La fobia antiinmigración y nosotros
Leía hace un par de meses, unas declaraciones del cineasta irlandés Ken Loach donde decía que “tener trabajo seguro, un salario digno, una sanidad y una educación garantizadas, nos predispone a ayudar a los demás. Si carecemos de ellos, añadía, nos volvemos egoístas y desconfiados”. ( Gara 3-11-2019).
Declaraciones, que en nuestro caso corresponderían a épocas un tanto pasadas, anteriores a cuando la filosofía consumista “hoy más que ayer y menos que mañana”, ha hecho de nosotros un saco de deseos y apetencias sin tope.
Así, las migraciones que huyen de la guerra, del hambre o de determinados puntos geoestratégicos, no nos predisponen a la acogida, antes provocan una histeria, un rechazo en este denominado primer mundo. La migración que se acerca a quienes gozamos de unos niveles de confort y consumo no universalizables, “nos vuelve mayoritariamente, egoístas y desconfiados”.
Expresión política de este sentir social de histeria antimigrante, son personajes como Trump en USA, Bolsonaro en Brasil, Orban en Hungría, Salvini en Italia, Abascal en el Estado Español,… quienes buscando una rentabilidad política contribuyen a sembrar más miedo e imponernos un falso sistema securitario con su ¡¡fuera imigrantes!!, ante una izquierda, descolocada, que no sabe a qué apostar, y calla.
Para mí, la imigración del Sur al Norte responde, a leyes físicas como la teoría de los vasos comunicantes, donde el agua terminará rompiendo el desequilibrio, e imponiendo la horizontalidad.
Por muchos y sofisticados sistemas de muros y diques que interpongamos entre ellos y nosotros, el agua recuperará su nivel de equilibrio, como la abundancia y la escasez con la migración del Sur al Norte. Al igual que hoy los pelícanos blancos emprenden sus migraciones colectivas de miles de kilómetros en busca de humedales más templados, agrupaciones masivas y desarmadas de pobladores del Norte, en el pasado, iniciaron la búsqueda de zonas más templadas, ocupando Europa y marcando su paso a la Edad Media.
La “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, que constituyeron los referentes de las democracias, han desaparecido de la cabecera de las mismas. Las clases, pueblos, e imperios dominantes, han perdido su legitimidad y socavado la democracia.
Hoy, con más riqueza que nunca y tras más de cien años de “Democracia” hemos vuelto en opinión de Josep Stiglis (Premio Nobel de Economía), a los niveles de desigualdad de los años treinta del siglo pasado.
Y ochenta millones de personas, despojadas de todo vagan sin norte buscando entre nosotros un techo donde pasar esta mala noche.
Y si empecé esta breve escotilla con el pensamiento de un cineasta, la terminaré con la aportación de una filósofa, Shantal Maillard quien dice:
“OCCIDENTE YA NO TIENE HAMBRE, AHORA TIENE ANSIEDAD. ANTES QUE PRODUCTOS LA SOCIEDAD DE MERCADO VENDE DESEOS. ES UNA VIOLENCIA MÁS SUTIL…
ELIMINA EL DESEO Y DEJARÁS DE PADECER. PERO SIN DESEO EL MERCADO NO FUNCIONA. POR ESO LO ALIMENTA SIN DESCANSO. TANTO, QUE LO CONVIERTE EN ANSIEDAD ASOCIADA AL MITO DEL PROGRESO Y LA FELICIDAD.
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