Pintura y botes de humo para denunciar las estructurales laborales precarias de ‘Glovo’
Ernai ha interpelado a cuatro grandes marcas de la capital alavesa con botes de humo y pintura para denunciar que tienen acuerdos firmados con Glovo. Esta acción llega meses después del desembarco de esta empresa en Gasteiz, creando falsos autónomos y estructuras laborales precarias.
Diferentes comercios que tienen contratados los servicios de la empresa Glovo han aparecido señalados esta semana. Diferentes marcajes que se los ha atribuido la organización juvenil Ernai mediante una nota y un vídeo.
Entre otros, han lanzado pintura y botes de humo al bar Comeme de la calle Zapatería, el Mercadona de Adurtza, La Brasileña o el restaurante Fosters Hollywood.
Según ha explicado Ernai, “queremos denunciar uno de los últimos ejemplos que se encuentran entro de la ofensiva neoliberal». Además, denuncian que a día de hoy, este tipo de empresas son capaces de «establecer aún más la precariedad robándonos los pocos derechos laborales que tenemos».
El desembarco de unas marcas y unas pésimas condiciones laborales esperadas
Esta última acción llega meses después del desembarco de Glovo en Gasteiz. Una empresa más, al igual que puede ser Just Eat o Deliveroo, encargadas ambas de envíos de paquetes o comida a domicilios. Algo, conocido en Estados Unidos como gig economy, que se podría traducir como economía de los pequeños encargos. Empresas que funcionan, normalmente, a través de apps y con estructuras laborales precarias para las repartidoras.
Condiciones lamentables, con unos mínimos que cumplir, son solo una pequeña parte de la precariedad de las empleadas. Gente que intenta vivir como autónoma llevándose una media de cuatro euros y 20 céntimos por pedido. Este es uno de los ejemplos que las personas empleadas han denunciado en reiteradas ocasiones en la aplicación Deliveroo. La compañía anuncia las franjas horarias donde se pueden apuntar los repartidores cada semana. El hecho de que se hayan apuntado no quiere decir que tengan que repartir porque hasta el último momento pueden decidir.
Esta misma empresa, por ejemplo, publica los turnos online los lunes. A partir de ahí, todos los repartidores se lanzan a por ellos. Hay turnos de media hora pero también de tres horas, cada uno elige el que prefiere. El tiempo y la valoración de cada repartidor influye también en el reparto: son monitorizados por GPS y los tiempos cuentan.
En caso de no poder hacer un turno, puedes “soltarlo” y que lo coja otro compañero. Eso sí, hasta que alguien no lo coja te sigue correspondiendo a ti. Los trabajadores al ser autónomos tienen que poner sus medios de transporte, en este caso la bicicleta, por lo que si se estropea el arreglo corre de su cuenta.
Una investigación del centro de estudios Brookings en Washington señala que las empresas que se denominan “sin empleados” han ido aumentando su importancia hasta suponer 24 millones de prestadores de servicios (los repartidores o similares) en 2014, frente a los 15 millones de 1997. Unas cifras que se pueden comparar con los 145 millones de asalariados que había en el país en 2014 frente a los 129 millones de 1997.
Falsos autónomos
Unas condiciones laborales inestables, con ingresos irregulares y en los que muchas señalan que es complicado llegar a un sueldo. Esa es la realidad. Las compañías rechazan tener relación de asalariados con ellos y venden estos puestos de trabajo como positivos por su flexibilidad a la par que facilitan el acceso a una manera de tener ingresos que puede ser complementaria a otra actividad.
El caso donde la polémica ha sido más evidente ha sido con Uber, donde un tribunal de Londres condenó a la empresa a reconocer a varios conductores como empleados de la compañía con todos sus derechos, como vacaciones pagadas, descansos o salario mínimo. El argumento era, “si los tribunales han determinado si un trabajador es o no asalariado basándose en si la empresa dictaba instrucciones: si lo hace, sí existe una relación laboral”. Así de simple. Se trata, por lo tanto, de falsos autónomos.
Varios de los negocios han sido incluidos en Glovo sin autorización previa por parte de los hosteleros. En el caso de Just Eat, sin embargo, son los propios restaurantes los que gestionan las condiciones de las personas empleadas.
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