Las retrasadas
Esta vez me voy a tomar la licencia de recomendar una pequeña novela que merece una mención de honor en toda librería. Se trata de Las retrasadas de Jeanne Benameur.
La sensación de haber escarbado en la tierra y haber desenterrado un tesoro aún cuando el lugar no estaba marcado con una x. Ese es el sentimiento que inunda a la lectora que se tope con esta joya, que resulta ser una novela aún más especial si se tiene en cuenta que ha conseguido llegar a nuestras manos de manera discreta, sin apenas mención, casi de refilón, pero que ha calado en lo más hondo.
Con la sencillez y el buen hacer de una editorial (Ardora) que funciona como cooperativa que aglutina a escritores, traductores, diseñadores o editores en busca de la publicación de textos poéticos y de vanguardia histórica, se consiguen obras únicas y peculiares que no pretenden competir con los grandes best seller de hoy en día, pero que consiguen enamorar si se da con ellas.
En esta ocasión, Las retrasadas, título que puede chocar con lo políticamente correcto del lenguaje actual, narra la singular relación de una madre, considerada la tonta del pueblo, y su hija, auténtica sombra y compañera de instantes de la primera. Sin embargo, dicha convivencia de a dos queda amenazada por el saber obligatorio. Es decir, la escolarización de la menor y los esfuerzos incesantes de la señorita Solange, profesora en la escuela, porque ésta aprenda, abrirán una brecha entre madre e hija.
No obstante, la alteración de las costumbres, la lejanía hacia el ser querido, la soledad y la dependencia absoluta absorberán la narración e instaurarán una atmósfera cargada de ternura, autocompasión, frustración y amor; amor inquebrantable que ni hasta el derecho inalienable de una educación podrá llegar a someter.
Todo ello envuelto en un estilo poético, de frases cortas, léxico rico y abundantes metáforas que ilustran una relación que apenas se restringe a las paredes de una casa y que se compone de pequeños actos cotidianos que simbolizan todo un mundo. Para muestra, un botón:
“Palabras que las venas arrastran. Los sonidos, trepan, tropiezan y caen detrás de los labios.
Tonta.
Las aguas negras salpican al vaciar el cubo.
Escasa la conciencia.
La mano se seca en el delantal de tela burda.
Tonta.
Las palabras no tienen razón de ser. Son.”
Cada palabra significa el comienzo o el final de una relación, el afianzamiento o el desenlace de la misma. Y este es un relato en el que no se puede perder palabra.
¿Quieres apoyar a Hala Bedi?
En Hala Bedi construimos un proyecto comunicativo libre, comunitario y transformador. En el día a día, cientos de personas participamos en este proyecto, observando la realidad que nos afecta y tratando de transformarla junto a los movimientos populares.
Nuestros contenidos son libres porque nadie nos dicta qué podemos publicar y qué no. Y porque difundimos estos contenidos de forma libre y gratuita, con el objetivo de difundir, compartir y transformar.
Sin halabelarris, las socias y socios que apoyan económicamente a Hala Bedi, esto no sería posible. ¡Hazte halabelarri y apoya a Hala Bedi!