicar a Columba su libertad, incluso insertaron anuncios en prensa. El 24 de Junio de 1944, el director de la cárcel de Gasteiz respondía que “la interna fue trasladada a la cárcel de Laguardia el 17 de septiembre de 1936, en virtud de la orden del gobernador civil de esta capital”.
El primero de julio de 1944, el director de la prisión de Laguardia se justificaba diciendo que la procesada había sido entregada el 11 de septiembre de 1936 a una pareja de la Guardia Civil para ser trasladada a Gasteiz para el juicio, “sin que regresara jamás a esta prisión ni se hayan tenido noticias de la misma”.
El 4 de julio de 1944, el Gobierno Civil respondió al exhorto de manera tajante: “No hay resguardo en este Gobierno del traslado de Columba Fernández de Vitoria a Laguardia”. Todo era una patraña porque el director de la cárcel de Gasteiz envió al juez la comunicación de que el gobernador decía no conocer:
Gobierno Civil de la Provincia de Álava. Nº de registro 2.290. Columba Fernández Doyague.
El jefe de la cárcel de esta capital pondrá en libertad al detenido que se expresa, siendo entregado a los portadores de la presente orden para que sea trasladada a Laguardia.
Vitoria, 17 de septiembre de 1936. Delegado de Orden Público, Alfonso Sanz
El 11 de julio de 1944, el Gobierno Civil se defendía ante el juez, señalando que “ignora lo ocurrido con la encartada toda vez que en aquella época existían las delegaciones de Orden Público con atribuciones propias”. El juez militar de Gasteiz, Mauricio Fernández de Retana, siguió la investigación y llegó a preguntar al director de la cárcel de mujeres de Saturrarán que negó que la procesada se encontrara en la citada prisión.
El juez, finalmente, dictó un edicto dándole a Columba, ocho días para que se presentara, cuando llevaba ya ocho años muerta. Como no hubo respuesta, el juez decidió interrogar a su viudo que lo único que pudo declarar era que su mujer había desaparecido en septiembre de 1936.
Intentos de recuperar la memoria de Columba
El de Columba ha sido un caso más que olvidado y obviado por las instituciones alavesas durante años. Ahora, el Ayuntamiento de Gasteiz quiere recordar a parte de esas mujeres encarceladas con un nuevo lugar de la memoria ubicado frente al colegio Sagrado Corazón. Y es que, el Colegio Sagrado Corazón alberga en sus muros la historia su uso por los franquistas como cárcel de mujeres en la guerra.
Entre las asistentes de la inauguración de esa placa se encontraba Maruja Ruiz Fernández, hija de Columba, una de las mujeres presas en esta cárcel que nunca volvieron a ver ni ella ni sus dos hermanos.
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