La pública no es «una más»
Artículo de opinión de Ariane Alberdi Iñarra, Aitor Idigoras Lasaga y Nagore Iturrioz Lopez mimebros del sindicato STEILAS ante el nuevo comienzo de curso.
La escuela pública es la herramienta imprescindible para garantizar los derechos básicos de toda la ciudadanía. Se trata de una estructura que se ha ido construyendo por y para todas y todos e impulsar una sociedad más cohesionada basad en la igualdad de oportunidades. La escuela pública vino para superar el modelo de escuela excluyente de quienes querían diferenciarse por razones ideológicas o socioeconómicas. Por eso la educación privada es anacrónica, obsoleta y el principal obstáculo para la sociedad justa y diversa que queremos construir.
En este sentido, a STEILAS le inquieta la dialéctica que se ha desarrollado desde todos los ámbitos, que lamentablemente también se ha reactivado en algunos sectores de la izquierda. Nuestro sistema educativo no está formado por redes diferentes. Los centros educativos privados viven en una simbiosis ajena a la escuela pública: defienden cada uno lo suyo por encima del bien común, buscan la homogeneidad en lugar de fomentar la diversidad,
compiten por atraer clientes y, basándose en políticas de marketing, juegas con normas de libre mercado. Excluyentes, por tanto. Todos ellos, además, se dotan de dinero público, de manera análoga a la financiación que recibe la escuela pública.
Hemos querido partir de esta reflexión porque nos parece que esa dialéctica según la cual nuestro sistema educativo lo conforman diferentes redes, y que tan interiorizada tenemos en nuestro pais en nuestro país, ha llevado a la escuela pública a la delicada situación en la que se encuentra. Por ejemplo, el caos generado por el COVID19 ha vuelto a poner de manifiesto el comportamiento y las prioridades del Departamento de Educación. La autonomía de los centros ha sido el «instrumento» que ha aprovechado el PNV para quitarse de encima las responsabilidades que corresponden al propio Departamento de Educación y dejarlas sobre las trabajadoras de la escuela pública. Para todos los centros, tanto públicos como privados, y sin tener en cuenta sus diferentes realidades y objetivos, ha utilizado la misma receta, dejando a la escuela pública, una vez más, huérfana. Se trata de una autonomía cuyo
objetivo es quitarse de encima la responsabilidad y desregular el sistema educativo, aumentar la segregación y privatizar el sistema. He ahí las prioridades del PNV y del PSE.
Y en este contexto, las trabajadoras han dado una respuesta ejemplar, de nuevo. Han demostrado capacidad, ganas y compromiso en trabajar por el derecho a la educación y la salud de todo su alumnado. Sólo esas trabajadoras saben cuál es la carga de trabajo anual, especialmente en estos inicios de curso. Sólo ellas saben lo que están sufriendo y lo que está pasando día a día en cada escuela como consecuencia de la actitud irresponsable y lamentable del PNV. Por eso hicieron huelga. Profesorado, educadoras de Haurreskolak, Especialistas de Apoyo Educativo y Fisioterapeutas, personal de cocina y limpieza… tienen derecho a negociar sus condiciones laborales , especialmente en esta situación, y a no sentirse desplazadas, abandonadas, por el departamento de educación. El consejero Bildarratz tiene una labor ingente y difícil. La herencia dejada por Cristina Uriarte no es nada favorable.
La prioridad del Gobierno del PNV y del PSE recién formado es aprobar una nueva ley de educación. Una ley en la que la escuela pública será una más dentro de esa dialéctica neoliberal anteriormente citada. Insisten en que todos somos servicios públicos y que la Administración garantizará el derecho a la educación a través de los centros públicos y concertados. Este punto de partida es el derribo de la escuela pública, el recorte más brutal que se puede llevar a cabo, la privatización de la educación. Además, el Gobierno de Urkullu también querrá implantar los recortes a los que los gobiernos nos tiene acostumbrados en épocas de poca recaudación.
Gracias a la colaboración de quienes creemos en otro modelo educativo, nos enfrentamos a la LOMCE, a Heziberri, punto de partida de la Ley de Educación, y a los recortes. Seguiremos en el intento de buscar la negociación, el diálogo y los consensos, obstinadamente, en los diferentes ámbitos. Por eso, los que según Ortuzar los somos “anti-todo”, utilizaremos nuestro anti-doto en defensa de la educación, la sanidad y los cuidados públicos, por una
sociedad más justa y unas condiciones laborales dignas: colaboración entre diferentes agentes y movilización. He ahí el anti-doto de los anti-todo.
Para terminar, queremos, de nuevo, tender la mano a Jokin Bildarratz. El acuerdo y el consenso resultan apremiantes. Exigimos un único punto de partida: que la escuela pública no sea «una más». Bildarratz debería cuidar, mimar, de manera especial a la escuela pública y a su comunidad. No se trata de mera gestión. Debe ir más allá. Comencemos.
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