La Historia como arma de destrucción masiva
La Historia es un arma poderosa para el imperialismo. El poder del imperialismo sobre la Historia no apunta tanto a la capacidad de inventar la historia, sino al control de su enunciación: ¿Quién cuenta la historia? Sobre qué/quién se habla? Quién es desposeído de su historia? Desde donde se empieza a contar la historia?
Este último punto es uno de los más importantes para el imperialismo cultural. El poeta palestino Mourid Barghouti lo plantea en estos términos: «Es fácil borrar la verdad con un simple truco lingüístico: comenzando la historia con «En segundo lugar». Comience su historia con «En segundo lugar,» y el mundo se volverá del revés. Comience su historia con «En segundo lugar» y las flechas de los indios pieles rojas serán las criminales y las armas de los hombres blancos serán las víctimas totales. Es suficiente empezar con «En segundo lugar» para que la ira del hombre negro contra el blanco sea bárbara» (Mourid Barghouti, «I Saw Ramallah»).
Y así, con este simple truco lingüístico, un relato sobre la historia se convierte en La Historia. “La Historia dominante de una sociedad es la historia de las clases dominantes” podríamos decir, parafraseando a Marx.
“En segundo lugar”: allí está la trampa de toda historiografía burguesa. “En segundo lugar”, es lo que oímos hoy en día en todos los medios y en la boca de todos los políticos occidentales. Por “en segundo lugar” empiezan todos los relatos históricos de los frentes de la ofensiva imperialista: así, el “conflicto Israel-Palestina” empieza con los cohetes lanzados desde Gaza hacia Tel Aviv, y no con la colonización israelí y la política de apartheid; del mismo modo, la guerra en Ucrania empieza en febrero de 2022 con la invasión rusa, y no con los bombardeos contra el Donbass desde 2014; así, la «lucha al terrorismo» de Turquía empieza por la lucha armada del PKK, y no por la opresión del pueblo kurdo; y la “desestabilización política” de Libia empieza con los “señores de la guerra”, y no con la invasión imperialista y el asesinato de Gaddafi, igual que los problemas de la República Democrática del Congo empiezan con los «conflictos tribales» y la «corrupción», y no con la colonización terrorista del régimen belga o con el golpe de estado y asesinado de Patrice Lumumba y la represión del movimiento de liberación nacional y social… Y un largo etc. de historias que empiezan por «en segundo lugar».
«En segundo lugar» es la marca del imperialismo cultural. La historia es un campo de batalla. Por todo ello, empezar la historia por «en primer lugar» es, hoy en día, un frente de la lucha anti-imperialista.
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