A cada cosa por su nombre: del coronavirus al controlavirus
"Vitoria-Gasteiz ciudad bajo control!" Artículo de opinión de Ekain de Olano
Cuando la televisión nos contaba la cuarentena a la que se había sometido a la ciudad de Wuhan llegó a mis manos un libro, titulado La Peste, de Albert Camus. El escritor nos describe la reclusión involuntaria a la que se enfrentaron los habitantes de Orán, ciudad azotada por la peste, debido a la decisión gubernamental de someter a la ciudad al periodo de cuarentena. No más lejos de lo realmente existente y con el pretexto de controlar la transmisión del Covid-19, una enfermedad de la cual sabemos tan poco, que ni siquiera somos capaces de diferenciar sus síntomas de una gripe común: tos, fiebre, malestar general y poco más. Está encima de la mesa de cualquier gobierno de turno la decisión de cerrar las puertas de nuestra ciudad.
Aunque esta decisión, siguiendo las recomendaciones de la OMS, se tome para preservar la salud pública y, más aún, con el interés de proteger a los más débiles, sus consecuencias se dejarán notar en todas las esferas de nuestra sociedad. Y, sin saber verdaderamente el porqué, las consecuencias serán políticas reales que todos los que vivimos aquí notaremos de forma más palpable que las patologías del Covid-19. Y es que, como Daniel de Foe escribiera, tan razonable como representar una prisión de cierto género por otra diferente es representar algo que existe realmente por algo que no existe.
A cada cosa por su nombre. Si para evitar un contagio masivo, que lleve al límite al sistema sanitario, es necesario controlar a la población hasta el punto de someterla a la cuarentena, ¿cuáles serán los límites de estas medidas?. Porque, quizás mañana, para prevenir, sea necesario y, por lo tanto, obligatorio que todos nos veamos recluidos en nuestras casas. Será entonces cuando los únicos que se encuentren en la calle sean esos hombres uniformados que representan al estado. Y es que, ese día, la ciudad habrá dejado de ser lo que era para convertirse en una cárcel; de tal modo, aquellos que vivimos aquí veamos nuestro día a día tan condicionado que hasta nuestra conducta habrá cambiado.
Si alguien tiene que decidir cerrar las puertas de Vitoria-Gasteiz seremos quienes aquí vivimos. Si alguien tiene que quedarse sin salir de su casa serán aquellos que así lo crean conveniente. No dejemos que ningún poder pastoral sea o no el de la iglesia nos diga qué es lo que debemos hacer.
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