Menos de 1.000 euros brutos al mes y 1.800 horas anuales: la precariedad de las trabajadoras de las residencias en Araba sale a la luz
Las trabajadoras de las residencias privadas de Araba siguen con las movilizaciones mientras han querido hacer públicas sus precarias condiciones laborales.
Tras meses de concentraciones, comparecencias en las Juntas Generales de Araba, reuniones varias, agitación en las redes sociales… Las trabajadoras de residencias privadas de la tercera edad de Araba han querido acercar la realidad de su trabajo a la ciudadanía, haciendo hacer llegar a las vecinas las consecuencias de la precarierdad que padecen. Según denuncian en una nota, esta precariedad no solo afecta a quienes trabajan en el sector sino también a todas las personas usuarias.
997 euros (brutos) 1.792 horas
Los datos hablan por si solos. A día de hoy, todas estas trabajadoras siguen sin un convenio provincial y se rigen por uno estatal. ¿Cómo se plasma eso en el día a día? Quizás en el día a día no tenga un impacto directo, pero sí a corto, medio y largo plazo: las trabajadoras de las residencias privadas de tercera edad de Araba cobran 997 euros brutos al mes a pesar de trabajar un total de 1.792 horas al año. Es más, por cada domingo o festivo que trabajan cobran 18,71 euros.
Pero más allá de las cifras, los problemas surgen cuando una de las trabajadoras cae enferma en una baja de corta duración: «No nos sustituyen», denuncian. «Hacemos de auxiliares, de cocineras, de limpiadoras o incluso de enfermeras sin tener titulación alguna».
Por si eso fuera poco, en muchas de las residencias las trabajadoras están obligadas a hacer dobletes de turnos. «Y todo ello, con dinero público«, recuerdan.
Curas sin hacer y sin atención personalizada
Pero, ¿cómo afecta todo ello en las personas pacientes y en sus familiares? Las trabajadoras no dudan en decir que éstas no son atendidas con la «calidad que se merecen» debido a la falta de personal y a las cargas de trabajo realizándose «higienes personales deficientes».
Consideran también que no se les dedica una atención personalizada. Esta falta de atención ya denunciada implica que las personas usuarias permanezcan muchas horas solas, bien acostadas, o bien en salas comunes sin realizar ninguna actividad de ocio. Es más, en ocasiones, ante la falta de personal especializado -enfermería muchas veces-, las curas no se hacen o se realizan por personal no cualificado.
Las movilizaciones no cesan
Desde febrero, las trabajadoras no han cesado en sus movilizaciones. Sin embargo, de momento, no han conseguido efecto alguno a pesar de comparecer en las Juntas Generales alavesas en marzo y explicar la situación ya citada. Después de que el 14 y 21 de mayo protestasen a las puertas de la Diputación, en junio lo han vuelto a hacer en reiteradas ocasiones. Llega el verano y las condiciones laborales no cambian, por lo que parece que el calendario de movilizaciones no terminará.
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