Utopías realizables
La “utopía realizable” es un concepto acuñado por el arquitecto Yona Friedman para explicar y plasmar ciertos principios sobre como él entiende la función de la arquitectura en la construcción de ciudades más habitables e igualitarias. Y basa su teoría en tres elementos fundamentales: 1) La utopía nace de una insatisfacción colectiva 2) que supone la puesta en marcha de un proceso para caminar hacia una situación mejor y, muy importante, y 3) la utopía no se hace realizable más que si lleva consigo un consentimiento colectivo.
Y, es lo que percibí en las Jornadas “Vitoria-Gasteiz pandemia garaian: Gizarte eskubideak eta Partaidetza Komunitarioa” que organizó la plataforma Sareak josten/tejiendo redes. La aplicación, al terreno de lo social, de la “Utopía realizable”
Tres de los grupos participantes Goian, Batera y una responsable de los Centros Socioculturales de Mayores, fueron desarrollando el trabajo comunitario realizado durante la durísima etapa del confinamiento para, desde sus diferentes ámbitos de actuación, dar respuesta a las desiguales y complejas situaciones que se estaban dando en diferentes barrios de Gasteiz. Hablaron de problemas relacionados con el aislamiento, la soledad, sanitarios, económicos, habitacionales, escolares, alimentarios, etc.etc., que afectaban a personas mayores, familias y criaturas. Nos mostraron que la “utopía realizable” es posible y cómo a partir de la búsqueda de diferentes estrategias, fueron dando los pasos necesarios para superar obstáculos, organizarse y buscar la participación de la vecindad, totalmente imprescindible, para tejer redes y ejercer la solidaridad desde la cercanía. Una auténtica lluvia de ideas y una bocanada de aire fresco.
La grandeza de estas pequeñas experiencias que han tomado cuerpo en varios pueblos de Álava y barrios de Gasteiz, ha quedado bellamente recogida en “Una escalera en común”. Se trata de un relato corto en el que la escritora Karmele Jaio con la participación de personas que participan en las redes de cuidados ha enriquecido el proyecto “Borradores de futuro” producido por Azala Espacio de Creación (*). Una pequeña joya.
Otro buen ejemplo de “utopía realizable” y la demostración de que es posible construir comunidad aún en tiempos de crisis, es la decisión que tomó el Ayuntamiento de Errenteria en Guipuzcoa. En el año 2011 se dio un cambio político en la gestión del Ayuntamiento y la nueva corporación se marcó el reto de construir comunidad y de pasar del discurso a la práctica; de intentar que “nadie se quedase atrás a nivel social y más cuando en 2011 los efectos de la crisis económica se manifestaban con toda su crudeza”. Y se pusieron manos a la obra. ¿Cómo? Reforzando los servicios sociales y potenciando la acción conjunta entre municipalidad y vecindad. El trabajo realizado durante estos años les ha capacitado para hacer frente a las consecuencias de la pandemia. Un ejemplo es la red comunitaria de cuidados que se activo en la localidad durante el confinamiento y que ha dado cobertura a personas mayores, criaturas con necesidades informáticas, a personas sin residencia, al pequeño comercio, autónomos, etc.
El Informe 2020 de la Fundación FOESSA, (Fomento De Estudios Sociales y Sociología Aplicada) titulado “Distancia Social y Derecho al Cuidado”, presentado recientemente en Madrid, alerta de que la pandemia ha anulado en sólo dos meses el efecto de la recuperación y se ha vuelto a las cifras del peor momento de la última crisis.
Entre los retos que se plantean para mejorar el actual modelo de desarrollo social citan los relacionados con los cuidados. El informe propone que hay que visibilizar el pilar de los cuidados sacándolo del debate de círculos reducidos; que esta crisis nos ha puesto frente al espejo de la necesidad de cuidarnos los unos a los otros y que necesitamos construir un modelo articulado donde lo público, lo privado y lo comunitario se vayan tejiendo para promover una responsabilidad compartida que gane terreno a planteamientos individualistas.
Por otro lado la cruda realidad nos interpela y nos plantea los retos importantes que como sociedad se nos presentan ante el aumento de las desigualdades y de la brutal pandemia de la pobreza.
En el contexto del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, y tras una pancarta en la que se podía leer ‘Pobreziarik ez’, una veintena de organizaciones sociales, sindicales y vecinales, han alertado del agravamiento de la pobreza tras la crisis del coronavirus y reclamado a las instituciones que se tomen medidas para evitar la exclusión social en Euskadi.
Bonitas reivindicaciones que, como un mantra, se repiten año tras año pero que continuarán cayendo en saco roto si no van acompañadas de un fuerte compromiso, implicación y movilización de la sociedad civil para exigir soluciones políticas que consoliden los derechos económicos y sociales para todas las personas.
Iñaki Uribarri y Josu Balmaseda, miembros de ARGILAN-ESK en un extenso artículo publicado en la revista Sinpermiso (**) manifiestan lo siguiente: “ Llevamos décadas luchando contra la pobreza pero casi siempre a la defensiva, frente a los recortes continuos de nuestros derechos. Hoy creemos que toca cambiar el paso y que hay condiciones para pasar a la ofensiva y crear una iniciativa popular que defienda una Renta Básica Incondicional, que logre sumar fuerzas en torno a la misma y que consiga, mediante la movilización de la ciudadanía, poner en la agenda política y parlamentaria esta propuesta”
¿Nos animamos a participar en esta, que podría ser, una “UTOPIA REALIZABLE”?
(*) Publicación gratuita. Distribuido en bares y lugares de paso en ciudades y pueblos de Álava. También disponible en borradoresdelfuturo.net
(**) Iniciativa Legislativa Popular por una renta básica incondicional en la Comunidad Autónoma Vasca. Sinpermiso
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