REPORTAJE | Mercedes, ante el espejo
En los años cincuenta, Imosa llegó a Gasteiz para fabricar la furgoneta DKW. A día de hoy Mercedes es la mayor planta de la CAV, uno de los principales pilares de la economía alavesa. Éstas últimas semanas en las que han sido noticia las interrupciones en la producción por la escasez de microchips, nosotros hemos querido reparar en otra cuestión: ¿cómo se ha desarrollado la relación fábrica-obrero en Mercedes durante las últimas décadas? through Alea.eus | Ruben Sanchez
Iñaki Anda comenzó a trabajar en Mercedes en 1980. «El 3 de Marzo de 1976 tenía peso y a los trabajadores los trataban con más respeto, los mandos intermedios eran más cercanos». En 1983-84 las cosas empezaron a cambiar, declararon ilegal la huelga anual por el 3 de Marzo y los trabajadores fueron sancionados. En 1986, la CAT (Candidatura Asamblearia de Trabajadores) ganó las elecciones al comité de empresa de Mercedes. Tras la CAT formaron LAB y ESK, donde estaban Jesus Martinez Naves, Iñaki Martin Etxezarra y Julio Gonzalez Durana, representantes del movimiento asambleario de trabajadores. La empresa despidió a estos tres trabajadores en 1987 por impulsar paros en favor de un compañero que había sido sancionado. Posteriormente, la empresa, habiendo perdido el pleito, se vio obligada a readmitirlos. Según Anda, fue entonces cuando comenzó el juego de tener controlado el perfil ideológico de la plantilla y la comisión.
Por otra parte, Mercedes-Vitoria gozó de una gran inversión en aquella época: pasó de vender vehículos solo en España y Portugal a hacerlo en toda Europa. La fábrica, a la vez que reducía trabajo y trabajadores, aumentaba en producción y contrataciones.
La década de 1990
Cuando Jorge Sanz Beris fue contratado temporalmente en 1996, el delegado de LAB, amigo suyo, le dijo claramente: «Allí no me saludes, no me conoces, no hables con nadie de LAB». Se afilió a UGT para que lo hicieran fijo. Dos días antes de ser contratado le comunicaron, desde la propia UGT, que su nombre estaba entre los fijos admitidos. Dejó UGT una vez fijo, pero cuando se incorporó a LAB, un año después, lo mandaron del puesto “bueno” que tenía a la cadena. A día de hoy, a dos años de su jubilación, sigue en la cadena.
Arantza Arina es una de las primeras nueve mujeres pioneras que entraron en la producción en 1994. A ellas les exigían Formación Profesional de segundo grado, a los hombres de primero. Arina ha conocido mucho machismo en la empresa: «Estoy harto de que las mujeres se metan en nuestra línea», «Tú no puedes ser líder, si te quedas embarazada, ¿qué?». Cuando se afilió a LAB, a la dura condición de ser una mujer obrera, se le sumó la que suponía ser de dicho sindicato. Ha trabajado desde el principio en la cadena, ha superado en dos ocasiones el examen de director de línea, pero tras entrevistarse con los recursos humanos nunca la han cogido para el puesto, aunque sí a «algunos que no han superado el examen». Pero no son cosas de ayer: en 2017 una sentencia obligó a Mercedes a readmitir a I.B.L., a la que habían despedido tras quedarse embarazada con un contrato temporal.
A Iñaki – nombre inventado – lo contrataron en 1996. Está afiliado a ELA y ha tenido un sinfín de conflictos con la empresa «por estar marcado». En la mayoría de las ocasiones ha conseguido suspender o suavizar las sanciones, pero «normalmente consiguen que los trabajadores asuman los castigos, de lo contrario te obligan a recorrer todo el camino que acabará en juicio». Muchos son los ejemplos que da de las veces que ha terminado en el juzgado: por retrasarse 7 minutos después de asistir a una consulta médica, por salir a un pleno cuando era concejal en su pueblo, por pedir un cambio de producción por escrito…
Igor Gebara comenzó en el año 2000 como empleado temporal. Era la época en la que empezaban a producir nuevos vehículos y se construyó la nave de Montaje Final. Se hicieron muchas contrataciones. Gebara estaba visiblemente afiliado a ELA cuando se le acabaron los contratos temporales y le hicieron un contrato de obra. Este tipo de contrato era ilegal para la cadena, así que denunció a la empresa y ganó. Mercedes no se lo tomó bien; aunque le hicieron contrato y le pagaban el sueldo, le prohibieron la entrada en la fábrica: los guardias tenían su foto puesta en las garitas.
Entonces se hizo delegado sindical y le permitieron reunirse en planta con los trabajadores, para realizar la labor sindical. Después de diez meses de disputas, la empresa le dio trabajo.
Actualmente Gebara preside el comité de empresa de Mercedes. Este es su sexto año como presidente y, a día de hoy, no ha podido reunirse con el director de la empresa, Emilio Titos, ni una sola vez.
La década de 2010
Lander Abascal comenzó su andadura en Mercedes en 2011 y, aunque era miembro de LAB anteriormente, en su segundo año como provisional se afilió a UGT para que así le contrataran: «He trabajado en otras empresas bastante grandes – Tubacex, Tubos Reunidos, Vidrala –… Y en ninguna parte he conocido una persecución socio-política como la de Mercedes». El propio formador le dijo desde el principio que no se afiliara a LAB, ELA o ESK. Canceló su cuenta de Facebook: «Los de personal miran, y si apareces ahí en una mani o en un concierto…». Dejó UGT cuando lo hicieron fijo.
Aitor Aiastui entró en Mercedes en 2016. Se afilió al sindicato Ekintza para que le contrataran. Empezó a tener problemas por hablar en euskara. Tuvo que escuchar cosas como «Aquí no se puede hablar euskara. Aquí venimos a trabajar y está prohibido» y «¿Tú qué eres uno de esos etarras? «. Una persona de la empresa le preguntó si había tenido algún problema con la ley o si tenía algo en las redes sociales que no fuera del agrado de la empresa, y el responsable de Ekintza también le dijo que retirara la foto del perfil de whatsapp (la banderola Euskal presoak Euskal Herrira). Cambió la foto, dejó las redes sociales y trató de borrar de internet toda información personal. Fue demasiado tarde, tenía buenas valoraciones laborales, pero no le contrataron. El proceso afectó mucho a su salud psicológica. Al final, ganado el pleito, tuvieron que volver a contratarlo.
Gaby Muñoz, del sindicato Ekintza, niega que haya que afiliarse a ciertos sindicatos para trabajar en Mercedes. «Quien diga eso debería demostrarlo, de lo contrario podría incluso ser delito». Los representantes sindicales aseguran que se han perdido muchos derechos en aras de la flexibilidad laboral. Ha explicado que lo único que hacen es «cuidar y ayudar» a los afiliados, mostrando su disposición para el trabajo. «Ekintza no tiene ninguna filiación política, pero las empresas no suelen ser de izquierdas; si yo estuviera contratado temporalmente no mostraría mi tendencia política, sobre todo si es de izquierdas o abertzale».
La cuestión sobre Dios la ha relatado Dani Ramos, representante de ESK. En 2019, un grupo de trabajadores recibía un curso en Egibide. Tres de ellos mantuvieron una disputa con un preparador que dio parte a la empresa. Mercedes despidió a los tres empleados. Según Ramos, fue como se ve en las películas: «Coged vuestras cosas y marchaos, un miembro de seguridad os acompañará fuera. Querían que fuera ejemplarizante, para meter miedo al resto».
Después de los despidos, se fraguó una unidad que hasta entonces nunca existió en el comité. Los tres trabajadores eran afiliados de UGT «y provocó que este sindicato se implicara también con el tema, movilizando también a CCOO. ELA, LAB y ESK estuvimos enfrente desde el principio, como siempre, en contra de cualquier despido. El PIM también se unió, aunque costó, y solo Ekintza se quedó fuera».
Uno de los tres trabajadores rechazó el acuerdo por despido improcedente, abandonó UGT y se afilió a ESK, sindicato que le atendió jurídicamente. La tensión se prolongó durante todo el proceso judicial. En una de las protestas, en la que el director de la fábrica, Emilio Titos, daba una conferencia a los trabajadores, varios integrantes del comité se pusieron delante de éste con carteles para denunciar los despidos. Se les acercó al finalizar el acto; cuando los del comité le dijeron que los despidos eran una injusticia, éste contestó que no había vuelta atrás y que a quien no se identificara con la empresa se le facilitaría la salida. Ramos le reprobó que utilizaba el dinero para justificar la injusticia. «Todo el dinero que haga falta» fue la respuesta de Titos.
Tras resolver que el despido fue improcedente en el juzgado de Vitoria, recurrieron al TSJPV, los jueces resolvieron la nulidad del despido y la empresa volvió a contratar a este trabajador. La sentencia le acusó de haber «vulnerado los derechos fundamentales del trabajador», el derecho a la libertad de expresión en este caso.
Ramos resume así la cuestión: «La disputa que mantuvieron los tres trabajadores con el preparador fue por cuestionar la divinidad de Emilio Titos. El preparador explicó el organigrama piramidal de la empresa y, al llegar a lo más alto, dijo que ahí estaba Dios. Los obreros le preguntaron si le habían dicho que se lo contara así o si era de su cosecha. El preparador les respondió que Titos era Dios y que le tenían que rezar todos los días para agradecerle por trabajar en Mercedes».
Decáda de 2020
Gebara ha denunciado lo que hace la fábrica con los llamados Holiday workers. El año pasado lo hicieron dos veces: son contratos de verano para hijos de trabajadores que son estudiantes. «Los de recursos humanos utilizan esta iniciativa para castigar a los trabajadores que no son sumisos ni se dejan dominar. Dejan fuera del Holiday Worker a los hijos de estos trabajadores y aceptan las recomendaciones de otros empleados. De ahí echa cuentas de qué posibilidades tienen de trabajar en Mercedes los familiares de los trabajadores marcados».
Hubo un tiempo en el que las cosas eran de otra manera, según dice Roberto Pastor de CCOO: “Hace unas décadas en Mercedes o Michelin sólo entraban hijos de trabajadores”. Iñaki, de ELA, lanza una idea similar: “Antaño daban trabajo a gente de Ehari y Gasteiz, ahora vienen otras provincias y se suman a otros sindicatos”.
Para subir de nivel en Mercedes se utilizan formaciones, estudios e informes de valoración del responsable. En 2007, Igor Gebara y otro delegado de ELA denunciaron a la empresa porque no les hacían valoraciones y el tribunal social de Vitoria les dio la razón. En la actualidad el responsable debe valorar al trabajador que lo solicita. Sin embargo, aunque cuente con un informe favorable, la última palabra la tienen los de Recursos Humanos. LAB, ESK y ELA denuncian que, con este sistema, es muy difícil que los trabajadores marcados puedan subir de nivel.
La ley también les complica ejercer la labor sindical: ESK, ELA y LAB votaron en contra del anterior convenio laboral. La empresa decidió entonces no aceptar a los representantes de estos tres sindicatos en las comisiones gestoras del convenio. El tribunal dio la razón a la empresa. CCOO y UGT (a diferencia de PIM y Ekintza) han expresado a ESK, ELA y LAB el compromiso de dejar que participen en los comités para el convenio que se está negociando en la actualidad. PIM, en cambio, ha declarado a ALEA que «la sentencia del Supremo así lo resolvió, y nosotros estamos de acuerdo». Recuerdan que la mayoría de la plantilla ratificó el convenio y que estos sindicatos deberían aprobarlo. Desde el sindicato Ekintza se han pronunciado en términos muy similares.
En 2017 la Inspección de Trabajo realizo un requerimiento a Mercedes para que hiciera fijos a 500 empleados temporales, aunque eran muchos más los contratos temporales que incumplían los requisitos establecidos en el informe. La empresa cumplió el requerimiento, justificándolo mediante un acuerdo de empleo con los sindicatos firmantes del Convenio Laboral. ELA, LAB y ESK se dirigieron a las instituciones para que les apoyaran, recibieron palabras cordiales pero ninguna declaración pública.
¿Cuál es la tendencia?
Según representantes de ESK, ELA y LAB, en los últimos años han perdido muchos derechos en lo respectivo la flexibilidad laboral, bajo el pretexto de las primas. En la mayoría de los casos la plantilla acepta las condiciones que la empresa prefiere (es habitual que cambios que afectan a los trabajadores de una sección particular los vote toda la plantilla), por lo que no se puede hacer gran cosa.
La cadena, por otra parte, símbolo de la industria, va cada vez más deprisa: hace veinte años el trabajo repetido tenía una frecuencia de diez minutos, hoy de minuto y medio, perjudicando la salud de muchos trabajadores.
¿Qué dice la dirección?
María José Ortiz de Zárate, responsable de comunicación de Mercedes, responde a las preguntas de ALEA. Ante la pregunta sobre la existencia de filtros en la contratación de empleados, ha señalado que la empresa solo tiene en cuenta «la valoración del trabajo que realizan los empleados” y que “no se incluye en los criterios de contratación de Mercedes la filiación sindical de los trabajadores, puesto que eso forma parte de su ámbito privado».
Sobre la diferencia entre los resultados electorales de Mercedes y el sector del metal de Álava en general [distribución de los representantes de Mercedes: UGT (7), ELA (7), LAB (4), CCOO (4), Ekintza (3), ESK (3), PIM (3), los mayoritarios de industria del metal alavesa: ELA (329), CCOO (140), LAB (122), UGT (115)] recuerda que los trabajadores votan cada cuatro años, «en libertad y de forma anónima, como en cualquier otro proceso democrático».
Por último, en relación a los procesos de ascenso de los trabajadores, ha querido dar algunas aclaraciones: «El trabajador es supervisado por su mánager durante al menos un año y pasa la valoración. Se utiliza un formulario negociado con la parte social en el que se valora la capacidad de trabajo en equipo, la atención al detalle, la calidad, etc. Es de subrayar que el 91% de los trabajadores que se han presentado para avanzar al nivel E (el escalón más alto por nivel) han superado la evaluación y recibe la parte salarial que les corresponde».
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