«Muchas expectativas, pocos avances» -Agus Gorbea-
Dentro del reino animal, el género humano es el único que tropieza dos veces en la misma piedra, al menos, eso plantea el dicho, y debe de ser verdad.
Muchas personas tuvimos cierto optimismo cuando Felipe González tomó el mando del gobierno del estado, sustituyendo a la UCD, pero pronto nos dimos cuenta de que las promesas electorales, tenían poco valor. Algunas personas también confiaron en aquello que decía elpacto de Ajuria enea que fue asumido también por la derecha española: “Sin violencia todo es
posible”, pues bien, se ha demostrado tanto en Euskal Herria, como en Catalunya, que eso no sólo no es cierto, sino que a veces surte el efecto contrario. Por supuesto, aquel pacto se refería a la violencia ejercida por una de las partes, porque la otra, no ha dejado de ejercer violencia nunca, es más, en muchos casos la ha incrementado.
Con las promesas ofrecidas por Pedro Sánchez, tras hacerse cargo del gobierno, nos ha pasado lo mismo. Promesas de cambio en la aplicación de la política penitenciaria, o cambio de política con relación a la migración, entre otras. A algunos nos animo la recepción del Acuarius que el gobierno italiano impedía llegar a sus puertos, pero en poco tiempo, una vez más, hemos tenido grandes motivos de frustración, volvimos a tropezar.
Sólo algo más de una veintena de presos y presas políticas vascas acercadas, pero ninguna en Euskal Herria; una persona gravemente enferma puesta en libertad, de los más de 20 existentes, mantenimiento en primer grado y en situación de aislamiento y mantenimiento de las medidas de excepción para las personas de este el colectivo. Esta situación, que se le hizo insoportable, fue la que genero hace un año la muerte de un ex preso, Antxo, por suicidio a más de 1000 km de su casa, y este año van ya 4 accidentes de familiares o amigos de presos camino a las visitas, esto en lo relativo a las promesas sobre cambio de política penitenciaria.
En cuanto a cambio en política de migración, nueva decepción: ni retirada de vallas, ni cambio de política de acoso y persecución a las personas que pretenden llegar. Es más, se han incrementando las políticas ilegales que contravienen la normativa europea, se ha realizado un acuerdo con Marruecos, y se pretende incluso, utilizar los barcos de Salvamento Marítimo en el Mediterráneo para realizar devoluciones masivas en caliente. Se impide la salida al Open Arms y al Aita Mari para poder realizar labores de rescate humanitario en el Mediterráneo, o lo que es lo mismo, se colabora en el holocausto que la Europa fortaleza está realizando con estas personas. Y la última joya, el apoyo al golpe de estado de Guaidó, un impostor puesto por la CIA y Trump en Venezuela, con peligro de intervención militar yankee.
Nuevamente la realidad nos recuerda en qué modelo de democracia estamos participando. El talante, y el papel que están realizando sectores importantes de la justicia en este país es también un fiel reflejo de la realidad actual y pone en duda que haya habido una auténtica ruptura con épocas pasadas. Por supuesto, que existen muchos jueces que trabajan desde posturas progresistas, pero en muchos otros casos se aplican dos varas de medir, y esto, al menos en este pueblo, lo tenemos muy claro. Basta con hacer referencia a algunas de las ilustrativas sentencias jurídicas con las que nos han deleitado determinados y determinadas jueces desde la transición.
Hace pocos días fue el 3 de marzo. En Gasteiz esta fecha no se puede olvidar, pero en Madrid parece que sí, después de 43 años no ha habido ni una sola persona enjuiciada por semejantes crímenes.
Todos recordamos la vergonzosa sentencia a la manada. Que ahora se mantenga a estos personajes en la calle a pesar de estar condenados y tener más causas abiertas, no es justo. Es tan vergonzoso el tema, que hasta el fiscal solicita juicio por agresión sexual y aumento de penas.
Otro caso imposible de comprender es que a una persona que pretendió matar a su propia hija Izar, hija de Sara Majarena ex presa vasca, una juez le haya puesto en libertad tras cumplir poco más de dos años en prisión provisional, mientras a Sara se le mantuvo en prisión hasta cumplir toda su condena a pesar de los sufrimientos que tuvo que pasar.
Por último, el mantenimiento en libertad de un ex policía nacional que disparó con su arma a la vivienda habitada de una familia abertzale en Amurrio. Pero este caso no se ha enviado a la Audiencia Nacional, parece ser que tienen claro que ni es un acto criminal, ni es un acto de terrorismo.
Estos son ejemplos de una de las balanzas. La otra está representada por tantos y tantos encarcelamientos por el “todo es ETA”. Por la sentencia a los jóvenes de Altsasu, que a diferencia de otros miles de casos similares en el estado, estos si llevan muchos meses en la cárcel y con unas penas totalmente desproporcionadas, ello a pesar de videos demostrativos de la camisa blanca, y de grandes testimonios exculpatorios. Por si fuera poco, la semana pasada, el Tribunal Supremo solicita que sean juzgados por terrorismo y declara competente a la Audiencia Nacional. El último al que voy a hacer referencia es el proceso judicial a las personas que defendieron el Procés catalán y el derecho a celebrar un referéndum mediante votación. Aunque todo apunta que en este proceso ni la fiscalía, ni la justicia tienen fácil demostrar la utilización de la violencia por parte catalana, las acusaciones y peticiones de pena, son totalmente desproporcionadas. En Euskal Herria, siempre hemos pensado que muchas sentencias están dictadas de antemano, que no necesitan demostrar nada, o que las pruebas que se presentan no sirven de nada.
¿Será que las razones de estado, de un estado sin norte, degenerado y corrupto, pesan más que el derecho?
¿Será que no siempre la justicia es igual para todos?
¿Será que determinados sectores de la justicia actual, no se han depurado y siguen anclados en épocas anteriores al 78?
¿Será que, en determinados casos se sigue aplicando el derecho penal del enemigo?
¿Será que acaso los sufrimientos son diferentes depende quien los cause y quien los reciba?
Debemos de reflexionar para no volver a tropezar con la misma piedra.
¡Sólo una decidida defensa de derechos humanos, civiles y políticos nos puede librar de estas lacras!
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