El sindicato ha okupado el Instituto Vasco de la Mujer, Emakunde, en Gasteiz para denunciar que «la brecha salarial es una herramienta del sistema para no valorar nuestros trabajos, apropiarse gratuitamente de ellos, pagarnos menos, imponernos jornadas parciales y contratos temporales».

El sindicato LAB ha okupado la mañana del jueves la sede del Instituto Vasco de la Mujer, Emakunde, en Gasteiz. Lo han hecho con un mensaje claro: «La brecha salarial de género no es una cantidad, es un problema político«.

Decenas de mujeres del sindicato han entrado en la sede ubicada en la sede ubicada en la calle Manuel Iradier y, minutos después, han emitido una nota donde denuncian que «la brecha salarial es una herramienta del sistema para no valorar nuestros trabajos, apropiarse gratuitamente de ellos, pagarnos menos, imponernos jornadas parciales y contratos temporales y obligarnos a realizar los trabajos de cuidados sin los cuales este sistema capitalista heteropatriarcal no se sostiene ni saca beneficio».

El año pasado, LAB solicitó a las empresas datos sobre la brecha salarial y medidas para acabar con ella. Sin embargo, pocas respondieron y ninguna puso medidas en marcha. Este año quieren interpelar directamente a las instituciones: Gobierno Vasco, Gobierno de Nafarroa, Emakunde, Instituto Navarro para la Igualdad, Diputaciones, Ayuntamientos… «Porque no han hecho nada al respecto, porque nos intentan engañar con planes institucionales que saben de antemano que no son la solución. Legitiman la brecha salarial, porque sostienen un sistema capitalista que atenta contra nuestras vidas por su irresponsabilidad política».

Para el sindicato, la brecha salarial no es una cantidad ni una cuestión de más o menos euros de diferencia en los sueldos, sino «un reflejo claro del sistema en el que vivimos que desvaloriza y desprecia nuestros trabajos para hacerse con los beneficios que de ahí se obtienen». Además, consideran que las instituciones públicas tienen una clara responsabilidad al omitir y no desarrollar servicios públicos de cuidados, al privatizarlos o al no hacer nada frente al deterioro de los servicios públicos vinculados al cuidado.

Y para finalizar, como ya han denunciado otras veces, consideran que la mayor brecha salarial es la que nunca se nombra: la que existe entre los trabajos que se reconocen -y se retribuyen- y los que no. «Cuando acabemos con esa brecha estaremos más cerca de ese mundo con el que soñamos».