NO A LA LEY TAPIA
Las hojas que van asomando por los extremos de las ramas de los árboles desnudos empiezan a colorear los montes. Las más atrevidas en salir se muestran arrogantes y animan a las demás a seguir sus pasos ayudadas por el balanceo del viento. Soplo de savia que trae el susurro del primer árbol que tiñó de verde estos bosques. El flujo de la vida se mantiene constante en su exuberancia, ayudado por sus períodos latentes que llenan de sentido los ciclos de regeneración, convulsión y creación.
Ciclos a los que también estamos sujetos los animales bípedos cuyas cabezas intentan elevarse sobre el sustrato de tierra con una mirada de superioridad que actúa en clave de dominación. Dominar lo que nos sustenta adquiere sentido en el intento de cambiar los procesos que hacen posible nuestra existencia, ajustándolos a la lógica de sacarles el máximo beneficio.
Esta explotación de los recursos que nos ofrece la naturaleza para su mercantilización está promovida por empresas transnacionales y bancos cuyo índice de estupidez se mide en el mercado mundial de las bolsas. Miden el progreso según el lucro que obtienen. El desarrollo pensado para que las élites puedan dormir plácidamente sobre la muerte y destrucción de los procesos ecológicos que hacen posible la vida, sobre los cadáveres de personas que permiten sus buenos resultados en bolsa, sobre los trabajos no pagados de millones de mujeres que siguen reproduciendo el músculo suficiente de cuerpos para explotar.
Estas corporaciones que nos quieren hacer creer que su riqueza es la nuestra son las que los gobiernos han destinado para que reviertan la crisis que ellas mismas han ocasionado. De eso tratan los proyectos que proponen bajo el nombre de renovables, de seguir seccionando los flujos de vida con centrales eólicas en montes comunales, centrales fotovoltaicas en campos de cultivo que la producción de alimentos no da dinero, con trenes rápidos que desecan acuíferos para evitar las inundaciones de sus vías y, todo ello, en coherencia con la preservación del patrimonio natural.
Los ciclos de la vida. Para que haya vida hay que morir, la muerte como promotora de la vida. Emancipémonos de la muerte que siega los ciclos que propician la vida, de la muerte que no permite la vida. Ocupemos las calles, las plazas de la ciudad, para fusionarnos con el medio que nos alimenta y nos da el oxígeno suficiente para sobrevivir y para su defensa. Paremos todas las propuestas de ley Tapia que intentan centralizar la toma de decisiones y quitar soberanía y autonomía a los pueblos y ayuntamientos para que la oposición a la destrucción de sus territorios no tenga ningún tipo de oposición.
El 14 de mayo a las 19:00 nos vemos en la plaza bilbao. Serán bienvenidas.
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