La dirección de Mercedes-Benz en Gasteiz ha anunciado que implementará turnos de trabajo de 9 horas pese al rechazo mayoritario de los sindicatos que representan a la plantilla. La medida, que incluye jornadas de 45 y hasta 53 horas semanales dependiendo del turno, fue rechazada en octubre por ELA, LAB y ESK, que suman 18 de los 29 representantes del comité de empresa. Sin embargo, la propuesta ha sido respaldada por los sindicatos minoritarios UGT, CCOO y Ekintza, firmantes del actual convenio colectivo.

Desde los sindicatos críticos advierten del impacto negativo que la medida tendrá en la salud y la conciliación de los trabajadores. “No es razonable exigir estas jornadas a una plantilla envejecida, donde el 35% tiene más de 50 años. Esto solo aumentará las bajas laborales y reducirá la productividad”, ha señalado LAB. Por su parte, ELA ha alertado de que, además, “no existe una necesidad real de aumentar la producción, ya que la empresa ha proyectado fabricar en 2024 el menor volumen de furgonetas desde la pandemia, 124.000 unidades”.

La dirección de Mercedes ha justificado la decisión como necesaria para mantener la competitividad, pero también ha insinuado posibles despidos si no se aceptan sus condiciones. “En la planta nadie sobra”, ha respondido ELA, subrayando que hay alternativas para preservar los empleos actuales sin imponer estas condiciones.

La división entre sindicatos complica la respuesta de la plantilla, que por el momento no ha definido una estrategia conjunta. Desde LAB reconocen que el escenario legal es incierto, ya que si la medida se incluye en el convenio, las protestas podrían considerarse fuera de la ley.

Todo esto ocurre en un momento delicado para la industria automovilística europea, que enfrenta una crisis estructural. Mercedes-Benz ha reducido sus previsiones de beneficios para 2024 y, aunque mantiene la inversión de 1.000 millones de euros en la planta de Gasteiz para la producción de modelos eléctricos en 2026, la incertidumbre se mantiene en el sector.