Cachán: The True Story
¿Donde está Kasakatxan? ¿Puedo ir en el actual estado de alarma a Kasakatxan? ¿Pero existió Casa Cachán? ¿El Callejón de Cachán? ¿Pero quién era Cachán? ¿Donde está TU kasakatxan?
¿Donde está Kasakatxan? ¿Puedo ir en el actual estado de alarma a Kasakatxan? ¿Pero existió Casa Cachán? ¿El Callejón de Cachán? ¿Pero quién era Cachán? ¿Donde está TU kasakatxan?
El equipo de Kasakatxan en estado de alarma, sin poder viajar ni hablar de viajes, nos hemos embarcado en desentrañar todo lo que rodea a nuestro propio nombre. El aburrimiento y el estado autopolicial del que nos hemos dotado nos han animado a desentrañar estas preguntas.
Nosotras mismas, en la pagina de Hala Bedi, ya damos algunas explicaciones sobre este nombre:
“Kasakatxan es un término que puede evocarnos algún remoto lugar de Asia central. Sin embargo, su ubicación es bien distinta: Casa Cachán fue un colmado sito en la parte nueva de Gasteiz, a unos pocos cientos de metros de la vieja ciudad amurallada. Pero para los vecinos, y especialmente para los más pequeños de ellos, era un lugar distante fuera de la comodidad y seguridad que proporcionaban sus murallas. Accesible solo por una cuesta a la que llamaban “El Resbaladero” debió parecerles un lugar lejano y al que costaba llegar. Hoy en día, la palabra kasakatxan -en el particular slang gasteiztarra- tiene esas connotaciones que nos llevan a lugares aparentemente extraños y distantes. Kasakatxan es nuestro particular fín del mundo.
PD: La distancia entre Casa Cachán y el casco viejo se mide en menos de 9’’ (segundos sexagesimales o arcosegundos)… una distancia birriosa”.
Lo cierto es que a finales del siglo XIX hubo un callejón que se llamaba de Cachán ubicado en la manzana que hoy delimitan las calles Postas, Paz, Fueros e Independencia. La entrada al Callejón de Cachán se realizaba por la calle que hoy conocemos como Independencia. Ya en algunos planos de la década de los ochenta del siglo XIX aparece claramente definido este callejón como podéis ver aquí.
En la actualidad Google Maps nos indica que podemos ir desde la entrada de la Kutxi hasta el lugar que ocupaba el Callejón de Cachán en cinco minutos recorriendo una distancia de 400 metros. No estaba tan lejos.
El cronista gasteiztarra Venancio del Val nos dejó dos libros con el título Calles Vitorianas, el primero de ellos publicado en 1944 y el segundo en 1979 -ambos os los podeis descargar en la BNE– en el que describe muchos de los lugares de nuestra geografía habitual. En estos tiempos en los que solo nos podemos desplazar a la tienda abierta más próxima, puede ser interesante releer estas obras e intentar descifrar lo que nos cuentan sobre lo que ya no vemos. Podemos coger el carro de la compra y alargar en el tiempo la exigua ruta por nuestro vecindario.
Esto es lo que nos cuenta sobre el Callejón de Cachán en su edición de 1944:
“Es otro callejón, que también tomó su nombre en 1867. Tampoco tiene salida, y se halla entre las casas números 3 y 5 del trozo de la calle Independencia que antes fué Portal de Baterías, al que perteneció primitivamente el callejón.
Este fué parte de una senda que bajaba desde el Portal del Rey hasta la calle de Dato, según se desprende de una crónica que tiene escrita un ilustrado escritor del siglo pasado. Nacía, la senda -escribe- en las inmediaciones de la bateria del rey; bajaba a los terrenos de la antigua Plaza de toros, hacia la mitad de la calle de Olaguíbel; pasaba a la de Oriente, para entrar en la manzana de casas del frente por la casa del pintor Laureano Aldecoa, y al fondo de esta finca formaba el callejón de Cachán, único trozo de la senda que se mantiene sin casas. Salía al Portal de Barreras, entrando por el número 4 para salir a la de Fueros por el número 3, continuando por entre la tapia de la antigua casa del Marqués de Legarda y la número 2 de los Fueros, esquina a San Prudencio. Después, atravesando esta calle, continuaba por el solar de la 24, terrenos del Circo, para desaparecer en las inmediaciones del antiguo pozo de las Ánimas, últimas casas de la calle de Dato y jardines de Amárica.
Cachán era un tipo vitoriano, muy celebrado, y que aún recuerda el pueblo en algunos dichos del refranero. Vivía en el callejón de su nombre. Era un hortelano viejo y muy poco aseado en su persona; solía vérsele desgreñado, con la chaqueta al hombro, calzando una alpargata y un botín, y llevando un saco”.
Así que ya sabemos que el callejón lleva este nombre desde 1867 y que su denominación hace referencia a “un vitoriano muy celebrado”, a pesar de la descripción que hace de él. Lo cierto es que en 1917, cuando se presentó en sociedad por primera vez la Comparsa de Gigantes y Cabezudos municipal los cuatro cabezudos tenían por nombres Celedón, El Pintor de Vitoria, Escachapobres (una representación de una especie de munipa especializado en molestar a los sintecho) y Cachán (al que se define como un viejo desarrapado con el que se atemorizaba a los niñ@s).
A medida que sabemos más sobre nuestro personaje-lugar crece nuestra ansiedad por conocer más detalles. Venancio del Val en su edición de 1979 al referirse a la calle Independencia nos anuncia la desaparición del callejón de Cachan
“El nombre de Barreras, que tuvo antes el segundo tramo de la calle se debía a la existencia en dicho lugar de una de las barreras que existían a la entrada de la Ciudad, con las que ésta era protegida. En sus primeros tiempos solamente había unas pocas casas. Tuvo, a uno y otro lado, unos callejones, ya desaparecidos; el llamado de Mendia, que estaba en la casa señalada con el número 26, y el de Cachán, que acaba de desaparecer, junto al edificio de la Caja Provincial de Ahorros”.
Resumiendo: A mediados del siglo XIX la geografía de Kasakatxan estaba ocupada por unas huertas con su correspondiente caserío en los límites de la periferia de la ciudad, probablemente aquí es donde vivia este personaje que se labró una fama legendaria. Bien es cierto que al vivir en el límite de la ciudad, justo en el borde de lo que un niño razonable debiera explorar, agitar en el universo infantil la imagen de un hombre del saco cuyo territorio no se puede penetrar sirvió como recurso pedagógico (evidentemente no de la escuela Waldorf) para evitar excursiones extremas. Así que Cachán, queriéndolo o no, siendo más o menos desgreñado, se convirtió en un personaje de frontera que dio su nombre a la tierra que defendía. Para finales del XIX su territorio fue colonizado por la ciudad y la huerta se convirtió en un callejón con su colmado en el que sus descendientes se ganarían la vida. En 1917 este personaje se convierte en cabezudo, una de las mayores glorias que se pueden alcanzar en nuestra ciudad. Durante buena parte del siglo XX su ubicación siguió siendo percibida por la población como demasiado remota e inaccesible, hasta que a mediados de los años setenta quedó enterrada como Ninive.
Y hasta aquí nuestra investigación periodística en estos días distópicos que nos ocupan.
Nos ha gustado saber que Cachán era un outsider.
Y ahora que estamos encerrados y que vemos a nuestros vecinos como en “La invasión de los ladrones de cuerpos” cuéntanos tu Kasakatxan, ese lugar al que volverás, si sobrevives. Ese lugar extraño, remoto y bello que recuerdas, en el que estuviste más allá de la Puerta de Tannhauser. Comparte con nosotras, egoísta. Envíanos una foto, una ubicación, una descripción. ¡¡Ya es tarde para guardarse secretos!!
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