Lo escondido durante 30 años a la luz pública: las pruebas de la tortura
El 20 de agosto de 1993, sobre las 5:00 de la madrugada, el equipo sanitario de Urgencias del Hospital de Santiago de Vitoria-Gasteiz intentó infructuosamente revivir a Juan Calvo, en vano: el bilbaíno salió cadáver de la comisaría de Arkaute. Uno de los médicos recriminó indignado a los policías lo que habían hecho. Al llegar a casa, recogió todo lo que recordaba en un escrito de dos folios para que lo ocurrido no quedara en el olvido. Luego, temiendo las consecuencias, lo ocultó. Ahora lo ha puesto en manos de ARGIA. through Argia.eus
El informe médico y la entrevista ofrecida por otro trabajador del hospital, ciertamente crudos ambos, han servido de motor para buscar nueva información e intentar hacer algo de luz en el caso de Juan Calvo. Entre los nuevos materiales y testimonios que hemos obtenido se encuentra la autopsia forense oficial al cuerpo de Calvo.
El informe del médico de urgencias presentaba algunos errores en el diagnóstico derivados de la falta de posibilidad de un análisis pausado (por eso hemos tomado la autopsia oficial como base para completar los dibujos anatómicos). Pero recibió correctamente los puntos más significativos: que el cuerpo de Calvo emitía gas causando a los médicos «tos, conjuntivitis irritante, mareos y disnea»; que estaba repleto de golpes, hematomas y heridas; que tenía huellas en las muñecas de haber estado previamente… Pero el escrito también aporta otros datos llamativos.
Gracias al informe sabemos de que el médico solicitó a los agentes de la Ertzaintza que llamaran al Juez de Guardia y al forense para que acudieran al hospital, alertado por la gravedad de lo que tenía ante sus ojos. Sin embargo, siempre según el informe, «como nadie daba señales», el médico llamó al 092 por iniciativa propia. Finalmente comparecieron el juez y el forense, y cuando el médico le comentó que los ertzainas no habían querido llamarle, éste le respondió que había recibido dos llamadas: la primera alertando de una muerte «natural»; la segunda, solicitando su presencia. ¿Quién hizo la primera llamada describiendo la muerte de Calvo como «natural»? ¿Podía haberla hecho alguien que no fuera la Ertzaintza?
A continuación, la escena con que se encontró la Comisión Judicial en el hospital, una hora después de la muerte oficial de Juan Calvo.
ARGIA ha encargado a un forense profesional con larga experiencia laboral que valore el informe médico y la autopsia oficial que han permanecido ocultas durante 30 años. En cuanto al informe, dice que en general es correcto y preciso. Aclara que la notable cantidad de agua que contenían los pulmones es consecuencia del edema (debido a ese agua, el informe médico recogía que la posibilidad de que la causa de la muerte de Calvo fuese el que al detenido lo hubiesen “sumergido el agua»).
Por último, ha destacado que no es habitual que los médicos muestren una actitud «proactiva» semejante ante una muerte (además de hacer que acudieran el juez y el forense, se tomaron muestras para el análisis del líquido que salía de la boca de Calvo), actitud que ha calificado de «positiva».
Durante 30 años el médico ha guardado el informe, escrito al llegar a casa la noche en la que trato inútilmente revivir a Calvo.
Mapa de una muerte
La autopsia oficial del cuerpo de Calvo fue realizada por la forense Mercedes Sines Lafuente, del Instituto Anatómico Forense de Vitoria-Gasteiz La manera más adecuada de entenderla es el examen de los dibujos anatómicos y del vídeo que ha conformado el equipo de trabajo de ARGIA. En cualquier caso, el cuerpo de Calvo presentaba: dos cortes en la cabeza, uno de los cuales se abría hasta el cráneo generó un pequeño derrame en el cerebro; «hematomas importantes» en los testículos; edema pulmonar agudo; huellas de haber estado atado en las muñecas; y al menos 47 golpes en todo el cuerpo -presumiblemente porrazos-, diecinueve hematomas y dieciséis desgarros superficiales, de diferente tamaño y gravedad.
La autopsia indica que la muerte de Calvo fue «violenta», que la causa última fue el citado edema pulmonar, producido por el gas CS que utilizaba la Ertzaintza. Según el forense de la Audiencia de Vitoria-Gasteiz, desde un punto de vista «estrictamente médico» es imposible establecer con precisión si la muerte fue consecuencia de un «accidente», «suicida», o «homicida».
El forense, consultado por ARGIA, asegura que la autopsia que realizó el forense Sines es de «buena calidad»: además de que el examen es de gran detalle, se toman numerosas muestras para su análisis en laboratorio. Los golpes en general no producen lesiones graves; la incisión posterior de la cabeza debe ser consecuencia de un golpe «significativo»; los hematomas testiculares probablemente se originaron por golpe. En cuanto a la forma de morir, no descarta que se produjese una combinación de tres factores: gas + inmovilización policial+ «delirio agitado» de Calvo.
Homicidio
Por último, muestra su total desacuerdo con la interpretación abierta que hace la autopsia de la etiología de la muerte: según sus palabras,»sin duda» la muerte no fue de carácter “accidental» ni «suicida»; la muerte de Calvo es «consecuencia de la intervención de terceras personas», por lo que se trata de una muerte de carácter «homicida». Es decir: mataron a Calvo en comisaría.
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