Os haré una confesión: me agradan las periferias. Esos espacios que yacen alejados del centro, donde parece que nada pasa pero todo se prepara.

Mientras los poderosos buscan el centro, quienes quieren subvertir los status-quo, es decir las y los revolucionarios, buscan las periferias, y lanzan sus ataques desde allí. A veces de forma violenta, empujadas por la rabia de la injusticia; otras veces de foma pausada pero firme.

Es desde la periferia de donde vienen  las propuestas de cambio al centro, y como en las reacciones atómicas, los neutrones atacan el núcleo y lo hacen estallar: barrios periféricos, periferias sexuales, políticas, culturales y linguísticas.

Difícilmente surgirán propuestas liberadoras en los centros de decisión donde el poder ha tejido fuertes redes de relaciones. Serán las gentes dispersadas en las periferias quienes hagan suyo el deseo de cambio, y ellas serán quienes pongan en marcha la imaginación y las ganas de trabajar en el cambio.

Así está ocurriendo en los últimos años en muchos espacios sociales, y creo que en el mundo social del euskara en Araba está pasando algo parecido:

Miro con admiración hacia Aiaraldea y a su Consejo de la Euskalgintza: opari bat dute guretzat.

Me corroe la envidia cuando veo la recien constituida Comunidad del Euskara de la Llanada alavesa: erroa, herri gogoa.

Y me maravilla el quehacer de los y las euskaltzales de Gorbeialdea: zerk mugitzen ditu?

El 2018 quiere ser el año de la activación linguística en favor del euskara, la campaña Euskaraldia nos servirá de excusa perfecta para ello. Aprendamos de las periferias: sean 42 o 75 horas, o bien 30 días, pero los y las euskaltzales del centro -es decir, de la capital, de Vitoria-Gasteiz, no dejemos pasar esta oportunidad.

Antola gaitezen, eta jar ditzagun ahoak bizi-bizi eta belarriak prest!

Hala izan bedi!                                                                                    ¡Que así sea!