«Estamos seguras», Asamblea de Mujeres de Álava
¿Fiesta? La que te van a dar estas – Gurekin jai duzue
Cada semana hasta que baje el macho de Zalduondo, en Hala Bedi y bajo las plumas de la Asamblea de Mujeres de Álava, vamos calentando motores feministas que el horno y las fiestas están para bollos, mujeres y trans. Hoy toca hablar de los espacios seguros.
“¿Por qué no puedo entrar en un espacio no mixto?” nos decís mientras os presentáis en nuestra fiesta a la que, por cierto, no habíais sido invitados. Os queréis meter en nuestros espacios cómo si no hubiese más lugares de fiesta en toda la ciudad.
Los espacios no mixtos no nos los hemos inventado hace dos días y tampoco los hemos creado por vicio, aunque luego en ellos nos demos al vicio. Ya en el siglo XIX nuestras hermanas se citaban en vagones exclusivos solo para mujeres para estar juntas y sentirse en ellos seguras.
“Que si son excluyentes, que si así no construimos juntos, que si son guetos” nos dicen, precisamente, los que hacen del espacio festivo un lugar inseguro ¡Vaya cosas estas, compañeros machirulos! Os lo vamos a explicar porque es bien sencillito. La necesidad por la que creamos espacios no mixtos es porque en ellos podemos desarrollar un ocio político feminista en el que reconocernos entre nosotras.
Los espacios festivos mixtos son espacios por definición inseguros porque en ellos por muchas medidas que adoptemos (el hecho de tener que adoptar medidas ya hace que el espacio sea inseguro) al final hace que siempre estamos en alerta y que nos pasamos la fiesta centradas en librarnos de agresiones que van dirigidas a nosotras mismas o a nuestras compañeras de alrededor. Nos la pasamos cambiándonos de sitio porque un hombre está ocupando nuestro espacio o está violentando nuestro alrededor.
Negar que existe una necesidad real de espacios seguros es negar que existe una violencia patriarcal intrínseca al concepto de fiesta, en la que las mujeres, las bolleras y las trans somos objeto de consumo; y, en el que las identidades disidentes no caben en ese despliegue monstruoso de heteronorma.
Algunos habéis llegado a entender el sentido de que tengamos estructuras de poder y de decisión no mixtas; pero os cuesta todavía verle sentido a que tengamos el mismo derecho a autorganizarnos en la fiesta ¿Quizás os cuesta tanto entenderlo porque en la fiesta es el lugar donde aprovecháis para agredirnos impunemente?
Tantas acciones, tantas reuniones y tantas manis compartidas con compañeros de militancia nos han hecho creer que cuando estamos de fiesta con ellos estamos en un espacio seguro. Parece que en los espacios militantes de izquierdas y autonombrados feministas estamos protegidas; pero nada más lejos de la realidad. Cuando se producen agresiones en ellos, éstas a veces pueden llegar a estar más legitimadas que en otros contextos, precisamente, por esa falsa percepción de seguridad.
Cuando te la hacen te asombras porque eso no puede estar pasando allí y, sobre todo, no te lo puede estar haciendo un compañero de izquierdas, de esos que se define cómo feminista. Cuando te atreves a contarla toda la maquinaria patriarcal del macho progre cuestiona veladamente la magnitud de eso que denuncias; porque los machos entre machos se defienden. Ya sabéis que lo más parecido a un macho de derechas es uno de izquierdas.
Después de toda esta explicación, querido machirulo, ¿cómo vamos a estar de fiesta si estamos en alerta esperando al próximo agresor? Los espacios no mixtos, las fiestas maricas y de bolleras, las fiestas trans, las fiestas de y para la comunidad africana y afrodescendiente o cualquier tipo de evento en el que se vete la entrada (recordemos) al sujeto opresor, son tan necesarios como políticos. ¿Por qué tienen tan mala aceptación los espacios seguros? Quizás porque admitir que son necesarios dice cosas muy feas de ti mismo y de tus espacios.
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