La situación en Santo Domingo: grandes retos para todo el barrio
Hace un tiempo que no se presta atención en los medios a los grandes retos que está afrontando la calle Santo Domingo, y muchas pensarán que con el realojo provisional a parte de las familias vecinas de los números 40 y 42 la situación está solucionada: nada más lejos de la realidad. Y situaciones similares amenazan a gran parte del barrio. Traemos este artículo de Kutxiko Txoko Txikitxutik para analizar la situación actual.
La situación de las familias de los portales 40 y 42
Las familias, de entrada, a poco que intentemos ponernos en su lugar, están en una situación muy dura, pues no hay que olvidar que están fuera de sus hogares (algunas, las no propietarias, incluso en habitaciones de apartahoteles) con sus mobiliarios y enseres guardados en lonjas, con relaciones por construir con un vecindario nuevo y provisional y con una gran incertidumbre sobre qué va a ocurrir con sus hogares. Y se acercan ya al medio año en esta situación.
Aun en esas condiciones, han sido capaces no sólo de organizar la respuesta de urgencia para reclamar y exigir un realojo temporal digno, sino que durante este tiempo de “apagón informativo” han seguido trabajando y coordinándose entre ambos portales hasta conseguir presentar y hacer frente al pago del proyecto de obra que para afrontar la situación de sus hogares les exige la normativa.
Pero ahora, nuevamente se están dando de bruces con lo que supone los muros institucionales que funcionan al margen de la realidad. Porque si la situación no cambia (y nada indica que vaya a hacerlo) van a tener que hacer frente a un desembolso inicial de más de 20.000 euros por hogar para costear las obras iniciales (con el aviso previo de que, probablemente, al desarrollar las obras se descubran nuevas necesidades de intervención). A todo ello, y para cumplir con las normas, tendrán que ajustarse también al resto de obras que marque la ITE (Inspección Técnica de Edificios), lo que en un marco máximo de 5 años les supondría un nuevo desembolso de una cuantía similar. Todo ello sin olvidar que buena parte de las familias tienen que seguir pagando durante años la hipoteca de sus hogares. Sencillamente imposible. Más aún en las condiciones de unas familias socioeconómicamente muy limitadas, y que ya se las veían y se las deseaban para intentar subsistir todos los meses haciendo frente al pago de las hipotecas.
Eso por lo que se refiere a las familias vecinas propietarias de las viviendas (la mayoría en el caso de estos dos edificios). Porque por lo que respecta a las familias que se encontraban alquiladas, a día de hoy algunas siguen sin poder conseguir un alquiler de similares condiciones económicas al que tenían en Santo Domingo, el único accesible a sus posibilidades.
A todo ello la única respuesta que encuentran de la Administración no se basa en facilitarles ayudas que se adecuen a su situación y necesidades, sino en contestarles que si ellas no realizan las obras, el Ayuntamiento las llevará a cabo subsidiariamente y se las irá cobrando en cuotas mensuales. Prácticamente una segunda hipoteca en este caso a pagar al Ayuntamiento. Lo dicho, las normas municipales intentan imponer una situación que no se sustenta en la realidad. El Ayuntamiento lo sabe, pero intenta desentenderse, así que no queda otra que organizarse para obligarle a afrontar adecuadamente las salidas dignas que merecen las problemáticas de estas familias.
Un mal endémico que afecta a buena parte del barrio
Sobre todo ello hablaremos más despacio en próximos posts, pero conviene ahora no perder de vista que esta situación que padecen las familias vecinas de la Santo 40 y42 es un problema que se está dando y se va a seguir dando en el barrio: Santo Domingo 38 está en la misma situación (desalojo y obra subsidiaria), hay un montón de edificios que están con problemas graves continuos (hace unas semanas en Cubo, pero anteriormente en Pinto y Corre) con posibilidad de desalojo (empieza a ser demasiado frecuente ver en nuestras calles vallas de los bomberos para proteger a viandantes de edificios con desprendimientos de fachada, el último en la tercera vecindad de la Cuchi) Y lo que es peor, empiezan a ser numerosos los casos de edificios que tras pasar la ITE se ven obligados a acometer unas obras estructurales de cuantías inalcanzables para el perfil socioeconómico habitual del vecindario que en ellas habita.
El problema de fondo de esta cuestión no es, como a veces se nos intenta vender por voces interesadas, la dejadez con la que el vecindario aborde la cuestión del mantenimiento de sus edificios ¡¡¡si son decenas los palacios y casas señoriales propiedad de las instituciones y de entidades financieras y privadas que se están cayendo a pedazos igualmente!!!
Sin obviar el caso de algunos propietarios no residentes que abandonan deliberadamente el mantenimiento de unos edificios a los que buscan sacar tajada con la carencia de alquileres (y para alquilarlos en cualquier estado abusan escandalosamente de un vecindario que por su origen o condición socioeconómica no tiene posibilidad de elegir, porque las demás se les niegan), y de los especuladores puros y duros que lo que desean es que el edificio se caiga para construir otro nuevo con el que especular (que haberlo haylos), el problema no es esa pretendida dejadez.
La cuestión es que estamos hablando de edificios con una media de más de un siglo de existencia, y cuyas estructuras y materiales corresponden a los de aquella época. Y lo peor de todo es que encima, a buena parte de las que pretenden acometer obras de reforma, para acceder a ayudas, el Ayuntamiento les exige adaptar las viviendas a los nuevos tiempos, lo que supondría eliminación de alcobas, de retretes construidos en los caños y otra serie de medidas que significan graves reducciones de espacios para unas casas muchas de ellas de dimensiones bastante pequeñas (viviendas en torno a los 55 metros cuadrados
Conocedoras de esa realidad, las instituciones tenían que haber puesto el acento y los presupuestos en la rehabilitación de las viviendas, y lo que han hecho cuando contaban con presupuesto para ello (esos tiempos de “vacas gordas” donde se prometían decenas de millones de inversiones anuales en el barrio, o se recibían millones de programas europeos como el URBAN) es básicamente intentar convertir el barrio en un motor de atracción turística, olvidando lo que a menudo ha denunciado el barrio, que “tras las piedras vive un barrio”. El PERI (Plan Especial de Rehabilitación Integral), que en su día se aprobó anunciándose como la solución a los graves problemas del barrio, se ha demostrado un tremendo fracaso, y la misma unanimidad con la que lo aprobaron los grupos municipales es la que muestran ahora al hacer oídos sordos a ese fracaso y olvidarse absolutamente de las graves carencias y necesidades del vecindario del Casco, en gran parte agudizas por esa dejadez institucional. Las consecuencias las pagamos el vecindario del barrio, y la ciudad en general, que se encuentra con un “Casco Histórico Medieval” que después de haber sido presentado mundialmente como un ejemplo de rehabilitación… se cae a pedazos.
Las urgentes respuestas vecinales organizándose a partir de la Plataforma Santo Domingo Bizirik!
Si las familias vecinas de los portales 40 y 42 de “la Santo” no han dejado de trabajar en estos meses de “apagón informativo”, tampoco lo ha hecho la Plataforma “Santo Domingo Bizirik” que, con la participación de diversas asociaciones, colectivos y personas vecinas, tanto de la propia calle como del resto del barrio, se puso en marcha para apoyar a las familias implicadas y poner en el centro de la denuncia el abandono generalizado (no sólo en lo que respecta a la situación edificativa) que padece la Santo Domingo, calle que sufre de forma muy acusada algunas de las problemáticas que en menor grado se repiten en otras muchas zonas del barrio.
Durante estos últimos meses la Plataforma“Santo Domingo Bizirik” ha venido trabajando en diversos aspectos y ámbitos. Por un lado, al tener conocimiento de que en las próximas semanas se iba a plantear un borrador de ayudas a la rehabilitación para 2018, y que cabía la posibilidad de proponer modificaciones, creó una comisión que ha estado desarrollando la pesada tarea de leer la farragosa normativa de ayudas de otros años, comprobar los aspectos más alejados de la realidad y que impiden el acceso a quien más lo necesitan, reunirse con los grupos municipales, con Ensanche 21… y, además, terminar elaborando una propuesta de modificación que, junto con Gasteiz Txiki, se ha presentado y será debatida en la próxima reunión de Ensanche 21. Hablaremos más en profundidad sobre ello según lo que ocurra, pero no es nada alentador el dato que ya hemos visto anteriormente de un equipo de gobierno recortando en más de la mitad el presupuesto anual para ayudas.
Otra cuestión que se está intentando abordar desde “Santo Domingo Bizirik” es la de los conflictos de convivencia que se generan entre el propio vecindario de la calle. Se ha creado una comisión que está trabajando en ello, teniendo entre una de sus primeras iniciativas la de interpelar al Servicio de Convivencia y Diversidad municipal por su falta de actuación en el conflicto, a pesar del pomposo Plan de Convivencia y Diversidad que presentó el pasado enero.
Hay disposición vecinal a implicarse en la búsqueda de soluciones a este conflicto, soluciones que trascienden el manido ámbito de la presencia policial, y que tendrán que centrarse en las raíces del problema. Esa ausencia de implicación municipal y la rutinaria “respuesta policial” consciente o inconscientemente, lejos de resolver los problemas de convivencia, están causando un mal aún mayor al vecindario y la calle: incrementar de forma artificial una imagen de zona-gueto, que sólo ayuda a quienes buscan la degradación de la calle, para poder comprar muy barato y especular en el futuro con la zona (recordemos, con una ubicación envidiable para políticas de gentrificación, uniendo la catedral con la salida norte del Casco al Centro Cívico Aldabe)
Una tercera cuestión que trabaja la Plataforma es la elaboración de un diagnóstico de la calle Santo Domingo. El Ayuntamiento anunció hace casi cuatro años que iba a llevar a cabo un estudio sobre el estado de las viviendas del Casco. En KTT hace ya 2 años denunciamos que ese estudio seguía sin realizarsey dos años después… la situación sigue siendo igual. Así las cosas la Plataforma ha decidido intentar llevar a cabo ese diagnóstico, centrado en la calle Santo Domingo, requiriendo para ello la complicidad y participación de las personas vecinas de la calle. Ese trabajo, cuya fase de recopilación de datos está ultimándose, permitirá hacer un diagnóstico de la calle, herramienta imprescindible no sólo para denunciar la situación real de la calle (viviendas, lonjas y caños) y de las personas vecinas de la misma (condiciones de vida y situación socioeconómica), sino para que las medidas e iniciativas a exigir a las instituciones o a poner en marcha el propio vecindario, se adapten a la realidad de las necesidades y urgencias. Habrá tiempo de analizar los datos de ese diagnóstico una vez que se finalice.
Finalmente, y no por ello menos importante, ya que es básico para todo lo demás, desde la Plataforma se trabaja también en la difusión y visualización de la problemática de la calle y su vecindario y, dado que la llave de las “puertas de los medios” no está a nuestro alcance, nada mejor que la imaginación y la autogestión. Para ello se ha decidido utilizar la complicidad del propio vecindario, y la herramienta de sus fachadas. Así, se han elaborado (con talleres y sesiones de cosido vecinal de dobladillo incluidos) banderolas para su colocación en balcones y ventanas (como la que aparece en la foto que encabeza este post), principalmente en la calle Santo Domingo, pero abiertas a que “balcones solidarios” de otras calles los coloquen también (como en algún caso ya sucede). La respuesta del vecindario de la calle Santo Domingo está siendo muy importante, como puede comprobar cualquiera que se de una vuelta por ella mirando a sus fachadas.
Si la situación no cambia drásticamente, se aproximan tiempos muy duros para el vecindario y comerciantes de la calle Santo Domingo, y de forma especial para las familias de los números 40 y 42. Pero los retos a los que tendrán que hacer frente no pueden ser contemplados por el resto del vecindario como un problema particular de algunas familias, y no sólo por el sentido de solidaridad y comunidad vecinal que ya ha demostrado muchas veces buena parte del barrio, sino porque, por la dejadez y desidia institucional, ése es también el panorama que al corto medio plazo le espera a 2.000 viviendas del barrio, casi la mitad de las que hay. No son valoraciones nuestras, sino algo de lo que ya avisó hace 10 años un arquitecto municipal: «El arquitecto de la Agencia de Renovación Urbana Paulino Medina recuerda que en veinte años han dado ayudas para rehabilitar «cerca de 2.500 viviendas, pero quedan otras 2.000 cuyos propietarios no han pedido ayuda para reformarlas porque no tienen recursos para financiar los arreglos»
Por eso los retos de Santo Domingo son los grandes retos para todo el barrio, y entre todas las personas vecinas debemos organizarnos para hacerles frente. Pongamos una vez más en marcha esas utilísimas herramientas de toda comunidad vecinal como son el apoyo mutuo, la solidaridad y el trabajo colectivo. Juntémonos y organicémonos. La solución a nuestros problemas solo vendrá de la denuncia, la reivindicación, la movilización y la imaginación. Empecemos por hacer real el lema de la Plataforma: Santo Domingo Bizirik!!!!
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