La ley mordaza… y llueve sobre mojado
Según recoge el diario “El Salto, no habrá reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana de 2015, la conocida como Ley Mordaza de la era Rajoy que instituyó la denominada burorrepresión (represión de baja intensidad) y legalizó las devoluciones en caliente de inmigrantes.
En el mismo sentido manifiesta su preocupación Amnistía Internacional (AI). Para este organismo “No continuar con la tramitación parlamentaria de la reforma de la Ley Mordaza es una oportunidad perdida y una noticia pésima para los derechos humanos en España”, porque “esta norma ha impactado de forma muy negativa en el derecho a la protesta, a la libertad de expresión y en los derechos de las personas migrantes y refugiadas, durante los casi ocho años que lleva en vigor”
Asimismo desde (AI) quieren poner de manifiesto el papel jugado por el Ministerio del Interior, que ha demostrado una vez más su voluntad de no resolver las problemáticas de derechos humanos desde la raíz.
En opinión de (AI) (…), “La definición de las infracciones de desobediencia, resistencia o faltas de respeto tiene que mejorarse y precisarse para evitar el impacto desproporcionado que tienen sobre la ciudadanía que se moviliza en la calle”.
El 23 de Diciembre de 2022 se aprobaban en el Parlamento Vasco los Presupuestos Generales de Euskadi para 2023 y el colectivo “Emakumeok Gerraren Aurka/Mujeres contra la guerra hacía un llamamiento a concentrarse para exigir “Ni 1€ público para la industria militar vasca”, ni a proyectos de investigación aplicables a la industria militar, así como el cumplimiento de lo recogido en la Ley 14/2007 en la Carta de Justicia y Solidaridad con los Países Empobrecidos en cuanto a “Promover… la utilización alternativa de todos o gran parte de los recursos invertidos actualmente en gastos militares para cubrir las necesidades sociales, humanas y ambientales, tanto en los países enriquecidos como en los empobrecidos.”
Una de las compañeras de Mujeres Contra la Guerra se acercó a la entrada del Parlamento Vasco, para tomar documento gráfico, fue interpelada por dos miembros de la Ertzaintza que le dijeron que no podía estar allí y que no les hiciese fotos. La compañera tras reivindicar su derecho a estar y obtener documentos gráficos, al ver la actitud provocadora de los agentes, regresó al punto de la concentración. A la finalización de la misma, otra pareja de la Ertzaintza se acercó a ella y fue identificada.
Pasados 5 meses, la compañera identificada ha recibido una notificación en la que se le informa de que se le aplica la Ley Mordaza por desacato a la autoridad. Siendo falso lo que se recoge en la denuncia, el colectivo ha recurrido el abuso policial para que la impunidad no campe a sus anchas.
Posiblemente por el impacto y la preocupación que me produjeron unas impresentables y belicistas declaraciones de Borrell, jefe de la diplomacia europea sobre la guerra de Ucrania, esa noche soñé con ese país. Y en mi sueño tomó forma lo ocurrido en la ciudad de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial. En esta ciudad sitiada durante 872 días, altavoces colocados estratégicamente en la ciudad, propagaron la Sinfonía nº 7 de Shostakóvich y la magia y el poder de la música paralizó, por un lapso de tiempo, la barbarie que se estaba viviendo, abriéndose un hueco a la esperanza y la humanidad.
En mi sueño distinguí a un grupo de mujeres ucranianas-rusas que colectivizando sus miedos y armadas de diversos instrumentos musicales tocaban esa sinfonía. Y, como en la ciudad de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial, callaron las armas y tras la sorpresa inicial, un murmullo, cada vez más intenso, se propagaba por los lugares en conflicto. Voces que llamaban a la INSUMISION, a la DESERCIÓN, a la DESOBEDIENCIA, a la VUELTA A CASA, A LA RECUPERACIÓN DE LOS LAZOS COMUNITARIOS, en definitiva, a CONSTRUIR LA VIDA.
En mi estado de duermevela, también afloraban imágenes borrosas de las decenas de guerras que castigan nuestro planeta, de las terribles consecuencias para quienes las sufren, de los millones de personas desplazadas forzosas, de los ingentes beneficios que todo ello genera a un puñado de gentes desalmadas, de su enorme poder…y desperté.
Ya despierta, recordé la aplicación de la Ley Mordaza a una compañera por reivindicar, entre otras cosas, que “ni 1€ de dinero público para la industria militar vasca” y me reafirmé en la necesidad de continuar participando en grupos sociales y de crear sinfonías comunitarias. En definitiva, sentí con mayor convencimiento la necesidad de seguir haciendo camino hasta conseguir una Euskal Herria libre de producción militar, de plantar cara a los mercaderes de la muerte y a sus necesarios cómplices políticos de aquí y allá y, a pesar de leyes mordaza, a no callar.
¡NI 1€ DE DINERO PÚBLICO PARA LA INDUSTRIA MILITAR VASCA!
EUSKAL HERRITIK ARMARIK EZ!
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