«Los principales protagonistas» -Jesús Valencia-
Según cuentan quienes hicieron el recuento, fuimos casi cien mil las personas que abarrotamos Bilbao aquel 13 de enero. Tarde fría en lo climático y cálida en lo humano; nos castigaba el rigor de una lluvia inclemente y nos desbordaba el calor de una solidaridad evidente. Una más de las masivas marchas de enero a favor de los presos.
Este año, y por primera vez, la jornada arrancó alentadora. De boca en boca se fue extendiendo la noticia de que Paris insinuaba acercamientos. Hubo quienes echaban campanas a vuelo y otros – los escarmentados familiares- la recibían con cautela. Se les ha engañado tantas veces…! Pronto aparecieron los pregoneros oficiosos de la noticia. Algunos de ellos –Artesanos de la Paz o el Lehendakari de Iparralde- lo hacían con la autoridad de quien ha puesto la carne en el asador. Algún otro –me refiero a los voceros de Lakua- intentaban apuntarse un tanto que no les correspondía. Durante mucho tiempo han sido cómplices directos de la dispersión y ahora, cuando las armas populares han cesado, siguen reclamando paciencia como si el tiempo no corriese en las celdas; o apelan a una discreción que suena a complacencia con los carceleros. Sus socios del PP y sus medios comunicativos, les concedieron y les concederán un papel protagónico que no les corresponde.
Concédase a la multitud anónima el protagonismo que se merece. Personas que llevan años asistiendo a la cita y que seguirán acudiendo mientras los dispersadores se obcequen en su crueldad; no habrá ventisca ni chaparrón que los disuada. La identidad de estas gentes quedaba sepultada bajo impermeables y paraguas pero su sensibilidad saltaba a la vista; sus nombres son multitud y eso basta. Provenientes de aquí y de allá, rechazaban el atropello que se está cometiendo con los presos a los que respetan y admiran. En aquella fría tarde secundaban la llamada de Sare pero su respuesta generosa no es propiedad de ningún organismo; es patrimonio de nuestro pueblo y de la solidaridad internacionalista.
Inmersos en la masa – como no podía ser de otra forma- los familiares. Mayores y pequeños a los que se les priva de la cercanía de sus seres queridos. Chapoteando charcas, avanzaban desbordados por las oleadas de afecto que les llegaban desde las abarrotadas aceras. Obligados por ley a ocultar el rostro de los suyos, los llevaban en lo más recóndito de sus entrañas; y les hacían llegar todo el cariño que percibían a cada paso que daban.
Las protagonistas principales fueron ellas y ellos. Paisanas y paisanos que han dado lo mejor de sus vidas intentando abrir senderos a la liberación y a la justicia. Los que ahora están encarcelados y las que antes lo estuvieron sin haberse doblegado; ni a las seducciones traidoras, a los castigos severos o a los reglamentos vejatorios. Por encima de tanta crueldad, viven y sueñan con un mundo nuevo como todos los presos políticos del mundo. Nadie los pudo ver en aquella marcha pasada por agua pero, en realidad, eran ellas y ellos quienes la habían convocado.
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