¿Humanidad o barbarie…?
Hoy las ciencias, y más concretamente la bioantropología, nos explican que hace más de 70.000 años la solidaridad de vuestros antepasados, los antropoides, les posibilitó hacer una auténtica pirueta, dar el salto de la animalidad a la humanidad.
Una solidaridad, basada en la búsqueda en común del alimento y en el consumo compartido del mismo. Años más tarde pasarían a descubrir y dominar el fuego.
Y hoy, nosotros, estamos malamente entretenidos y enfrascados en la producción de armas cada vez más letales que nos vuelven suspicaces, enfrentados, enemigos .
Una economía financiera, especulativa en un 85%, marca el norte de la política y de nuestras sociedades en su conjunto. Caminamos hacia las antípodas de cuando nuestros antepasados accedieron a su condición humana. La Historia no está escrita, pero en su día a día, la rivalidad, la competitividad se imponen, mientras la solidaridad se diluye.
Hoy que nunca antes tuvimos tanta riqueza:
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El negocio de la vivienda nos lleva a dejar sin casa a tanta gente cuando hay más de 8millones de casas vacías en el Estado español y más de 8mil en Gasteiz, haciendo de la abundancia escasez (por ejemplo el caso de la nueva vecindad de Olarizu en Gasteiz).
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La abundancia del agua cuando constituye un peligro, lleva a nuestros “dirigentes” a abrir las compuertas del pantano de Ullibarri en Arroyabe, a la vez que al alcalde Urtaran de Gasteiz, le lleva a cortar su suministro a los vecinos de las viviendas municipales de Olarizu.
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Y otro tanto pasa con la corriente eléctrica que dicho alcalde impide llegue a sus ciudadanos de Errekaleor y Olarizu.
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Y formamos parte de una sociedad que junto a otros que hablan de la supremacía moral del hombre blanco, tenemos a la guerra, la Industria Militar, una Industria de la Muerte, que acapara los 2/3 de los I+D+I mundiales y que constituye la principal fuente de los inventos tecnológicos de hoy.
Hoy gracias a las aportaciones de las ciencias, conocemos que algunas especies animales han dado su propio salto, pirueta, y gozan de una alta sensibilidad, un alto coeficiente intelectual, permitiéndoles experimentar el dolor, la alegría, la tristeza y hasta la empatía. Lo que a Holanda le ha llevado a prohibir los collares eléctricos en los perros, y en Tenerife a un Juzgado a condenar a un año de cárcel a quien arrojó a su perra a un contenedor metido en una maleta.
Se debate si es idéntico, matar animales para alimentación, la investigación médica, cosmética o diversión. Pero hemos incorporado a nuestro vocabulario el concepto de “maltrato animal”, que protege a animales, y espero a humanos, de quienes se manifiestan como verdugos, sin piedad y proclaman la guerra como forma de resolución de conflictos.
Hace un par de años, el pensador Sigmund Bauman, a punto de morir escribía “… o la Humanidad se da las manos para salvarnos juntos, o engrosaremos el cortejo de los que caminan rumbo al abismo”.
Con un derecho de propiedad sin límites, con una acumulación y consumo compulsivo de unos pocos y cada vez menos, el hombre blanco ha colonizado el imaginario y los deseos de la población mundial.
Últimamente, se calcula, que 80millones de personas empujadas por la guerra, el hambre o por ocupar espacios geoestratégicos, han iniciado un éxodo sin parangón y superior al provocado por la mismísima Segunda Guerra Mundial.
80millones de personas de carne y hueso “desparecen” y dejamos de pensar en ellos, cuando a los medios de comunicación les da por silenciarlos. El relato, la información sobre inmigrantes que Gobierno, Estado, Capital hace, varía pero siempre son objetos para los Estados, y fuerza de trabajo para empresarios y Capital. Sus intereses condicionan nuestro saber, sentir y hacer respecto a los mismos. El Muro de Berlín con sus 160klms., símbolo de la mayor opresión hoy son sustituidos por más de 2000klms.como protección frente a inmigrantes. De esto, a la xenofobia y el racismo sólo media un paso. Y como en el poema de Cavafis “los bárbaros no seremos nosotros…? ”.
Corremos el riesgo de contemplar su ir y venir sin solución alguna, como un problema eterno. El exceso informativo hasta nos puede cegar y confundir, y la información entre anuncios publicitarios los banaliza. Se banaliza todo, la guerra es una catástrofe natural, la desigualdad un escándalo sin más, y que los migrantes huyen de una miseria natural y no históricamente impuesta. Todo, gira en torno a la eficacia y el máximo beneficio.
En el siglo XIX, cuando la privatización de la tierra y la imposición del trabajo forzado convulsionó la sociedad, la compasión, la lástima, la ayuda mútua constituyeron el caldo de cultivo del que brotaron la rabia mancomunada, los movimientos sociales, partidos, sindicatos y los saboteadores de máquinas.
Hoy la compasión, lástima son conceptos devaluados y en desuso. La empatía, algo anticuado y hasta cierto punto patológico en una sociedad competitiva regida por el Mercado.
La televisión, herramienta de entretenimiento, nos deja sin pasado, sin memoria, sin sus resistencias colectivas, sin su muertos, epopeyas, y borrando emociones colectivas como compasión, celebraciones, orgullo, sueños, conmemoraciones que pueden constituir un contrapeso a tanto vacio ruindad y miseria.
Todos aquellos colectivos y personas que nos posicionamos contra la guerra, la industria militar, en una palabra por el desarme, hemos de estar también por la abolición del actual Orden Económico que mata más que la misma guerra, y dispuestos a reducir nuestro confort individual. En un mundo tan desigual, las formas de lucha por una sociedad alternativa, ya violentas o pacíficas, parlamentarias o extraparlamentarias, individuales o colectivas, dudo que tengan éxito si no rompemos con la hegemonía que sobre la vida diaria tiene el consumismo.
Por todo ello aprovecho para hacer un llamamiento a sumarnos al paro general del próximo jueves 30 de Enero.
Imanol Olabarria
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